Bueno, Bichi, lo que tienes que pensar es que las extras y el ejercicio en principio no son incompatibles. Los límites a tus entrenamientos los tendrás que poner en función de otros parámetros (ritmo cardiaco, capacidad respiratoria y, en suma, tus propias sensaciones), pero desde luego, lo mejor que puedes hacer es olvidarte de las extras... "escucharnos" demasiado no es bueno.
Yo retomé la práctica deportiva hace ya unos meses y, en principio, lo hice temeroso. No tenía muy claro cómo iba a responder mi cuerpo. Pero una vez que empecé y, por supuesto, dejando las extras en el olvido, no he tenido problemas con ellas. Es más, durante el ejercicio jamás las siento. Pueden abordarme en cualquier otro momento, sentado, andando e incluso acostado, pero cuando el corazón va a toda pastilla no tienen oportunidad de fastidiarme.
Así pues, sé valiente, pero no temeraria; controla tus pulsaciones durante el ejercicio si te ves en baja forma (sinceramente, yo no lo hago, pues creo que sólo serviría para aumentar la paranoía), pero no olvidemos que con un corazón sano, el límite lo pondrá tu propio organismo en conjunto, mucho antes incluso de que puedas tener problemas cardiacos. Una persona sana, no se plantea nunca a la hora de afrontar un esfuerzo físico la posibilidad de un yuyu, como tú lo defines, así que tampoco nosotros tenemos por qué hacerlo.
Anímate y olvidate de tus extras, que son compañeras de viaje incómodas, pero sólo eso.

Saludos,

Carlos.