Tal es el pánico que despierta, que ya se ha acuñado un nombre que explica la frustración con la que deben convivir: eurotofobia o miedo a enrojecer.

Debido al aislamiento y la incomunicación, los datos son escasos, ya que pocas veces las personas que lo padecen acuden al médico. De ahí que la prevalencia real puede estar entre el 1,5 y el 2 por ciento de la población.

El rubor facial tiene mucho que ver con la hiperhidrosis que impide que los afectados realicen las actividades más cotidianas. Este trastorno, cuyos síntomas se asocian al rubor facial, consiste en un aumento exagerado de la sudoración que afecta de modo especial a manos, axilas y pies. Quien lo padece tiene verdaderos problemas a la hora de relacionarse en el entorno social y para desarrollar la mayoría de los trabajos.

Sin embargo hay quienes sugieren se realice una intervención quirúrgica .

La operación consiste en desconectar la cadena del sistema nervioso simpático que controla la sudoración y el enrojecimiento. Se realiza una incisión en cada lado del tórax de dos centímetros para introducir una óptica y se localiza la cadena simpática. Ésta se secciona, deja de emitir impulsos e interrumpe las señales nerviosas que llegan al cerebro. No obstante, a pesar de los excelentes resultados registrados, no hay que descartar posibles efectos secundarios.

En general no es muy recomendable realizarse esta operación.
Sino más bien informarse de los pros y contras.