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Evaluación de las intervenciones sobre nutrición para controlar el peso en personas con esquizofrenia

Evaluación de las intervenciones sobre nutrición para controlar el peso en personas con esquizofrenia

Resumen

La obesidad es una comorbilidad común en la esquizofrenia, pero pocos estudios han abordado la obesidad en relación con pacientes con esquizofrenia. El sobrepeso, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo y los malos hábitos dietéticos son algunas de las enfermedades que se relacionan directamente con patologías médicas cuyas complicaciones son potencialmente mortales. En el caso de las personas con esquizofrenia, la prevalencia de éste tipo de problemas es significativamente mayor comparada con la población general.

Autoras

María del Rocío Ruiz Calzado, DUE. Hospital Reina Sofía, Córdoba.

Amparo Camacho Reyes, DUE, Oncología pediátrica. Hospital Universitario La Paz, Madrid.

Rosa María Zamorano Antonio. DUE. Master oficial en Cuidados críticos. Servicio de Dermatología. Hospital Universitario de Torrejón. Madrid.

Objetivo

Valorar la eficacia de los programas educativos para la reducción de peso en personas con esquizofrenia.

Palabras clave: esquizofrenia, obesidad, sedentarismo, trastornos mentales.

Introducción

Las personas con esquizofrenia y trastorno bipolar tienen menor esperanza de vida en comparación con la población general. Las causas de mortalidad se deben fundamentalmente al suicidio y a sucesos naturales, entre los que destacan eventos cardiovasculares. Los pacientes con trastorno psiquiátrico presentan altas tasas de diabetes mellitus, hipertensión arterial, obesidad y dislipemia.

Los efectos adversos del tratamiento farmacológico, a través de anti­psicóticos atípicos, también podrían contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares (ECV) en estos pacientes. El uso de estos medicamentos se ha asociado con un drástico aumento de peso, diabetes mellitus y un perfil lipídico aterogénico, Sin embargo, y acorde a la situación nutricional actual, se observan en estos sujetos conductas modificables, como el tabaquismo, sedentarismo, e inadecuada alimentación. En pacientes con trastornos psiquiátricos, se ha visto que quienes tienden a comer una gran cantidad de ácidos grasos saturados (AGS), en general, tienden a consumir mucha azúcar.

Según el patrón alimentario descrito anteriormente, estos sujetos presentan un mayor riesgo de desarrollar ECV debido al exceso de ingesta de energía, hidratos de carbono (CHO) simples y AGS, lo cual, además, constituye un factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas. Los hidratos de carbono (CHO) son unos de los macronutrientes que aportan la mayor proporción de energía de la dieta, y por lo tanto, pueden contribuir al aumento de peso cuando se consumen en exceso en relación a las necesidades energéticas.

Existe evidencia suficiente que describe el patrón alimentario de los sujetos con trastornos psiquiátricos, sin embargo, no hay estudios claros que permitan asociar la ingesta dietética con los parámetros antropométricos de éstos. La hipótesis planteada según un estudio es que existe asociación entre la cantidad y calidad de los hidratos de carbono (CHO) y ácidos grasos AG de la dieta con índice de masa corporal (IMC), circunferencia de cintura y porcentaje de grasa corporal en sujetos con esquizofrenia.

Según un análisis más detallado por etapas de regresión mostró que el sexo, la diabetes tipo 2, nivel de educación, los triglicéridos y la cantidad de fumar / día fueron predictores significativos de la obesidad.

Otro estudio demostró que la prevalencia de la obesidad en pacientes con esquizofrenia es más alta que en la población general. Algunas variables demográficas y clínicas son factores de riesgo para la obesidad en la esquizofrenia.

Por esta razón, cada día tiene más importancia los programas educativos sobre alimentación para la reducción de peso, diseñados específicamente para personas con esquizofrenia.

Hemos encontrado 3 revisiones bibliográficas que se plantean como objetivo determinar los efectos de intervenciones de tipo farmacológico y no farmacológico, en la reducción y prevención de la ganancia de peso en personas con esquizofrenia. Señalan, como principales causas de la obesidad en este grupo de población; el sedentarismo, la alimentación inadecuada y el consumo de antipsicóticos. Dentro de las intervenciones no farmacológicas coinciden en la elaboración de programas cognitivo conductuales que incluyan; manejo del estrés, control de impulsos, auto monitoreo de la alimentación y del ejercicio físico, resolución de problemas y soporte social.

