Hola a todos:

Me gustaría informaros a todos sobre la profesionalidad de Ramón Pérez.

Os voy a contar la historia de mi padre y luego cada uno que juzgue por sí mismo.

Mi padre tenía 46 años. El médico de digestivo (Ramón Pérez Álvarez) le mandó a casa a morirse por una negligencia de él. Mi padre llevaba en vigilancia desde hace 11 años por una cirrosis provocada por el virus de la Hepatitis C. Durante 10 años le estuvieron haciendo ecografías y analíticas cada tres meses, al principio, y luego cada seis meses hasta que negativizó el virus C y siempre nos dijeron que estaba perfectamente.

A principios del año pasado le subió un marcador tumoral (la alfafetoproteína). Buscamos que significaba un aumento de esa sustancia en sangre por libros de medicina y nos dimos cuenta de que era un marcador tumoral. Asustadas, volvimos a ir al médico de digestivo de mi padre y le preguntamos a qué podía ser debido ese aumento y le rogamos que lo mirase bien ya que habíamos leído que se trataba de un marcador tumoral. Ramón Pérez nos dijo que no tenía importancia y que ese marcador podía subir por la misma cirrosis. Mi madre argumentó que si en diez años nunca había subido por qué en ese momento cuando además se trataba de una cirrosis compensada y que aunque nos diera esa explicación ella no estaba tranquila. Él dijo, entonces, que le iba a volver a hacer otra ecografía. El resultado de esa ecografía (según él) era normal.

Pasados pocos meses, por otra cuestión, el urólogo mandó a mi padre hacer una ecografía (la última de digestivo era de Julio) y, por accidente, vio el hígado, descubriendo que mi padre tenía hipertensión portal, trombosis portal y aconsejaba al médico de digestivo hacer un TAC, ya que sospechaba algo “raro”.

Fuimos a ver al doctor de digestivo el cual nos dijo que era rarísimo ya que en Julio incluso parecía un hígado normal y le envió a hacer un TAC. Este TAC es el que reveló toda la verdad.

En noviembre nos llamaron para que se presentase mi madre sola en el hospital, yo la acompañé, y nos dice que a mi padre le quedan pocos meses de vida ya que tenía un hepatocarcinoma de diez centímetros y que con este tamaño ya no se podía hacer nada porque el protocolo establecido para el transplante o cualquier otra cosa no puede ser superior a cinco centímetros.

Le preguntamos si en hospitales de otras Comunidades Autónomas había más tratamientos, aunque fuesen paliativos o ensayos clínicos y nos dijo que no (cuando si que existían comopor ejemplo el nexavar y la radioembolización con Ytrio 90). Tampoco se dignó a mandar a mi padre al oncólogo aunque fuese un cáncer terminal para poder darle tratamientos paliativos. NADA DE NADA

Las ecografías se las estaba haciendo el propio Ramón Pérez en su horario de guardia, cuando no estaba capacitado ni facultado para hacerlas ya que como bien sabrán los ecógrafos:

- un hepatocarcinoma cuando existe cirrosis y es menor de 1 cm ya puede verse en una ecografía y cuando es mayor de un cm se vé seguro (claro por un especialista)

- un hepatocarcinoma es un tumor de crecimiento lento que tarda años en desarrollarse. Es decir, que tendría que haber visto el tumor hace mucho tiempo,

- que si en el momento que aprareció el cáncer él lo hubiese diagnosticado mi padre seguiría aqui con nosotras y que la finalidad de los controles que se realizaba mi padre era precisamente detectar un posible tumor en la fase tempranapara su curación.

- que cuando subió elmarcadortumoral AFP se debería hacer realizado un TAC para descartar el tumor ya que un cirrótico tiene un tanto por ciento muy elevado de contraer un hepatocarcinoma.

