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Factores psicosociales. Estrés laboral y Enfermería

Factores psicosociales. Estrés laboral y Enfermería

RESUMEN

El concepto factores psicosociales hace referencia a aquellas condiciones laborales que están directamente relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la realización de la tarea, y que tienen capacidad para afectar tanto al bienestar o a la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo del trabajo.

Las consecuencias perjudiciales sobre la salud o el bienestar del trabajador que se derivan de unas condiciones psicosociales adversas o desfavorables son el estrés, la insatisfacción laboral, problemas de relación, desmotivación laboral, etc.

Factores psicosociales. Estrés laboral y Enfermería

Ramón Peinador Aguilar. Diplomado en Enfermería. Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales

Hospital General de la Defensa en Zaragoza

PALABRAS CLAVE: Factores psicosociales. Estrés laboral. Ámbito sanitario.

FACTORES PSICOSOCIALES. ESTRÉS LABORAL Y ENFERMERÍA

INTRODUCCIÓN

Ante una determinada condición psicosocial adversa no todos los trabajadores desarrollarán las mismas reacciones. Ciertas características propias de cada trabajador (personalidad, necesidades, expectativas, vulnerabilidad, capacidad de adaptación, etc.) determinarán la magnitud y la naturaleza tanto de sus reacciones como de las consecuencias que sufrirá. Así, estas características personales también tienen un papel importante en la generación de problemas de esta naturaleza (1). Desde este planteamiento, los riesgos psicosociales se pueden categorizar en dos bloques:

  • Estresores o demandas laborales, entendidas como aspectos físicos, sociales y organizacionales que requieren esfuerzo sostenido, y están asociados a ciertos costes fisiológicos y psicológicos.
  • La falta de recursos personales y laborales. Los recursos personales hacen referencia a las características de las personas tales como autoeficacia profesional. Por otra parte, los recursos laborales, son entre otros, el nivel de autonomía en el trabajo, el feedback o retroalimentación sobre las tareas realizadas, y la formación que oferta la organización (2).

El estrés es difícil de determinar porque es muy común; tiene muchas causas que es casi imposible medir. Cierto grado de estrés en la vida es normal y necesario, pero si se prolonga o es repetido y continuo, el organismo se agota y pueden surgir enfermedades. Los primeros síntomas de una reacción de estrés-distrés crónico pueden ser inespecíficos: indecisión, falta de apetito, pérdida de peso, funcionamiento irregular de los intestinos, dolor de cabeza, dolor de espalda, alergias de la piel, insomnio, nerviosismo, temblores, mala memoria e irritabilidad. Puede que estos síntomas no aparezcan y que el estrés conduzca directamente a una enfermedad real.

Tema especial es, dentro de los aspectos relacionales del trabajo, el trato con personal ajeno a la empresa o a la Administración, clientes, usuarios o consumidores del producto de nuestra responsabilidad; este trato genera una forma de tensión que los expertos individualizan en sus consecuencias negativas bajo el calificativo de Síndrome de Burnout (estar quemado), describiéndolo como una entidad clínica diferenciada. En este caso concreto se encuentra el personal de Enfermería.

La Organización Internacional del Trabajo ha señalado la precariedad de estudios e investigaciones sobre el entorno psicosocial. Sugiere que la dificultad de objetivarlos y de medirlos y también la escasez de estructuras adecuadas para concretar la información psicosocial en programas de prevención son la causa de este aparente abandono (3).

FACTORES PSICOSOCIALES EN EL ÁMBITO SANITARIO

A pesar de que es sabido y reconocido que el trabajo hospitalario es fuente de estrés y carga mental, es difícil contar con instrumentos que permitan prever cuándo una situación de trabajo es susceptible de originar en los trabajadores estados de estrés o fatiga mental (4).

