Pues sí, querida Santy, no sería aventurado decir que este foro esta bien surtido de personas doctoradas en google, pero creo que hay que matizar algo esa sentencia.
Es cierto que un exceso de información, sin base suficiente para procesarla debidamente, puede llevarnos a situaciones indeseadas, pero como bien dices, para un buen médico debería ser siempre preferible un paciente bien informado e instruido, que no tome sus diagnósticos y recetas como un dogma de fe. Esa es la fina línea que creo que divide lo beneficioso de Internet (seamos generosos con yahoo y otros) de lo perjudicial. Si traspasamos la línea del simple enriquecimiento en conocimientos para intentar sustituir al profesional en su labor, entramos de lleno en zona roja. Pero mientras las pesquisas sirvan para que nuestro conocimiento del mal que padecemos sea más profundo, no veo cuál puede ser el problema, salvo que el médico de turno quiera que estemos en la más absoluta ingorancia (los hay así, puedo dar fe) para no responder de sus posible errores o inobservancias.
En resumen, una cosa es decirle al médico lo que tiene que hacer y otra bien distinta es tener el suficiente conocimiento para llevar a cabo un juicio crítico de lo que haga.
Concretando un poco más y centrándonos en nuestro caso, la pregunta que con más insistencia hacía yo al cardiólogo era si realmente era necesario que me medicara de por vida por el problema de las extras, pues ese recurso a la química así porque así me produce un verdadero rechazo. Puedo entender que un diabético tenga que recurrir a la insulina (aunque a estas alturas de la civilización ya no debería de ser así), pero que alguien que padece extras y que tiene un corazón funcionalmente sano tenga que estar tomando porquerías para siempre no me entraba en la cabeza. La respuesta del profesional siempre fue algo tibia, de forma que no tuve en principio muy claro cuáles era mis posibilidades. Por fortuna me guiaron hasta este foro, en el que pude comprobar lo que ya me gritaba mi propio cuerpo sin que yo fuera capaz de oirlo: ni sumial, ni atenolol ni nada de nada. La diferencia entre tomar esas sustancias o no tomarlas no es tan significativa (hablo de mi caso particular) como para elegir la primera opción y mucho menos las consecuencias. De ahí deduje que la tibieza de mi cardiólogo se debía a su falta de conocimiento de mi personalidad, pues por lo que he podido comprobar a posteriori, está acostumbrado a atender a pacientes que en una situación idéntica, casi le exigen que los medique, de ahí que le choque una actitud contraria a esa.
En fin, supongo que cada cual cuenta la feria según le va en ella, así que esta es mi particularísima visión del asunto.
Un saludo,
Carlos.