Ni siquiera se dignaron a darle una muerte tranquila. El día de su muerte, hubo una absoluta desatención de mi padre desde las 5 de la tarde aproximadamente del día 20 de mayo hasta la hora de su fallecimiento (aproximadamente a las 9 de la mañana del día 21), puesto que la doctora (que era una residente ya que el adjunto no se dignó a ir a ver a mi padre ya que según mi opinión no se encontraba en el Hosiptal ya que era domingo) que lo atendía no quería tomar ninguna decisión hasta que llegaran sus compañeros de la mañana (que nunca llegaron) ni nos pudo decir si el líquido que vomitaba el paciente era sangre ni tampoco sedó a mi padre cuando ya estaba agonizando y rogamos que se hiciese.

El día 20 llevamos a mi padre al Hospital Central de Asturias ya que ya estaba muy malito y nosotras sabíamos que pasaba algo malo. Ya en la ambulancia empezó a vomitar un líquido marrón.

En el Hospital la médico se negó a analizar el líquido que estaba vomitando y también a hacerle una ecografía u otra prueba fehaciente para saber si le había roto una variz esofágica y, así poder averiguar si el líquido que vomitaba era sangre. Desde las 5 de la tarde hasta las 12:30 de la noche de ese día simplemente le hicieron un análisis de sangre y una radiografía, sin que aportara ninguna conclusión.

La médico, nos dijo que seguirían las pruebas a la mañana siguiente y que le subía a planta. Nosotras insistimos en que le hiciesen más pruebas ya que si era una variz esofágica había que actuar rápidamente ya que si tenía solución podría desangrarse y si mi padre no tenía solución estaría agonizando toda la noche hasta que llegase su muerte, como así fue, en cuyo caso tenía derecho a que lo sedaran.

Ya en planta, mi padre empezó a vomitar más y más sangre con unos dolores terribles. Hacia las 2 de la mañana ya vimos que lo que vomitaba era sangre e insistimos a las enfermeras que llamasen al médico y analizaran el líquido que estaba vomitando ya que estábamos convencidas que era sangre. La médico de urgencias subió y nos dijo que no nos preocupásemos ya que "la sangre que estaba vomitando era antigua y por eso era de color marrón", por lo que “no pasaba nada”. SEGUIMOS INSISTIENDO TODA LA NOCHE Y NO NOS HICIERON CASO. Él estaba completamente consciente, ya que a pesar de que le habían puesto morfina en el suero ya habíamos advertido que mi padre era resistente a los opiáceos y que si, en principio nos habíamos decidido a enviarlo al hospital, es porque los médicos ambulatorio de Laviana no eran capaces de controlar el dolor con morfina, por lo que la única solución era la sedación.

A las 7 de la mañana mi padre empezó a respirar mal. A las 8 de la mañana, mientras yo me quedaba con mi padre, mi madre fue en busca de los médicos de planta para que lo sedaran y le dijeron que no entraban hasta las 9:30 (mi padre no estaba ingresado en la planta de digestivo sino en la tercera, habitación 339, porque en la de digestivo no quedaban camas). Ya con mi padre, mi madre y yo observamos que mi padre no podía respirar bien. Cada vez respiraba peor mi madre empezó a gritar que se estaba ahogando, fueron unas enfermeras y nos dijeron que eran cosas nuestras. Entonces yo, al ver que no nos hacían caso bajé a urgencias y allí hablé con un chico de seguridad y con una enfermera y les dije que por favor intentaran mandar a un médico que mi padre se estaba ahogando y que por favor fueran a sedarle. Subió la médico que había estado tratando a mi padre el día anterior y le puso medicación para el asma (su problema es que se estaba ahogando con la sangre) y se marchó. Cuando terminó con la mascarilla de oxígeno mi padre empezó a respirar cada vez peor, volví a suplicar a las enfermeras que llamaran al médico, me arrodillé, y me dijeron que “dejase de montar espectáculo” les suplique y les dije que era urgente, no apareció nadie. A los diez minutos mi padre murió, en nuestros brazos, con una bocanada de sangre. Mi madre empezó a gritar y no apareció nadie. Al cabo de tres cuartos de hora apareció la médico a penas le miró y dijo que estaba muerto. Mi madre dijo que lo mirase bien y que podría estar en coma por lo que exigíamos que le miraran con electroencefalograma o al menos que lo mirase bien. Ni siquiera eso nos permitieron; incluso una enfermera me contestó que “no estaban para dar caprichos a la gente”.

