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Las matronas. Historia del cuidar en Enfermería

Las matronas. Historia del cuidar en Enfermería

Resumen

A lo largo de la historia de la Enfermería, las matronas han sido indispensables para mantener la salud. Su participación comenzó ante una explosión de determinadas enfermedades infecto-contagiosas. La protección, la promoción y la continuación de la vida, fue una labor que recayó fundamentalmente en las mujeres.

Autores: María Bielsa Miñana 1 Beatriz Pinto Rodríguez 2 Elena Alloza García 3 Sara Pérez Mateo 4

1 María Bielsa Miñana. Diplomada en Enfermería. Enfermera en Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.

2 Beatriz Pinto Rodríguez. Diplomada en Enfermería. Enfermera con plaza en propiedad en Can Misses de Ibiza. Enfermera en Hospital Can Misses de Ibiza.

3 Elena Alloza García. Graduada en Enfermería. Enfermera en Mas Prevención de Zaragoza.

4 Sara Pérez Mateo. Graduada en Enfermería. Enfermera en Hospital Psiquiátrico Prisma de Zaragoza.

La figura de las matronas es y ha sido de mujeres expertas. Aunque dicha profesión ha recibido distintos nombres durante diferentes épocas, su conocimiento siempre se ha forjado en la observación, la práctica y la trasmisión de conocimientos entre las mujeres.

Palabras clave: matrona, cuidar, historia, mujer

 

Introducción

El oficio de la matrona ha ido sufriendo cambios significativos a través del tiempo, y podremos observar desde la importancia que adquirieron en la antigüedad, actuando de forma autodidacta, hasta la actualidad, donde la figura de la matrona goza de un reconocimiento académico y prestigio social, pasando por una época en la que la profesión se vio desvalorizada y apartada por el poder científico y técnico.

Desde la antigüedad, la mujer ha hecho uso de la naturaleza, ha usado el agua para la higiene, las pieles para el abrigo, las plantas y el aceite para la alimentación y por último, y más importante, las manos, elemento fundamental para transmitir bienestar. Los cuidados se entremezclaban con actividades rituales, y con el trascurso del tiempo dieron lugar a diferentes disciplinas. Por ello, durante el trascurso de toda la historia de la humanidad, el arte de cuidar se ha atribuido a la mujer. Esta función se podría considerar como una elongación de la función natural y biológica de la mujer.

La evolución de dicha profesión se engloba como parte de una totalidad de cambios sociales, políticos, económicos y culturales, el momento actual es el resultado de siglos de intervenciones.

Marco teórico

De la antigüedad a la edad media

En la antigüedad, tenemos experiencias de partos narradas hasta el Antiguo Testamento, donde queda patente la presencia femenina, la comadrona, que asiste en los alumbramientos de distintas mujeres.

La figura de la matrona parece ser una persona experimentada en la asistencia de los partos. De hecho, parecen adquirir un papel fundamental y de amplio reconocimiento dentro de las civilizaciones antiguas, como por ejemplo, en la egipcia, donde además la profesión de comadrona era reconocida como ocupación femenina. No obstante, en la Grecia Clásica, el oficio pasa de un elevado estatus a una merma en su posición social. En la era romana, también era un oficio de dedicación femenina, en la que seguían disfrutando de reconocimiento y prestigio social.

En las épocas nombradas, las mujeres sólo podían ser examinadas ginecológicamente por otra mujer, la más sublime conocedora del cuerpo femenino gracias a la observación y experiencias transmitidas entre generaciones. Las competencias de una mujer comadrona era la de asistir a los partos, examinar al recién nacido antes de pinzar el cordón umbilical, seguir la evolución de los embarazos, anticiparse a los problemas de las mujeres jóvenes que acudían a ellas ante el deseo de abortar…

Este oficio, actualmente profesionalizado, marca una tendencia mayoritariamente femenina, incluso exclusivamente en tiempos ancestros, debido a la necesidad de proporcionar ayuda mutua y preservar el pudor femenino.

Las mujeres eran sublevadas a la figura masculina en todos sus aspectos, tanto física como psíquicamente, ya que la mujer era considerada persona impura. El parto pasa a la categoría de contaminante, por ello se separaba del padre en el momento del alumbramiento. Estos aspectos dotan a la mujer como única figura presente en el parto, ya que se pueden mover sin riesgo entre lo impuro, lo sagrado y la muerte, puesto que los hombres no podrían realizarlo sin prejuicios. Así podemos analizar que la posición social de las mujeres venía marcada y delimitada por hechos meramente biológicos, naturales, innatos del sexo, aunque también culturales y sociales.

La bibliografía encontrad en la época sobre temas de partos y ginecología, los autores son todos de género masculino. Es controvertido el hecho de escribir sobre algo donde el hombre no tenía acceso, por lo tanto, hace pensar que la transmisión de conocimientos de mujer a mujer también se pasó a los hombres para dejar constancia escrita del oficio.

En zonas rurales, muchas veces, la matrona constituya la única figura accesible en términos de salud, a pesar de que sus conocimientos fueran escasos o limitados en la Alta y Baja Edad Media. Estos conocimientos escasos provocaban que los partos no eutócicos, es decir, los que no trascurrían con normalidad, desembocaran en un final no deseado.

En la Edad Media también hay una fuerte influencia de la religión cristiana y en el momento de atender al acto de partear, es costumbre la búsqueda de un santo o virgen para proporcionar protección, así como amuletos o sortilegios. Posteriormente, sus actividades fueron progresivamente prohibidas puesto que no eran licenciadas, y fueron expropiándose del hacer femenino, y en contraposición, tampoco se les permitía acceder al conocimiento científico y a los saberes médicos. También empezaron a considerar brujas a las comadronas fruto de la fabricación de ungüentos y pociones mágicas, y consecuencia del temor a que pudieran asumir las mismas responsabilidades, por eso aún eran más alejadas de los estudios. El fenómeno de la brujería se desarrolló distinto en diferentes sociedades, pero se atribuyó al hecho impredecible y ritualista que seguía las comadronas durante el embarazo y el parto.