Actualmente la prevalencia de pacientes que desarrollan infección nosocomial en un hospital español es entre 5 y 6 pacientes de cada 100, una cifra aceptable, difícil de disminuir. Pero centrándonos en un foco de infección nosocomial en concreto, la infección respiratoria, observamos que ésta ha sufrido un gran aumento respecto a 1990 y, desde 2002, es una de las infecciones relacionadas con la asistencia hospitalaria más frecuentes.
En condiciones normales, la glucemia tras el nacimiento experimenta un descenso, que generalmente, gracias a los mecanismos de regulación fisiológicos del neonato es revertido. En algunas ocasiones, se produce una alteración de la regulación que da lugar a hipoglucemia, y que frecuentemente, se corresponde con un desorden transitorio que no tiene mayores consecuencias. Si la hipoglucemiantes recurrente o persistente, puede desencadenar en una morbilidad importante, incluyendo daños cerebrales y, por tanto, repercusiones neurológicas.
La enfermería juega un papel primordial en el proceso de TPH, puesto que participa en todas las fases del mismo. Por ello, es fundamental que el personal de enfermería posea conocimiento acerca del procedimiento del trasplante, sus etapas y sus posibles complicaciones, además de los cuidados necesarios que debe proporcionar al paciente sometido a TPH.
La seguridad del paciente, además de constituir un derecho fundamental, es un elemento clave en la determinación de la calidad en la asistencia sanitaria. Un indicador importante de la seguridad del paciente es la prevalencia e incidencia de efectos adversos que se producen en el ámbito sanitario. En este contexto, entendemos el término ‘efectos adversos’ como “los daños no intencionados provocados por un acto médico más que por el proceso nosológico en sí”.
La meningitis bacteriana es una patología infecciosa grave que constituye una importante causa potencial de morbimortalidad en la edad pediátrica, por lo que se considera una emergencia médica.