Cuando vinieron a lavar a mi padre, mi madre quería quedarse en la habitación. Yo les dije que por favor al menos la dejasen quedarse con él y que no iba a darles problemas. Mi madre se puso a darle un beso a mi padre de despedida y la empujaron. Ella empezó a gritar, la volvieron a empujar y calló a suelo (mi madre es minusválida). La cogieron por un pié y la arrastraron por la habitación hasta llegar al pasillo, donde estaba yo. Yo me enfrenté a ellos y la soltaron. Comencé a contarle a todo el mundo lo que estaba pasando. Las enfermeras se enfadaron y se enfrentaron a mi, diciéndome que si no me callaba iban a llamar a seguridad. Yo les dije que no me iba a callar y que si querían llamasen a seguridad. Subieron dos chicos de seguridad y estos se negaron a sacarnos por la fuerza y nos defendieron.

Conseguí tranquilizar a mi madre y junto con uno de los chicos de seguridad la metimos en una zona de curas mientras bajaban a mi padre para meterlo en la nevera. El chico de seguridad me dijo que intentara tranquilizar a mi madre puesto que las enfermeras tenían pensado atarla y por eso lo hice.

Cuando ya estábamos en la zona donde meten a la gente fallecida en el hospital (no me acuerdo como se llama) (a las 12:30 de la mañana) mi hermana, que no sabía nada de que mi padre había fallecido, llegó con mi tía. Con toda la ilusión fue a ver a mi padre a la habitación y vio que no estaba. Ella pensó que se había confundido de habitación y le pregunto por mi padre a una enfermera (una con la cual habíamos tenido enfrentamiento) y le dijo con cara de asco a mi hermana pequeña que estaba muerto, mi hermana empezó a decir: ¡no, no, no, no puede ser! y la enfermera con mala leche dijo ¡si, si y si!, mientras tiraba las carpetas que tenía en la mano sobre la mesa. Mi hermana, nos llamó por teléfono y le dijimos donde estábamos, ella fue corriendo con un ataque de nervios tal que calló y se hizo daño. Por lo que mi tía la tuvo que llevar a urgencias para que le diesen un calmante.

Nos han causado daños psicológicos irreversibles ya que mi padre no sólo ha muerto sino que lo ha hecho agonizando y sufriendo los más terribles dolores que puede padecer un ser humano.

Esta es nuestra historia. Parece difícil creer que un grupo tan grande de enfermeras y médicos se comportase así, pero así fue.

Mi intrención con estecomentario es denunciar el trato sufrido pormi padre y daros a conocer quien es este señor realmente ya que le encanta comentar sus investigaciones, le encanta utilizar a la gente como un ratón de laboratorio y una vez que ya no le sirve para nada no les hace ni puñetero caso.

Esto no sólo le pasó a mi padre, sino también a más gente con este mismo doctor ya que el mismo doctor Ramón Pérez (y digo doctor aunque no lo sea simplemente licenciado en medicina y especializado en digestivo) nos lo reconoció en presencia de testigos .

Un saludo y mucho ánimo para seguir para adelante.

Mi padre se pasó toda la noche agonizando pese a nuestros reiterados intentos de que lo atendieran; toda la noche vomitando sangre puesto que le había reventado una variz esofágica; toda la noche retorciéndose de dolores puesto que la morfina ya no le hacía efecto; toda la noche preguntandonos cuando llegaba la hora para que lo atendieran; hora que nunca llegó, puesto que a las 9 de la mañana del día 21 mi padre muerio en los brazos de mi madre y mios con una bocanada de sangre.

Muchas gracias a todos por haberme atendido