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Publicado por: Anonimo
Asunto: Re: Transfusiones

Hola buenos días a todos. ¿Qué opináis de este par de artículos? ¿Créeis que hoy en día y con los avances de la medicina que se señalan en los artículos, los Testigos de Jehova no corren ningún riesgo de perder la vida por muy urgente que sea su situación, mucha sangre que hayan perdido y bajos niveles de hemoglobina que tengan? ¿es este un caso cerrado? ¿Cuando firman los TJ su declaración de últimas voluntades y marcan el casillero de no recibir bajo ningún concepto una transfusión sanguinea: están adoptando una conducta potencialmente suicida o de lo contrario están actuando racionalmente sabedores de que sea cual sea el caso en el que se encuentren y por crítico y urgente que sea existen métodos alternativos para salvar su vida?

Y antes de empezar con el texto, ¿qué opinais de esta afirmación?:"En casos extremos en los q la persona ha perdido mucha sangre y tiene muy poca hemoglobina, una vez restituido el volumen sanguíneo, los médicos pueden administrar oxígeno en concentración alta y tb se les puede inyectar hierro para q aumente la producción d glóbulos. En la revista "Anaesthesia" de enero de 1987 se muestra la experiencia de una mujer q tan solo tenía 1,8 de hemoglobina y sobrevivió por elevadas concentraciones de oxígeno por vía respiratoria y transfusiones de grandes volúmenes de solución gelatinosa [Haemaccel]. Eso fue en 1987. Actualmente se ha avanzado mucho más. Es muy dificil que hoy muera alguien por no ponerse una transfusión"

Os dejo con el par de artículos.



[quote]Transfusiones. ¿Pasaporte a la vida? (año de publicación:1990)

EN 1941 el doctor John S. Lundy estableció una norma para las transfusiones de sangre. Al parecer, sin el respaldo de prueba clínica alguna dijo que cuando la hemoglobina —el componente sanguíneo que transporta el oxígeno— baja hasta un nivel de 10 gramos o menos por cada decilitro de sangre, el paciente necesita una transfusión. Desde entonces esa cifra se convirtió en una norma para los médicos.
Pero la norma de los 10 gramos ha estado en tela de juicio por casi treinta años. En 1988 la revista The Journal of the American Medical Association afirmó rotundamente que no hay pruebas que la apoyen. Según el anestesiólogo Howard L. Zauder, esa afirmación se encuentra hoy “al amparo de la tradición, oculta en la penumbra y sin pruebas clínicas o experimentales que la justifiquen”. Otros simplemente dicen que se trata de un mito.

A pesar del descrédito que ha sufrido, ese mito sigue reverenciándose en muchos lugares como una directriz sensata. Muchos anestesiólogos y otros médicos, cuando el nivel de hemoglobina es inferior a 10 gramos administran casi automáticamente una transfusión para combatir la anemia.

Seguramente, esto ayuda a explicar el uso excesivo que se da a la sangre y sus derivados hoy día. La doctora Theresa L. Crenshaw, que sirvió en la Comisión Presidencial sobre la Epidemia del Virus de Inmunodeficiencia Humana, calcula que tan solo en Estados Unidos se administran anualmente unos dos millones de transfusiones innecesarias y que podrían evitarse aproximadamente la mitad de todas las transfusiones de sangre procedentes de bancos. El Ministerio de Sanidad y Seguridad Social de Japón criticó “el uso indiscriminado de transfusiones” que se hace en ese país, así como la “fe ciega en su eficacia”.

El problema de intentar corregir la anemia con una transfusión es que esta puede ser más mortífera que la anemia misma. Los testigos de Jehová, que rechazan las transfusiones de sangre ante todo por razones religiosas, han ayudado a demostrar la veracidad de esta afirmación.

Es posible que haya leído en titulares de periódicos que un testigo de Jehová murió por no aceptar una transfusión de sangre. Lamentablemente, tales noticias raras veces narran todos los detalles. Lo que muchas veces provoca la muerte del Testigo es precisamente la negativa del médico a operar o a hacerlo con suficiente prontitud. Hay cirujanos que rehúsan operar si no tienen libertad para transfundir sangre en el caso de que el nivel de hemoglobina descienda por debajo de diez. No obstante, muchos cirujanos han operado con éxito a Testigos [u]con niveles de hemoglobina de cinco, dos y hasta menos[/u]. El cirujano Richard K. Spence dice: “Lo que he visto con los Testigos es que el hecho de tener un nivel de hemoglobina más bajo no tiene relación alguna con la mortalidad”.

