Durante siglos la ignorancia ha hecho que nos sintiéramos muy lejos de los recién nacidos al considerarlos incapaces, inhumanos, prehumanos, torpes e insensibles. Esta falsa creencia nos ha llevado a una crianza más difícil y a una primera infancia más desdichada.
Frente a un modelo idealizado de “mitificación de la maternidad”, de idealización de la maternidad y de los lazos entre la madre y los hijos surge, actualmente, un modelo alternativo en torno a la parentalidad que se presenta como ejemplar o deseable y que prescribe una mayor presencia de los padres y su participación equilibrada en el cuidado de los hijos. Se trata de dar una nueva dimensión a la paternidad, incorporando al padre a las tareas de crianza y educación que habitualmente sólo realizaba la madre.