La carga mental se refiere al grado de procesamiento de información que realiza una persona para desarrollar su tarea. Cada vez más, el trabajo, con la aplicación de las nuevas tecnologías, impone al trabajador elevadas exigencias en sus capacidades de procesar información. Paralelamente a este concepto de tratamiento de la información como generador de una situación de carga mental, hay que considerar que, además de los aspectos que se refieren a la propia tarea, deben tenerse en cuenta otras variables, de tipo organizativo, que pueden facilitar o por el contrario dificultar esta tarea. Las características del medio socioprofesional hospitalario son predominantes en la aparición de la carga mental debida al trabajo: la organización del trabajo, la creciente complejidad de las técnicas y los problemas jerárquicos son frecuentemente origen de carga mental para el personal sanitario.

El desarrollo de la tarea en este sector de actividad implica el mantenimiento constante de un nivel de atención bastante elevado. La información, además, es fluctuante: cada enfermo sigue un proceso de evolución distinto, por lo que la interpretación de variables debe adaptase en cada caso. Por otra parte, si consideramos como factor interviniente en la aparición de la carga mental las consecuencias de las decisiones que se toman, y por tanto de los posibles errores, es evidente que en el trabajo hospitalario esta variable interviene de manera decisiva por la responsabilidad que los trabajadores tienen sobre la salud de los enfermos.

A este proceso de tratamiento de información se añaden otros factores que, si bien no son generadores directos de carga mental, sí inciden en su desarrollo:

  • Existencia de situaciones de incertidumbre: a menudo la información de la que se dispone no es suficiente para decidir qué acción debe emprenderse.
  • Existencia de presiones temporales: la evolución de los enfermos exige tener que decidir, en un momento dado, entre varias posibilidades lo que supone una toma de decisión rápida.
  • El tipo de pacientes que se tratan: por un lado podemos considerar la autonomía de los enfermos, considerada ésta como el grado de dependencia de los demás.
  • La gravedad de los enfermos, relacionada con la edad de los mismos: no es lo mismo tratar a enfermos crónicos o termínales que a enfermos de menor gravedad, y además si los primeros son jóvenes la carga de trabajo es mayor.
  • El trato con pacientes y familiares: supone un trabajo de atención al público, en el que a menudo se reciben agresiones de tipo verbal llegándose en ocasiones a la agresión física.

A menudo, además, el trabajo se ve interrumpido por interferencias con otro tipo de tareas (atender el teléfono, tareas de hostelería, trámites administrativos…) lo que rompe el ritmo habitual de trabajo y obliga a un esfuerzo mayor al tener que reemprenderlo continuamente.

En el personal de Enfermería, por otra parte, ocurre con frecuencia que existe una ambigüedad de roles: las funciones de los distintos estamentos laborales no están suficientemente definidas lo que se traduce en un desconocimiento de hasta qué punto pueden llegar las obligaciones y responsabilidades del personal de Enfermería.

El trabajo hospitalario implica un servicio ininterrumpido, durante las 24 horas del día y todos los días del año, con la obvia existencia de trabajo a turnos y nocturno. Las repercusiones que este tipo de organización del tiempo de trabajo puede tener sobre la salud de las personas merecen especial atención. Dichas consecuencias se refieren principalmente a tres tipos de factores.

Modificación de los ritmos circadianos

La actividad fisiológica del organismo está sometida a una serie de ciclos establecidos. Algunos de estos ciclos cumplen un ritmo de alrededor de 24 horas, son los llamados ritmos circadianos, que siguen unos ciclos de activación y desactivación que se corresponden con los estados naturales de vigilia y sueño. Como ejemplo de éstos podemos citar la secreción de adrenalina, frecuencia cardiaca, presión sanguínea, la capacidad respiratoria, temperatura, etc. Los factores externos, como los hábitos sociales y la alternancia luz/oscuridad, actúan como sincronizadores de estos ritmos, pero su influencia es tal que, si se modifican, se alteran asimismo los ritmos biológicos dando lugar a alteraciones fisiológicas. El trabajo a turnos comporta una contradicción entre los diversos sincronizadores sociales y el organismo, lo que da lugar a la llamada «patología de la turnicidad», que se caracteriza por astenia, nerviosismo y dispepsia.

