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Enfermería como operadores de rayos X con fines de radiodiagnóstico general. La importancia de utilizar una buena técnica

Enfermería como operadores de rayos X con fines de radiodiagnóstico general. La importancia de utilizar una buena técnica

Cada día son más los enfermeros que se forman para operar en instalaciones de Rayos X con fines diagnósticos, y para ello son necesarios tanto los conocimientos y habilidades, como las actitudes en Protección Radiológica. Es más que evidente la necesidad de los Rayos X dentro del diagnóstico clínico, y para ello, hay que limitar al máximo los riesgos de que se produzcan los efectos nocivos. La finalidad principal de la protección radiológica es “proteger al individuo y a sus descendientes de las lesiones que pueden producir el uso de fuentes de radiación”.

Autores:

– Zahira Villa Campos. Enfermera.

– Míriam Domínguez Campos. Enfermera.

– Laura Pérez Pérez. Enfermera.

La protección radiológica se basa en tres principios fundamentales: la justificación a la exposición de los rayos X, la optimización de recursos (principio de ALARA, “dosis tan bajas como razonablemente sea posible”) y la limitación de las dosis al máximo en pacientes y personal expuesto.

Una de las medidas desarrollada para lograr el principal objetivo de la protección radiológica es la utilización de una buena técnica. Para ello, se han creado unas normas básicas a seguir por los distintos comités y organismos de protección radiológica. Estas normas básicas son:

– No realizar exámenes radiológicos innecesarios.

– En la sala solo permanecerá el paciente y el personal estrictamente necesario. En el caso de que participe personal intervencionista, éstos deberán usar los equipos necesarios, como los mandiles y los protectores de tiroides.

– Preguntar a las mujeres en edad fértil si existe probabilidad de embarazo.

– Todas las puertas deberán permanecer cerradas durante el disparo.

– Ajustar el Kv. y mAs. a los valores mínimos indispensables en cada exploración.

– Utilizar los colimadores y protectores.

– La distancia foco-piel será de 30 cm como mínimo, aunque sería aconsejable 60 cm. Habrá determinadas proyecciones en las que se incrementará la distancia hasta 150 cm. como mínimo, por ejemplo en las de tórax.

– Reducir al máximo el espacio paciente-intensificador de la imagen, ya que así se conseguirán dosis menores de radiación.

– Las placas deberán ir identificadas con nombre, fecha y marcador de derecha para evitar fallos y repeticiones.

– La dosimetría personalizada será necesaria durante la jornada laboral.

– Evitar la radiación de las zonas más radiosensibles, tanto como sea posible, usando proyecciones más idóneas.

– El haz no se deberá proyectar hacia puertas, ventanas o control.

– Controlar los posibles accesos no controlados a la sala. Para ello sería aconsejable la utilización de cabinas con puertas plomadas para pacientes.