El libro del MSc. Dr. Alberto Quirantes Hernández, Comer... pero sin sal, recrea diversos temas que señalan la senda del disfrute de los sabores desde la cultura del bienestar y del goce, evidenciada al comer un exquisito manjar, exótico plato y tal vez un tentempié... pero con la responsabilidad y la sabiduría para alcanzar una noble vida que satisfaga el deseo de alimentarnos con agrado y beneficios.
Si alguna vez se pudiera proponer una nueva alianza para conquistar el desarrollo humano sostenible y sustentable, esta debiera ser la de enseñar y difundir la alimentación como disciplina, vocación, maestría, oficio y todo lo sublime y real que la distingue como uno de los privilegios de la existencia de la humanidad.
El gusto por la sal, tendencia fuera de control por la falta de una imprescindible cultura alimentaria, es adquirido y se puede modificar a voluntad. Los riñones controlan la cantidad de sodio presente en el cuerpo. Si tiene demasiado y los riñones no pueden eliminarlo, se acumula en la sangre. Ello puede causar presión arterial alta. A su vez, la presión arterial alta puede provocar otros problemas de salud.
Los individuos sensibles a la sal son susceptibles de padecer hipertensión arterial, pero no se identifican con facilidad por ausencia de síntomas. De ahí la recomendación de reducir la ingesta de sal para toda la población y en específico para la persona propensa a la hipertensión arterial o de fuertes antecedentes familiares, ya que la herencia es un evidente factor predisponente. Incluso se ha planteado que los factores externos como la sal en la dieta, la obesidad o el estrés solo afectan quienes poseen predisposición genética.
La prevención y el control de la hipertensión arterial implican evitar la sal de mesa en todas las comidas y solo consumir, excepcionalmente, alimentos que contengan sodio. Es muy recomendable delegar la responsabilidad de la sazón a las especias y a las hierbas aromáticas.
La hipertensión arterial grave o prolongada es capaz de lesionar órganos vitales como el aparato cardiovascular, el cerebro, los riñones o los ojos, aumentando el riesgo de infarto cardíaco, primera causa de muerte en gran número de países; así como accidentes cerebrovasculares, especialmente los hemorrágicos y de insuficiencia renal, favoreciendo la aceleración de la arteriosclerosis generalizada.

http://www.libreriavirtualcuba.com/productos.php?producto=16
[img:center]http://www.libreriavirtualcuba.com/productos.php?producto=16[/img]