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Hábitos alimentarios en pacientes con trastorno mental grave

Hábitos alimentarios en pacientes con trastorno mental grave

Resumen

El sobrepeso, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo y los malos hábitos dietéticos son algunas de las enfermedades que se relacionan directamente con patologías médicas cuyas complicaciones son potencialmente mortales. En el caso de las personas con Trastornos Mentales Graves (TMG), la prevalencia de este tipo de problemas es significativamente mayor comparada con la población general. Lo que hace necesario un estricto seguimiento de la alimentación con este tipo de pacientes.

Autoras

María del Rocío Ruiz Calzado, DUE. Hospital Reina Sofía, Córdoba.

Amparo Camacho Reyes, DUE, Oncología pediátrica. Hospital Universitario La Paz, Madrid.

María Jesús Carrasco Monterde, DUE, Unidad de cuidados neonatales, Complejo hospitalario de Huelva.

Objetivo

Estado nutricional de las personas con TMG. Recomendaciones y beneficios de una correcta alimentación.

Palabras clave: alimentación, salud, nutrición, trastorno mental grave.

Introducción

Siguiendo el Proceso Asistencial Integrado Trastorno Mental Grave (Consejería de Salud, 2006), al hablar de Trastorno Mental Grave (TMG) se hace referencia a un conjunto de personas que sufren entidades clínicas diferentes, pero que además, presentan una serie de problemas comunes derivados de la discapacidad producida por la enfermedad. El impacto del TMG, así entendido, es enorme en cuanto a la calidad de vida de las personas afectadas y de sus familiares.

Las personas con un trastorno mental grave constituyen una población de especial vulnerabilidad, al tener asociadas tasas de prevalencia más altas de problemas somáticos, mayores tasas de mortalidad para determinadas patologías y una esperanza de vida menor que la población general. Aparte de las actuaciones sanitarias de prevención, detección, intervención y monitorización de las patologías es de suma importancia promover estilos de vida más saludables en estas personas.

En la actualidad existe suficiente conocimiento para afirmar que las personas que presentan enfermedades mentales y, en particular trastornos mentales graves, tienen asociadas tasas de prevalencia más altas de problemas somáticos, mayores tasas de mortalidad para determinadas patologías y una esperanza de vida menor que la población general

Es manifiesta la necesidad de dotar de mayor prioridad a las necesidades de salud física de las personas con problemas de salud mental. Se revelan como imprescindibles intervenciones dirigidas hacia el establecimiento de hábitos de vida saludable, que además de mantenidas en el tiempo, lleven un estricto control por los profesionales de la Salud Mental, ya que son estos los que mantiene un estrecho contacto con los usuarios afectados. La prevención, la evaluación del riesgo metabólico cuando se prescriben antipsicóticos, la participación de pacientes y familias en los programas descritos, se revelan como estrategias eficaces para la promoción de la salud.

Regulación y consumo de alimentos

El peso corporal de una persona depende de factores relacionados con el hambre, la saciedad y la incorporación y el uso de la energía. Desde el descubrimiento de las formas hereditarias de la obesidad (1950), se han analizado la regulación de estos factores. Fue así como se descubrió la función de la leptina en el control de la absorción y el uso de la energía a través de la regulación de varios factores asociados a la saciedad en el hipotálamo.

La regulación del consumo de alimentos es pues un proceso complejo asociado con mecanismos metabólicos, endocrinos y neuronales. Los estímulos visuales y olfatorios son importantes pero el sabor cumple una función esencial en la regulación de la ingesta. Dentro de las hormonas digestivas, la hormona de la saciedad (CCK), se considera una de las más importantes. Los receptores presentes en el estómago y el duodeno estimulan la secreción de estas hormonas, y las señales se desplazan a través de la corriente sanguínea o de impulsos nerviosos vagales aferentes. El nervio vago transmite señales procedentes de los receptores de estiramiento que indican que el estómago está lleno. La insulina también produce saciedad a través de la regulación de los receptores de insulina presentes en el SNC.

Existen dos centros importantes para la absorción de nutrientes en el hipotálamo: el centro de saciedad y aquel que regula el apetito. Ambos se ven influenciados por diversas sustancias neuroquímicas. Las influencias psicológicas ejercen un impacto importante sobre la regulación de la ingesta de alimentos. El estrés constante y prolongado por ejemplo, puede provocar una pérdida de peso duradera al activar los sistemas neuroendocrinos. La costumbre en cambio es un factor importante asociado con el sobrepeso cuando el aporte de alimentos es constante y abundante.

El encéfalo, además de controlar de forma directa las actividades motoras asociadas con la ingesta de alimentos, puede actuar sobre los órganos periféricos a través del sistema nervioso autónomo y de hormonas secretadas por la adenohipófisis. En ocasiones la reducción del peso corporal se asocia con un nivel elevado de actividad en el sistema nervioso simpático. Se ha observado en las personas con sobrepeso una reducción de la secreción de prolactina y hormona de crecimiento. La influencia pues sobre el metabolismo de las células afecta también a los procesos asociados con la ingesta de alimentos.

Para el mantenimiento de un peso óptimo y estable (IMC entre 18.5-24.9 kg/m2), la ingesta calórica debe ser adecuada al gasto energético de cada persona. Un exceso de energía conduciría a situaciones de obesidad y un defecto produciría desnutrición, situaciones ambas con importante repercusión en la salud

Importancia de la alimentación equilibrada y la actividad física en el estado de salud

Alimentación Equilibrada Una alimentación saludable contiene cantidades suficientes de calorías y nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo óptimo del organismo en cada etapa de la vida y para prevenir deficiencias o excesos nutricionales. Además, aporta carbohidratos, proteínas y grasas en proporciones adecuadas para reducir el riesgo de enfermedades crónicas y es esencial para llevar una vida activa y productiva.

Muchos son los países que desarrollan recomendaciones con el propósito de recomendar pautas básicas relacionadas con la ingesta deseable de nutrientes. A medida que la ciencia de la nutrición avanza esas recomendaciones se revisan en forma periódica, y nuevos hallazgos modifican ideas establecidas. También los factores externos se modifican

La dieta debe ser variada y debe garantizar el aporte no sólo de los nutrientes requeridos, sino también, el consumo de cantidades suficientes de componentes alimentarios que, aunque no sean nutrientes, tienen efectos biológicos e influyen en la salud y en la vulnerabilidad a las enfermedades, como son la fibra alimentaria, el caroteno beta y sustancias fitoquímicas que se encuentran exclusivamente en los vegetales.

Se sabe que los factores genéticos, ambientales y culturales pueden afectar a la salud, pero existe evidencia científica de que el modelo alimentario es uno de los principales factores determinantes del nivel de salud, tanto individuales como colectivos.

Durante este tiempo también los profesionales de todo el mundo han recomendado una reducción del consumo de lípidos y un aumento de la ingesta de los hidratos de carbono. Se basan en su apreciación de que en las naciones occidentales industrializadas el consumo elevado de lípidos parece relacionarse con una incidencia elevada de cardiopatía coronaria. Es por esto que las dietas con bajo contenido de lípidos adquirieron gran relevancia. Aparecieron un gran número de productos “bajo en grasa” en la industria alimentaria con mensajes cautivadores sobre las bondades de los mismos. Se publicaron numerosas advertencias que consideraban que esta estrategia carente de lípidos era arbitraria, pero la mayoría de estos consejos no se tomaron en cuenta.