Como te contaba, en cuanto te descuidas, las extrasístoles clavan su bandera en lo alto de tu cogote, y te sabes vencido, incapaz... pero esto funciona a rachas, como el viento, hoy sopla con fuerza, mañana no se mueve ni una hoja y pasado mañana, ¿quién sabe pasado mañana...?. Como te contaba, toda esta preocupación ocupa cada segundo de nuestras vidas, sin percatarnos de que la vida se esfuma a la misma velocidad con la que aumenta nuestro miedo. Fundamentalmente, este miedo (por lo menos el mio...)es que este corazón en un ataque de tartamudez se le cale el motor y que no sea su piloto capaz de ponerlo en marcha a tiempo, y no ponerlo en funcionamiento a tiempo, significa que el de la guadaña te ha pellizcado de la patilla y se te lleva de viaje pensión completa. Mi obsesión llegó a convertirme en un superhipocondríaco, en una sombra que vagaba tomándose el pulso continuamente, la tensión arterial, el miedo a tener una crisis lejos de casa me hizo conocer a la prima Agorafobia y mientras, la gente que me rodeaba me miraba asombrada: me tumbaba de lado, ora izquierdo, ora derecho, me tumbaba con la mirada espiando el techo de la habitación, subia escaleras y luego las bajaba (no tenía mas remedio, hubiese fallecido de inanición: la cocina está ubicada en la primera planta de casa...), me ponía en cuclillas, daba saltitos cual gacela recien nacida, pero ¡ojo!, mi mano derecha siempre estaba instalada sobre el esternon esperando ojo avizor pescar alguna extra por muy "pezqueñita" que fuese, o con los dedos oprimiendo la yugular con la esperanza de poder seguir su rastro, sus huellas, descubrir la caverna que okupan y enviar a los antidisturbios (betabloqueadores)a desalojarlos, permitiendo que siga eternamente el beso infinito que une a la aurícula con su ventrículo. No siempre logran su propósito...
Y esto hasta que hasta que te das cuenta de que estás cada segundo esperando a morir,¡ pero no te mueres, puñeta!, y estás convencido de que estas volteretas cardíacas se van a convertir en una voltereta mortal, pero no... y pasan los años, y mucha gente se ha ido, pero tu no, sigues con tus médicos, con tus dudas, con tus miedos, estás con todo menos con lo mas importante: tu familia, tus hijos, y regresas a tu cuerpo, te reincorporas, nunca mejor dicho. Y conciente de tu obsesión, vas aceptando lo que te pasa limando los colmillos a ese agujero negro, y que conforme los años transcurren menor poder de absorción, y con ello, mas felicidad, mas tranquilidad y veteranía para hacerle un quiebro a la incertidumbre que durante tanto tiempo ha vivido de tus rentas, sin dar un palo al agua...

Como ves, tengo alguna experiencia..., pero el miedo no lo he perdido. Te voy a confesar un secreto, no se lo digas a nadie: para estos reyes pasados habia pedido un desfibrilador...

Besitos, y ánimo a todos.

Y a Santy, como siempre: ¡a sus ordenes, mi moderadora!