Alteraciones del sueño

En los trabajadores nocturnos la última fase del sueño se ve alterada, o simplemente no se llega a conseguir, con lo que el sueño no consigue su objetivo de recuperación de la fatiga. Por otra parte hay que considerar que las condiciones ambientales que se dan durante el día: luz, ruido…., dificultan más la posibilidad de un sueño reparador. Estas alteraciones del sueño tienen repercusiones directas sobre la salud, dando lugar a situaciones de estrés y fatiga crónica, que se traducen normalmente en alteraciones del sistema nervioso y digestivo.

Repercusiones sobre la vida familiar y social

La sociedad está organizada para un horario «normal» de trabajo. El trabajo a turnos dificulta las relaciones tanto a nivel familiar como social, por una falta de sincronización con los demás y por las dificultades de organización debido a los continuos cambios que produce la alternancia de horarios creando problemas de índole psicosocial.

ESTRÉS LABORAL

“Prefiero más bien renunciar a mi ambición, hacer menos ruido y tener menos éxito, que poner en peligro mi sistema nervioso”. Sigmund Freud

Una definición que tiene gran aceptación y que tal vez nos ofrezca la información que nos permita identificar al estrés psicosocial, es la de Mc Grath (1970): «El estrés es un desequilibrio sustancial entre la demanda y la capacidad de respuesta bajo condiciones en la que el fracaso ante esta demanda posee importantes consecuencias» (5).

Cuando hablamos del estrés nos referimos a un fenómeno con dimensiones fisiológicas y psicológicas. Algunos autores distinguen entre estrés fisiológico o biológico y estrés psíquico. Sin embargo, con esta distinción se oculta una de las claves necesarias para la comprensión del estrés: la continuidad existente entre el ámbito físico y psíquico.

En la Unión Europea, el estrés relacionado con el trabajo es el segundo problema de salud más común, después del dolor de espalda, afectando al 28% de los trabajadores. Representa más de la cuarta parte de las bajas laborales de 2 o más semanas de todos los problemas de salud relacionados con el trabajo. Puede afectar a cualquier persona en cualquier sector y en una organización de cualquier tamaño (6).

PROCESO ESTÍMULO-CONSECUENCIAS

Demandas del trabajo

Hacen referencia a todo tipo de exigencias y características del trabajo y de su organización, que pueden ser factores desencadenantes del estrés. Para muchos autores sería la naturaleza de estas demandas la que originaría de forma primordial y por encima de todo lo demás, el estrés. Según esto, el estrés tendría su origen en el tipo de demandas exteriores que se producen. Sin embargo, la consideración única de estos aspectos exteriores dejaría sin explicación las diferentes reacciones individuales de sujetos en una misma situación laboral. Entre los estresores exteriores podemos destacar los siguientes:

  • Sobrecarga de trabajo.
  • Infracarga de trabajo.
  • Infrautilización de habilidades.
  • Repetitividad.
  • Ritmo de trabajo.
  • Ambigüedad de rol.
  • Conflicto de rol.
  • Relaciones personales.
  • Inseguridad en el trabajo.
  • Promoción.
  • Falta de participación.
  • Control.
  • Formación.
  • Cambios en la organización.
  • Responsabilidad.
  • Contexto físico.

Características de la persona

Numerosos investigadores han demostrado que existe una influencia de ciertas características personales en la producción de estrés. Esto no quiere decir que el solo hecho de tener una serie de características personales determinadas desencadene por sí misma el estrés, sino que aumenta la vulnerabilidad de esos sujetos para que cuando se den unas determinadas situaciones o demandas, el sujeto tenga más probabilidades de sufrir una situación de estrés.

El modo de actuación de estas características en la generación del estrés proviene de la descompensación, desequilibrio o incongruencia entre lo que exteriormente es demandado u ofrecido y lo que los individuos necesitan, desean o son capaces de hacer. Hay que considerar que esas características están afectadas por una gran variabilidad interindividual e, incluso, también son variables en un mismo individuo a lo largo de su historia personal.

