El ser humano se empeña en las imperfecciones, en buscar la felicidad con la creación y evolución del mundo externo olvidando su propio yo, el conocimiento y la felicidad interior. En contra de la filosofía de Aristóteles que dice: “el fin del ser humano es desarrollar su naturaleza. Con su razón, el hombre logra el conocimiento de la verdad y el bien, con ellos puede aspirar a su realización y a la felicidad”. Mediante la presente monografía se hace una reflexión profunda sobre el distanciamiento que la tecnociencia ha originado en la práctica médica pediátrica, haciendo más honda la brecha entre lo humano y la ciencia. Sin tomar en cuenta las necesidades afectivas y de seguridad que amerita el paciente (niño) y sus familiares. Ha llegado el momento de ver al paciente como una persona, con apellido y nombre de una manera integral, su cuerpo, su enfermedad, su psiquis. sus pensamientos, etc. Para lograr un verdadero efecto terapéutico exitoso. No dejemos que las máquinas dirijan nuestras conciencias.
Toda intervención quirúrgica es un acontecimiento desconocido que irrumpe en la vida de una persona (adulto o niño) e inclusive en los familiares, pues la idea que se tiene de una cirugía está impregnada de creencias y fantasías, que provocan temor y una carga de ansiedad excesiva. Las intervenciones quirúrgicas constituyen una fuente de estrés psicológico, porque obligan a los pacientes niños y a familiares en este caso a los padres a enfrentarse a una situaciones desconocidas y que, además, implican ciertos riesgos que están relacionados con la vida. Motivado a ello realizamos este trabajo cuyo objetivo general es Generar una teoría reflexiva sobre el significado que tiene para los padres de los escolares el hecho de afrontar una intervención quirúrgica de sus hijos.