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España necesita cuidados, ayer y hoy

España necesita cuidados, ayer y hoy

Imaginar una España, país europeo no sólo de posición geográfica sino de origen, cultura y pensamiento común – occidentalizado, carente de cobertura sanitaria alguna, resulta complejo y desconcertante a la par. El actual Sistema Nacional de Salud (SNS) español viene precedido de un cómputo ampliado de cuantiosas evoluciones generadas con la finalidad de cubrir aquellas necesidades propias de un momento social e histórico y, en último término, humano.

España necesita cuidados, ayer y hoy

Autor: Andrés Monedero Gutiérrez

Profesional de Enfermería

Resumen

Desde la última mitad del siglo pasado hasta el momento actual han existido una serie de cambios legales, estructurales y gestores del modelo sanitario español que han ido mejorando la atención sanitaria en la ciudadanía. La última crisis ocurrida en la primera y segunda décadas del siglo XXI ha supuesto una serie de recortes presupuestarios que han afectado de manera directa a los servicios públicos y por lo tanto a la atención sanitaria de la población.

Este efecto ha sido particularmente impactante en la prestación de servicios enfermeros, con un impacto diferente en cada una de las Comunidades Autónomas españolas, que afecta de forma negativa a corto, medio y largo plazo a la atención en los cuidados de los españoles con una clara inequidad dependiendo del lugar de residencia.

Introducción.

A mediados del S.XIX, se incorpora al marco legislativo de la época la Ley Orgánica de Sanidad, generando así, una nueva realidad institucional mediante la formación de la Dirección General de Sanidad, las Juntas Locales y Provinciales, y de la beneficencia (1). Se sucederían varias leyes, tales como la Ley de Bases de Accidentes del Trabajo, hasta el histórico logro de protección de la clase obrera con el Seguro Obligatorio de Enfermedad en 1948 (2,3). El ocaso de la dictadura franquista generó democráticos cambios políticos y sociales que desembocaron en la conformación de la Constitución española de 1978 que, a día de hoy, continua vigente; pero el marco normativo de base continuó siendo de partida el mismo.

La Constitución integra el conjunto jurídico de referencia al que están sometidos tanto la Administración Pública como los habitantes del territorio español. La Administración Pública queda regida por un marco legal y, dentro del mismo, se encuentra el artículo 43 de la carta magna que otorga competencia a los poderes públicos para organizar y cuidar de la salud pública, reconocer el derecho a la protección de salud e implicar a instituciones públicas en el fomento de la educación sanitaria (4,5).

La presente Constitución fijará los cimientos de la posterior Ley General de Sanidad (LGS) de 1986 (6). Esta ley posibilita el Sistema Sanitario General y aporta conceptos innovadores y holísticos tales como el reconocimiento del derecho ciudadano al acceso sanitario, el deber público de contribuir a un mantenimiento del sistema y, tanto la protección de la salud pública, como la atención de cualquier ser humano dentro del territorio nacional (2). A la Ley General de Sanidad (LGS) le suceden numerosas leyes que tratan de conformar un Sistema Nacional de Salud cada vez más eficiente, que no obstante se construye sobre los principios constitucionales pero utilizando en gran medida los elementos asistenciales ya preexistentes.

Un Sistema Nacional de salud, con su necesaria Enfermería.

La eficiencia del Sistema Nacional de Salud (SNS) español ha logrado ser reconocida, en ciertas disciplinas específicas, a nivel mundial. Más allá del reconocimiento internacional, el éxito y la excelencia lograda, es producto de un intenso, arduo y continuo trabajo cohesionado de los distintos profesionales sanitarios.

Un gran hito honorable a la par que novedoso del Sistema Nacional de Salud (SNS) es el área de trasplantes representada por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) (7). Esta organización española es considerada de organismo de referencia a nivel internacional. En el espacio común europeo, cabe resaltar, el registro de aquellos datos relativos con la donación y el trasplante realizado en todos los países europeos por parte de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Además, nuestro país consigue lograr el índice de donaciones más alto (8), a nivel mundial, por lo que organismos internacionales como la OMS, han recomendado la aplicación del denominado “Modelo Español” con el fin de obtener resultados más semejantes (9).

Además de la inversión material en nuevos centros de salud y nuevas tecnologías, el nuevo sistema cifró una de sus mayores bazas en la coordinación de los profesionales sanitarios de distinta formación. Tanto en los centros hospitalarios como en la red de centros de salud, la atención directa se atiende por unos, por otros o por todos los profesionales implicados, disponiendo de un modelo de gestión de los recursos humanos que se ha demostrado eficaz con las décadas y que ha tenido uno de sus puntos fuertes en la calidad formativa de los profesionales de la Enfermería (10).

Sistema y Enfermería ante la crisis.

A finales de 2007 se declara a nivel mundial la sobreconocida crisis económica. Crisis sin precedente, solo semejante al conocido “Crack del 29”. En 2008 (11), España sufre su virulenta instauración permanente (12) y ulterior deterioro de los servicios públicos destacando el generado en el Sistema Sanitario.

