Los medicamentos neurolépticos accionan sobre las neuronas. Las neuronas son las celdas que forman el cerebro y los nervios.
Una gran diferencia entre las neuronas y las otras celdas del organismo es que las neuronas no tienen las facultades de regeneración de otras celdas en el organismo. Si uno tiene una herida en la piel, la herida se sana en algunos días porque las celdas de la piel se duplican y regeneran la piel donde fue cortada. Esto no ocurre con las neuronas, cuyas facultades de regeneración son limitadas. Las neuronas no se duplican más en el organismo de una persona adulta. Si un corte de los nervios yendo del cerebro a las piernas provoca parálisis, no hay remedio. Si medicamentos producen daños a las neuronas, este daño puede corregirse con tiempo, pero es difícil.

Las neuronas comunican entre ellas con moléculas, llamadas "neurotransmitores", que saltan de una neurona a la otra.

Cada neurona tiene "receptores" para los transmisores.

Los neurolépticos impiden en parte la recepción de uno de los neurotransmisores más importantes: la dopamina. Las moléculas del neuroléptico bloquean hasta 70% de los receptores de dopamina. Esto disminuye la intensidad de sentimientos como miedo, rabia, pero también alegría. Lo que puede ser útil en algunas situaciones, cuando la comunicación con el paciente no es más posible.

Pero las neuronas reaccionan a este tratamiento: nuevos receptores de dopamina pueden aparecer durante el tratamiento. Estos nuevos receptores quedan en parte si el tratamiento está interrumpido.

Un tratamiento con neurolépticos demora años - o toda la vida. A pesar de que los efectos no deseados de estos medicamentos son muchos: dificultades de coordinación, de atención, sobrepeso...

Una de las secuelas más conocidas de la toma de neurolépticos se llama diskinesia tardía - sus síntomas son, entre otras, movimientos incontrolables de la lengua y la cara.

Los neurolepticos deberían ser recetados sólo en casos de necesidad absoluta.

No es así. Ocurre que se ordene un tratamiento con neurolépticos en forma preventiva, porque se sospecha que una persona podría desarrollar una sicosis. Personas que han tenido un sólo acceso de malestar cualificado de "sicosis" deberían tomar esto medicamentos sólo para impedir una nueva crisis.

Esta practica parece peligrosa: los efectos no deseados de los neurolépticos son tan importantes que pueden hacer creer que la persona es enferma de verdad. En este caso, los medicamentos producen su justificación.