En las 3 revisiones se afirma que se produjo un cambio significativo en el peso medio al finalizar el tratamiento, incidiendo en la necesidad de dar prioridad a lograr un buen control de la enfermedad mental a través de la educación del paciente y la familia  acerca de los riesgos metabólicos, dieta, actividad física y estilo de vida saludable. Se hace especial hincapié además en la puesta en práctica de intervenciones que prevengan el aumento de peso y que se ajusten a las características específicas de este tipo de población, dada la dificultad posterior para el seguimiento de programas de reducción de peso. Encuentran como limitación en la interpretación de los datos  el pequeño tamaño de las muestras, la escasa duración de las intervenciones para la reducción de peso diseñados específicamente para personas con esquizofrenia (una media de seis meses), y la variabilidad de las mismas.

Concluyen que son necesarios más estudios clínicos para examinar la eficacia de ese tipo de intervenciones. Se advierte de que la pérdida de peso en esta población es difícil, y que las personas que toman medicamentos antipsicóticos deberían ser monitoreadas de forma programada para el control de peso.

Encontramos otros 2 artículos que corresponden a ensayos clínicos. En los dos primeros se llevan a cabo programas de pérdida de peso  en personas con esquizofrenia complementados además con la entrega de alimentos de reemplazo. En ambos casos los usuarios recibieron instrucción que abarcaba tanto la preparación de alimentos, planificación de los mismos, compras almacenamiento y realización de ejercicio físico. A corto plazo se obtuvieron resultados positivos.

En el primero, se proporcionan gratuitamente frutas y verduras frescas durante todo el tiempo que se mantiene la intervención. Se considera como posible causa para el no mantenimiento de los resultados a largo plazo, la dificultad de los usuarios, una vez terminada la intervención, para comprar este tipo de productos por su elevado coste y para acceder al supermercado. Los resultados dotan además de poco valor a la instrucción. Se señala como posible causa las características de los propios participantes en cuanto a su falta de voluntad o incapacidad para aprender.

En el segundo, era reembolsado a los participantes el dinero de ciertos alimentos comprados por ellos mismos y que habían sido previamente pactados. Esta estrategia se considera como un método indirecto para la provisión de alimentos, así como un incentivo financiero para la asistencia. En este ensayo, sí se mantiene la pérdida de peso a largo plazo. Lo justifican, en ausencia de sesiones de refuerzo, por la eficacia de la combinación de tratamiento conductual grupal, provisión de alimentos, tours de compras, demostraciones de comidas y mejora de la actividad física. Ambos ensayos confirman que los datos no son extrapolables debido al pequeño tamaño de la muestra. Coinciden con otros trabajos en cuanto a la necesidad de realizar más ensayos clínicos, reseñando que en la mayoría de los estudios se logró detener el aumento de peso y/o la consecución de beneficios modestos. Afirman que estas intervenciones son más rentables que la costosa intervención farmacológica para la obesidad.

Encontramos otro artículo, un estudio piloto que valora la eficacia de un programa cognitivo conductual en el control de peso de individuos con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo que toman antipsicóticos atípicos. Un proyecto exitoso de prevención de la diabetes  que utilizaba una intervención cognitivo-conductual fue utilizado como modelo.  Este estudio hace especial hincapié en que no hubo ningún abandono en el periodo de dieciséis semanas de instrucción. Los miembros de este grupo estaban muy interesados y motivados  en bajar de peso, lo que sugiere la importancia de las intervenciones de estilo de vida, que también pueden llegar a reducir la incidencia de diabetes en esta población de alto riesgo. Los datos resultantes del estudio carecen de significación estadística, fundamentalmente por el reducido tamaño de la muestra.

Revisamos otro artículo, un estudio transversal que evalúa la ingesta dietética de los pacientes con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo tratados con antipsicóticos atípicos.  Los hallazgos sugirieron que la obesidad en personas con esquizofrenia no está solamente relacionada con el consumo de alimentos, de hecho este grupo de población consumía menos calorías que la población general. La reducida actividad física y los efectos secundarios de la medicación, se repiten también aquí como factores que predisponen a la obesidad. Coincidiendo con lo argumentado en los estudios anteriores, las intervenciones para control de peso en personas con esquizofrenia, deben centrarse en la mejora del estilo de vida en general.

Conclusión

La obesidad y sus consecuencias constituyen una amenaza grave para la salud de las personas con esquizofrenia, y para el mantenimiento de una calidad de vida aceptable. Se hace manifiesta la necesidad de abordar las demandas de salud física de las personas con problemas de salud mental, problemas que son proporcionalmente más altos que en el resto de la población, pero no siempre atendidos en controles rutinarios programados. Tal y como se reitera en la literatura revisada, son imprescindibles ensayos clínicos adicionales con muestras más grandes y  tratamientos de larga duración, para evaluar la eficacia y seguimiento de las intervenciones  en la prevención de la ganancia de peso y el mantenimiento del mismo.