La psiquiatría es una especialidad médica, y como tal, trata de conocer la causa, establecer un diagnóstico y un tratamiento eficaz para problemas más o menos concretos que atañen a la "mente" (entidad totalmente inexistente, que únicamente trata de explicar lo que no se conoce acerca del cerebro) de un ser humano.

Por el contrario, la psicología es una ciencia más amplia que pretende el conocimiento de la mente y comportamiento humanos, con una rama, la psicología clínica, que puede tener aplicación para resolver problemas de una índole médica (aunque a mi entender, siempre en colaboración y bajo la tutela del médico de familia -ya no del psiquiatra-, que ha de ser el profesional sanitario que controle de una forma global la salud de cualquier individuo), pero también con otras ramas, como la psicología social, que pueden actuar, y de hecho actúan en ámbitos como el empresarial.

Para mí, un debate más interesante es ¿cuál es la diferencia entre la psiquiatría y la neurología? y ¿hasta cuándo se va a mantener esta dicotomía absurda?
Por tanto, yo solucionaría el tema de las derivaciones en salud mental con el siguiente planteamiento:

Todo enfermo (incluyendo bajo este subjetivo, y a veces peyorativo adjetivo a personas con cualquier tipo de desadaptación ya sea social o biológica) debería ser visto en primer lugar por el médico de familia. Éste profesional sería el encargado de hacer un primer screening de la salud global del paciente (para evitar, por ejemplo, que personas con un hipotiroidismo subclínico, facilmente diagnosticable y totalmente tratable, pasen años gastando su dinero en psicoterapias que, si bien pueden paliar la punta del iceberg de sus problemas, no van a la raíz de los mismos).

El médico de familia puede él mismo tratar leves depresiones (distimias, muy comunes en gran parte de la población) con fármacos contrastadamente seguros y con actuaciones psicoterápicas breves (a las que tan acostumbrados están en su día a día). También puede derivarlo a un psicólogo para intervenciones psicoterápicas más completas (para los cuales estos profesionales están preparados), o pueden derivarlo al psiquiatra cuando el origen de su problema requiere fármacos sólo recetables por estos especialistas, un diagnóstico más detallado y complejo, o una terapéutica solo abordable desde estos centros (como por ejemplo el electroshock, una técnica con mínimos riesgos, y gran eficacia, pese a ser tan rechazada por la opinión pública).