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La dama de las adelfas

La dama de las adelfas

Resumen:

La intoxicación por Nerium Oliander, adelfas, muy frecuentes en la flora natural de múltiples zonas rurales, tiene importantes consecuencias orgánicas, fundamentalmente a nivel cardiológico. El conocimiento de las propiedades de vegetación próxima a determinadas regiones nos aporta información muy útil, no sólo a nivel de intoxicaciones sino también, en cuanto a posibles interacciones con fármacos prescritos.

La dama de las adelfas

Ana María Álvarez Montoya. MIR 3º Psiquiatría, Hospital Punta de Europa Algeciras, Cádiz.

Palabras clave: ingesta, adelfas, autolisis

Para los historiadores, el primer suicida recogido en los textos desde el inicio de las civilizaciones, fue el tirano rey corintio Periandrio, quien en el siglo sexto antes de Cristo, planeó con maquiavélica estrategia su muerte para evitar caer en manos de sus enemigos.

A lo largo, de la historia de la humanidad, el suicidio ha tomado diversos carices, pasando por la condena extrema que se impuso en las sociedades cristianas a partir del siglo IV con San Agustín, hasta las sociedades maya quienes veneraban a dioses como Ixtab, la diosa del suicidio o los japoneses, cuyos samuráis rechazaban la muerte natural y se practicaban el «seppuku» o harakiri, que consistía en la muerte autoinfligida mediante un ritual que concluía con el desentrañamiento.

Los métodos para arrebatarse la vida han ido cambiando también con los años, los últimos datos recogidos en el Instituto Nacional de Estadística (INE 2006) hablan de un total de 1806 suicidios consumados, de los cuales, el método más frecuente empleado es la estrangulación o ahorcamiento, seguido de defenestración y con mucha diferencia, en tercer lugar, envenenamiento. Un 76,8% de los suicidios consumados fueron varones, mientras que en cuanto a tentativas los hombres correspondieron al 43,7%.

En cuanto al envenenamiento, observamos una reducción importante en el número de fallecimientos producidos por sobredosificación de ansiolíticos y calmantes debido fundamentalmente, a la sustitución de los barbitúricos por las benzodiacepinas. Hasta finales de los años 60, los cuadros ansiosos o de insomnio eran tratados con fármacos tipo barbitúricos, depresores del Sistema Nervioso Central (SNC) con eficacia limitada frente a la ansiedad y con importantes problemas de adicción o supresión brusca. Cuando hace unos 30 años, se descubre el «clordiacepóxido», benzodiacepina ansiolítica, comienza la rápida sustitución de los barbitúricos por esta benzodiacepina y otros precoces análogos. El perfil de seguridad de las benzodiacepinas en la actualidad, hace difícil el fallecimiento por su sobredosificación siempre y cuando no se mezcle con otros depresores como el alcohol y no partamos desde patologías orgánicas de base.

Métodos menos frecuente para culminar la desideración de muerte, son el uso de plaguicidas, hongos venenosos o plantas, aunque no por ello menos peligrosos.

Trataremos el caso clínico de un intento de autolisis mediante intoxicación por adelfas.

Historia Clínica:

Mujer de 39 años que acude a los Servicios de Cuidados Críticos y Urgencias (SCCU) acompañada de su hermana y cuñado refiriendo ingesta con fines autolíticos de una «infusión de adelfas».

Antecedentes Personales: no alergias medicamentosas ni físicas conocidas. No patologías orgánicas de interés.

Antecedentes Psiquiátricos: a la edad de 25 años dos gestos parasuicidas mediante ingesta de benzodiacepinas, del tipo loracepam 1mg, que siguió en Psicólogo privado, reactivos a una ruptura sentimental. Desde hace 14 sin seguimiento. Actualmente, toma tan sólo diacepam 5 mg para dormir.

La paciente pasa a Observación para ser monitorizada debido a la peligrosidad de la Nerium Oleander, o adelfa, cuya intoxicación es similar a la de digital. Durante su ingreso, experimenta la aparición de cuadro emético importante, pérdida de conciencia y un bloqueo de rama de segundo grado tipo Mobitz II, que es indicativo de implantación de marcapasos transitorio hasta cese de la intoxicación y sintomatología, y que es resuelto en Servicio de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de nuestro hospital.

Al alta de UCI ingresa en nuestra Unidad de Salud Mental Hospitalaria (USMH) por la importancia del intento de autolisis, que fue planeado con varias semanas de antelación, que se consumó en solitario, acompañado de ingesta masiva de alcohol (¿búsqueda de desinhibición?), la escasa contención familiar y la no crítica de lo sucedido por parte de la paciente.

Nos encontramos ante una mujer de 39 años, pequeña de tres hermanas y que trabaja eventualmente como asistenta a domicilio. Estudios primarios. De carácter retraído, tímida, con escasa red social de apoyo y relación de dependencia con su madre, enferma y dependiente para las actividades de la vida diaria. Soltera y sin hijos, reside en una zona rural apartada de núcleos urbanos. Aficionada a la jardinería desde la infancia. A la edad de 25 años, ruptura sentimental con su pareja desde los 13 años por cuestiones de infidelidad, que ella elabora con dificultad y en cuyo transcurso aparecen dos gestos parasuicidas sin clara intención autolítica y con crítica y arrepentimiento posterior. Durante un año, seguimiento por Psicólogo Privado, que hasta día de hoy no se ha continuado.

Hace dos años, inicia una relación sentimental con un varón de 50 años, al que se siente muy unida y con quien tiene planes de futuro y de ser madre. Su pareja es bien aceptada por sus hermanas y madre, forjándose un vínculo que en palabras de la paciente «le da la vida». Cuatro meses previos al ingreso, su pareja cae enferma siendo diagnosticado de proceso neoplásico en aparato digestivo, llevándole a un rápido deterioro de su estado físico y a ingresar de forma prolongada en nuestro hospital. Las hermanas de nuestra paciente, advierten entonces un cambio importante en la misma, quien reside en el hospital con su pareja y abandona totalmente su autocuidado, llegando a perder 12 kilos durante todo el proceso diagnóstico-terapéutico.

Tras el fallecimiento de su compañero, la paciente vuelve a su domicilio, donde vivía sola, aunque bajo vigilancia de sus hermanas mayores, quienes incluso temiendo la respuesta de la menor de ellas, custodian todos los medicamentos del domicilio. Aprovechando una salida al médico de las mayores y la madre a una ciudad de referencia, la menor de las hermanas ingiere una infusión de unas 20 hojas de adelfa, que ella misma cultivaba en su patio y que