Las características personales a las que nos referimos son aquellas que se ha constatado que tienen algún tipo de relación en la generación del estrés:

  • Personalidad tipo A.
  • Dependencia.
  • Ansiedad.
  • Introversión.
  • Rigidez.
  • La formación, las destrezas y conocimientos adquiridos, la experiencia y la capacidad (intelectual y física).
  • La mala condición física y los malos hábitos de salud.

PROCESO DE APRECIACIÓN

«El estrés y la tensión surgen de las interacciones que se dan entre unas percepciones del individuo sobre el entorno, la personalidad, la amenaza experimentada y la conducta como respuesta a la amenaza» (Fineman, 1979).

En varios estudios se ha constatado la extraordinaria importancia que adquieren los mecanismos de recopilación cognitiva (percepción, interpretación, evaluación) en la generación del estrés. Estos mecanismos de apreciación favorecen un determinado tipo de razonamiento que lleva asociada la correspondiente alteración emocional.

La percepción es una compleja función psíquica que elabora los datos sensoriales llegados a la conciencia por medio de los sentidos. La interpretación y la evaluación son funciones mediante las que, a partir de la observación de las circunstancias o el contexto que rodean a una situación, se busca o intenta explicar la importancia o el significado de esa situación; esto nos permite obtener un juicio acerca del carácter de esa situación.

La apreciación que tenemos de una situación depende de ciertos aspectos actuales que la contextualizan en el momento presente. Por otra parte, existen ciertos factores ligados a la historia personal del sujeto (experiencia, formación, sensibilidad, características de personalidad…) que conformarán una peculiar forma de percibir e interpretar la realidad; son los estilos cognitivos. Existe además una forma de apreciación anticipatoria o prospectiva sobre las posibles consecuencias de nuestras conductas y en general sobre nuestro porvenir, que también va a influir en la forma en la que el sujeto va a apreciar la realidad actual. El proceso de apreciación a partir de la información obtenida de la relación que se establece entre demandas-ofertas del entorno y características-demandas de la persona ofrece una valoración positiva (situación motivadora, estrés, ajuste, equilibrio) o una valoración negativa (emoción dolorosa, distrés, desequilibrio) de esa situación y orienta al individuo en la elaboración de las respuestas específicas para enfrentarse a esa situación.

PROCESO DE RESPUESTA

En general, ante un cambio de situación que afecte al individuo (PRESIÓN) se desencadena una reacción orgánica (TENSIÓN). Así, cuando cualquier estímulo suponga un factor de desequilibrio que trastorne la estabilidad de nuestro medio interno se produce un estado de alerta, de movilización, de preparación para controlar este cambio de situación.

En este sentido, esta activación no tiene en sí misma un carácter negativo. El sujeto no responde específicamente ante cualquier demanda, es decir, no considera la naturaleza del estímulo (sea positivo o negativo) sino que se da una reacción orgánica y psicológica común ante cualquier estímulo, a la que denominaremos «respuesta no específica».

Con respecto a la reacción orgánica, una investigación de Selye (1936) dio lugar a lo que se denomina Síndrome General de Adaptación que consta de tres fases:

  • Fase de reacción de alarma: Ante un estímulo estresante, en un primer momento, la resistencia baja por debajo de lo normal, pero se produce una reacción automática encaminada a preparar el organismo para la acción, para la respuesta. Se produce un aumento de la frecuencia cardiaca, aumenta la coagulabilidad de la sangre y su concentración en las zonas en las que puede ser necesaria para la acción (músculos, cerebros, corazón). También aumenta la capacidad respiratoria y se agudizan los sentidos. Cuando el estímulo es intenso o se prolonga en el tiempo, aparece la fase de resistencia.
  • Fase de resistencia: En la que desaparecen los cambios iniciales y aparecen otros de carácter más específico para enfrentarse a la situación. Se alcanza un alto nivel de resistencia, de capacidad de esfuerzo frente a la situación. Cuando el estímulo es excesivamente prolongado o alcanza una gran intensidad y el individuo es incapaz de rechazarlo, eliminarlo o superarlo, aparece la fase de agotamiento.
  • Fase de agotamiento: Se produce la derrota de todas las estrategias adaptativas para afrontar el estímulo a una progresiva extenuación de la energía que puede llevar a la enfermedad o incluso a la muerte.