Sin intención de hacer hincapié en la génesis de la misma y, a consecuencia, producir un debate intelectual entre hipótesis económicas o humanísticas, resulta inevitable la percepción de la realidad actual: una excisión del conocido como “Estado de bienestar”. La profunda repercusión sanitaria provoca un cambio sustancial en cuanto a su visión. Un sistema considerado eficiente, igualitario o gratuito pasa a declararse insostenible (13, 14).

En el año de comienzo de crisis económica se aumentó el gasto en Sanidad. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE), propuestos por el Gobierno y aprobados por las Cortes Generales, destinaron una partida de 4.430,82 millones de euros. El gasto sanitario supuso, por tanto, un 8,9% del producto interior bruto (PIB) (15). En 2016 y según los datos aportados por el Gobierno de España, el presupuesto en materia de sanidad implica una partida de 4.000,02 millones de euros (16). Por consiguiente, el Sistema Sanitario cuenta con una disminución diferencial de 430,8 millones de euros en referencia al año de génesis de crisis económica. A la hora de valorar este volumen, conviene tener presente su variable distribución territorial (al ser competencia de las Comunidades Autónomas), su difícil comparación con otros Estados en crisis económica en los mismos años (según la variable inclusión o no de otros conceptos de gasto asistencial no sanitario) y su impacto especialmente alto en los profesionales sanitarios, especialmente los que en esos años acabaron su formación académica y empezaban su ejercicio profesional.

Una menguante situación presupuestaria, debido a diversos ajustes de índole político – económico (11), produce un visible deterioro del Sistema Sanitario de Salud caracterizado principalmente por tediosas listas de espera, escaso material o cierre estival parcial de urgencias o plantas hospitalarias.

El cómputo de medidas adoptadas son generadoras de desigualdad. Asimismo, dicha desigualdad se logra acentuar más en función de cada comunidad autónoma. Según la Ley 14/1986 de 25 de abril o más conocida como Ley General de Sanidad (LGS) de 1986, las Comunidades Autónomas, caracterizadas por su capacidad reguladora, son competentes en el reparto del presupuesto autonómico sanitario. Esta situación propicia notorias diferencias entre las diferentes comunidades gestando aún mayor desigualdad e inestabilidad. (17). Se ha discutido incluso que puedan crearse esas diferencias de trato entre ciudadanos españoles, por ser el derecho a la salud uno de los reconocidos en la Constitución y no susceptible de regionalización diferencial, según notables juristas.

En País Vasco se adoptaron reducidas políticas de austeridad o restrictivas con la intencionalidad de proseguir en la línea propia de un modelo sanitario eficiente y, en el mismo sentido, el Principado de Asturias y la Región de Murcia son otras las comunidades que mayor gasto sanitario realizan destinando una media de 1.436 euros por cada habitante. Por el contrario, Madrid, Comunidad Valenciana o Andalucía (12, 17) mantuvieron una tendencia radicalmente opuesta en la que el presupuesto por habitante descendía y se situaba alrededor de los 1.100 euros (13, 14).

En consonancia con la compleja situación presupuestaria autonómica, se han adoptado medidas de ajuste del gasto sanitario que implican la severa reducción de personal sanitario disponible, siendo esta medida a su vez, desigual en función de cada comunidad autónoma (15). En el periodo comprendido entre 2009 a 2013, Castilla y León destacó por ser la comunidad autónoma menos restrictiva en personal mientras que Castilla La Mancha se situó en el averno con una reducción aproximada del 19,1 % del personal sanitario (18).

Se concluye, por tanto, en la medida generalizada de disminución de plantillas de personal sanitario asociado a la reducción de gasto sanitario, aumentando exponencialmente la carga asistencial y fortaleciendo condiciones laborales deficitarias en la práctica asistencial diaria. Las condiciones laborales precarias, falta de reconocimiento, elevada carga emocional requerida originada por el constante contacto con el sufrimiento humano, insatisfacción en praxis realizada o estrés son las principales manifestaciones del déficit de profesionales sanitarios que, además, actúa realizando mayor presión sobre los mismos (10, 12, 19).

La organización mundial de la salud (OMS) definió la profesión de los cuidados como “la practica consciente de las relaciones humanas” (20). El sustento de la práctica enfermera se muestra reflejado en la utilización ordenada y sistemática del método científico. La definición aportada por la institución de referencia en salud destaca la importancia de lo humano frente el fervoroso auge del sumun tecnicista (21).

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo creado en 1960 con la finalidad mantenida en la realización de un trabajo intergubernamental coordinado, publicó un informe en el que pone en manifiesto la relación del número de profesionales de Enfermería por cada 1.000 habitantes en Europa. En 2013, la media europea se situaba en 9,1 enfermeras/1.000 habitantes. Los países con una media mayor a la establecida por la OCDE fueron Dinamarca, Finlandia o Islandia con una media superior a 14 enfermeras/1.000 habitantes. No obstante, la ratio española se desprendía escabrosamente un 34% de la media establecida por la OCDE y registraba 5,2 enfermeras/1.000 habitantes (13, 22).