Muchos de los fármacos empleados hoy en día —como el opio, la quinina, la aspirina o la digital— replican sintéticamente o aíslan los principios activos de remedios vegetales tradicionales conocidos incluso desde épocas prehistóricas. Su origen persiste en las etimologías —como el ácido salicílico, así llamado por extraerse de la corteza del sauce o la digital, de la planta del mismo nombre.