Paralelamente a esta activación fisiológica se da una activación psicológica, también de carácter no específico. Ante un determinado estímulo se produce un incremento de la capacidad de atención y concentración que permite el mantenimiento del enfoque perceptivo de una forma continuada y precisa sobre ese estímulo.

MEDIDAS PREVENTIVAS

Al igual que las causas del estrés son múltiples, no existe para reducir el estrés una única medida preventiva; sin embargo, se ha de contar con la elaboración de estrategias dirigidas a la situación del trabajo y a la persona.

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Laboral de EEUU (N.I.O.S.H.), basándose en experiencias y recomendaciones suecas, holandesas y de otros países, establece las siguientes medidas preventivas en los lugares de trabajo:

  • Horario de trabajo: diseñar los horarios de trabajo de manera que eviten conflictos con las exigencias y responsabilidades externas al trabajo. Los horarios de los turnos rotatorios deben ser estables y predecibles.
  • Participación/control: dejar que los trabajadores aporten ideas a las decisiones o acciones que afecten a su trabajo.
  • Carga de trabajo: comprobar que las exigencias de trabajo sean compatibles con las capacidades y recursos del trabajador y permitir su recuperación después de tareas físicas o mentales particularmente exigentes.
  • Contenido: diseñar las tareas de forma que confieran sentido, estímulo, sensación de plenitud y la oportunidad de hacer uso de las capacitaciones.
  • Papeles: definir claramente los papeles y responsabilidades en el trabajo.
  • Entorno social: crear oportunidades para la interacción social, incluidos el apoyo moral y la ayuda directamente relacionados con el trabajo.
  • Futuro: evitar la ambigüedad en temas de estabilidad laboral y fomentar el desarrollo de la carrera profesional.

La Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo aporta otra serie de recomendaciones como:

  • Mejorar el contenido y la organización del trabajo para controlar los factores de riesgo psicosocial.
  • Controlar los cambios en la situación de trabajo, en la salud de los trabajadores y en su interrelación.
  • Aumentar la sensibilización. Informar, preparar y educar.
  • Ampliar los objetivos y estrategias de los servicios de salud laboral o prevención de riesgos.

Para prevenir el estrés se ha de empezar a intervenir en la fase de diseño, teniendo en cuenta todos los elementos del puesto de trabajo, integrando el entorno físico y social y sus posibles repercusiones para la salud. La prevención del estrés laboral ha de pasar por la intervención a nivel de la organización; la intervención de tipo clínico a nivel individual, de reducción del estrés o sus consecuencias, puede ser útil en algunos casos, pero no siempre es la solución más eficaz y adecuada para prevenirlo.

BIBLIOGRAFÍA

1. MARTÍN DAZA F, PÉREZ BILBAO J. NTP 443. Factores psicosociales: metodología de evaluación.

2. SCHAUFELL WB, SALANOVA ML. ¿Cómo evaluar los riesgos psicosociales en el trabajo? Prevención, trabajo y salud 2002; 20:4-9.

3. DIAZ FRANCO JJ. Contenidos psicosociales y sanitarios de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y del Reglamento de los Servicios de Prevención. En: Las normas de seguridad y salud en el trabajo. Fundación MAPFRE Medicina 1999. 159-180.

4. NOGAREDA CUIXART C. NTP 275. Carga mental en el trabajo hospitalario. Guía para su valoración.

5. MARTÍN DAZA F. NTP 318. El estrés: proceso de generación en el ámbito laboral.

6. FACTS 22. El estrés relacionado con el trabajo. Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el trabajo. Bélgica 2002.