Una herramienta que cuenta con múltiples beneficios, y que ya cuenta con multitud de evidencia científica que la sustenta.

A pesar de ello, siempre es un tema que genera grandes conflictos entre los profesionales de la salud, y que como en todo, existen grandes defensores y detractores del mismo. Nosotros lo consideramos como una herramienta, realmente efectiva, que puede ayudar a mejorar la salud de una manera importantísima, y que en contextos adecuados, puede ser un factor clave para revertir problemas y mejorar la condición física.

Como muchos de vosotros ya sabéis, el ayuno intermitente se basa en la restricción calórica durante un largo periodo de tiempo. Existen distintos protocolos con enfoques de ayuno de 12 horas, 14 horas, 16 horas, etc. Siendo los más conocidos el enfoque 16/8, o el 18/6, en los cuales mantenemos la inanición durante un periodo de 16 o 18 horas respectivamente, y abrimos una ventana para el consumo de alimentos de 8 o 6 horas respectivamente.

A nivel fisiológico, la ciencia nos ha reportado, que estos tiempos son suficientes para alcanzar una gran activación de la vía AMPK, con los procesos de autofagia implicados que ayudan a mejorar numerosos aspectos de nuestro organismo, al igual que se consigue con el ejercicio.

Pero… ¿Realmente lo estamos haciendo de manera correcta?

Una de las dudas más comunes respecto al tema del ayuno intermitente es, si es suficiente sólo con saltarse el desayuno y llegar a las 16 o 18 horas estipuladas.

Bien, aquí podríamos pensar que sí, que al estar 16 horas sin comer nada, ya estaríamos ejecutando de manera correcta un ayuno intermitente, pero la realidad es ligeramente diferente.

Cuando finalizamos una comida, pueden pasar entre 3 y 6 horas hasta que se ha finalizado completamente el proceso de digestión y absorción de todos los nutrientes ingeridos (depende de lo que hayamos comido), por lo que nuestras hormonas no vuelven a niveles basales hasta ese momento, esto significa que, hasta ese momento, no nos encontramos en un estado de ayuno.

Esta parte es importante, ya que está estrechamente vinculada a los biorritmos de nuestro organismo y, en consecuencia, a la activación de nuestro sistema simpático (cuando estamos activos, cuando no comemos…) y de nuestro sistema parasimpático (cuando estamos descansando, comiendo, digiriendo…), esto significa que el estado de ayuno puede resultar muy interesante durante el tiempo que estamos activos, mientras que la ingesta de alimentos tendrá sentido justo cuando vayamos a recuperarnos de toda la actividad diaria para favorecer un funcionamiento correcto de nuestros biorritmos.

Como vemos, no es lo mismo saltarnos simplemente el desayuno y comenzar nuestra ingesta al medio día, por ejemplo, que hacerlo cuando ha transcurrido la mañana y comienza a ponerse el sol, el impacto sobre nuestro organismo va a ser distinto y probablemente estemos más cerca de cumplir 16 o 18 horas reales de ayuno.

Al encontrarnos en estado de ayuno durante el tiempo que estamos más activos habrá un incremento más pronunciado en la activación de la vía metabólica AMPK que si sólo mantuviéramos un ayuno durante el tiempo de descanso y podremos beneficiarnos de forma más eficiente de las ventajas que esto nos reporta.

Obviamente, si realizas ayuno intermitente con frecuencia, y lo haces de forma distinta, sin tener en cuenta estos detalles, también estarás recibiendo los beneficios asociados a una mayor activación de la vía AMPK, pero siempre podemos dar una vuelta de tuerca para beneficiarnos, aún más, de estos aspectos.
_________________________
Las mejores marcas de moda con increíbles descuentos.
https://dakonda.com/es/?aff=12