Gran número de alternativas
“Sangre o muerte.” Así es como algunos médicos presentan las alternativas a las que se enfrenta el paciente Testigo. Sin embargo, lo cierto es que hay muchas alternativas a la transfusión de sangre. Los testigos de Jehová no quieren morir, sino que desean un tratamiento alternativo. Pero como la Biblia prohíbe la ingestión de sangre, no consideran que las transfusiones sean la alternativa a la muerte.
En junio de 1988 el informe titulado Report of the Presidential Commission on the Human Immunodeficiency Virus Epidemic (Informe de la comisión presidencial sobre la epidemia del virus de inmunodeficiencia humana) proponía que a todos los pacientes se les concediese precisamente lo que los Testigos habían solicitado por años, a saber, que “el consentimiento informado para una transfusión de sangre o sus componentes debería incluir una explicación de los riesgos implicados [...] e información acerca de alternativas apropiadas a la terapia de transfusión de sangre homóloga”.

En otras palabras, a los pacientes debería dárseles otra opción. Una de tales opciones es un tipo de transfusión de sangre autóloga que consiste en recuperar la propia sangre del paciente durante la operación y retornarla a su torrente circulatorio. Cuando ese proceso no es más que una extensión del propio sistema circulatorio del paciente, la mayoría de los Testigos lo aceptan. Los cirujanos también recalcan el valor de incrementar el volumen sanguíneo del paciente con ensanchadores no sanguíneos y dejar que el organismo reponga sus propios glóbulos rojos. Tales técnicas se han empleado en lugar de la transfusión sin que aumentase la mortalidad. Es más, han reducido los riesgos.
Recientemente se ha aprobado para uso limitado un fármaco prometedor denominado [u]eritropoyetina recombinante[/u], que obliga al cuerpo a acelerar la producción de glóbulos rojos o, en otras palabras, ayuda a la persona a producir más sangre.

Los científicos todavía están buscando un sustituto eficaz para la sangre que imite su sobresaliente capacidad de transportar oxígeno. En Estados Unidos los fabricantes de tales sustitutos encuentran difícil que aprueben sus productos. En cambio, como objetó uno de esos fabricantes: “Si se le ocurriese llevar sangre a la FDA [Administración para los Fármacos y los Alimentos] para que aprobaran su uso, es tan tóxica que ni siquiera la analizarían”. Aún así, hay grandes esperanzas de que se descubra un producto químico eficaz que pueda ser aprobado como sustituto para la sangre, capaz de transportar oxígeno.

De modo que hay otras opciones. Las que se han mencionado aquí no son más que una muestra de las existentes. Como escribió en la revista Emergency Medicine el doctor Horace Herbsman, profesor de cirugía clínica: “Está [...] bastante claro que tenemos alternativas a la reposición de la sangre. De hecho, es posible que de nuestra experiencia con los testigos de Jehová se pueda interpretar que no necesitamos depender de las transfusiones sanguíneas, con todas sus posibles complicaciones, tanto como antes pensábamos”. Por supuesto, nada de todo esto es nuevo. La revista The American Surgeon comentó: “El hecho de que se puede practicar cirugía mayor con éxito sin transfusiones sanguíneas ha sido ampliamente documentado en los últimos veinticinco años”.

Pero si se sabe que la sangre es peligrosa y además existen alternativas seguras para no tener que utilizarla, entonces ¿por qué se administran innecesariamente transfusiones a millones de personas, muchas sin que ellas lo sepan y otras hasta en contra de su voluntad? El informe de la comisión presidencial sobre el sida indica que la razón se debe en parte a que a los médicos y los hospitales no se les ha informado de las alternativas. Pero también atribuye la culpa a otro factor: “Algunos bancos de sangre regionales son reacios a promover estrategias que minimicen el uso de terapias de transfusión, pues la venta de sangre y hemoderivados constituye su principal fuente de ingresos”.
En otras palabras: la sangre es un gran negocio.

[color=red][u]2º Artículo[/u]La cirugía sin sangre: se reconocen sus beneficios

EN 1996, el Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra publicó un folleto titulado Code of Practice for the Surgical Management of Jehovah’s Witnesses (Código de práctica para las intervenciones quirúrgicas a testigos de Jehová), en el que se señala: “Debido a los peligros que encierran las transfusiones de sangre, conviene buscar medidas alternativas siempre que sea posible”.
La publicación AHA NEWS, de la Asociación de Hospitales de Estados Unidos, también analizó las razones de que cada vez gocen de más reconocimiento los beneficios de la cirugía sin sangre. “Lo que empezó como una convicción religiosa está convirtiéndose en una preferencia médica y en tecnología avanzada —señaló el semanario—. La medicina y la cirugía sin sangre, impulsadas en parte por las doctrinas de los testigos de Jehová, ya no se limitan a atender las necesidades de un grupo religioso; más bien, están estableciéndose en los quirófanos de la nación entera.”
El suplemento de otoño de 1997 de la revista Time publicó un artículo que explicaba por qué en la actualidad promueven muchos médicos la cirugía sin sangre. “El temor al sida es solo una de las razones”, señaló el artículo. Informó en particular de las labores que realiza el Instituto para el Avance de la Medicina y la Cirugía sin Sangre del Hospital de Englewood (Nueva Jersey, E.U.A.).
Time indicó: “Actualmente, el instituto está a la cabeza de los más de cincuenta hospitales de Estados Unidos que realizan intervenciones quirúrgicas sin sangre. A pesar de que nunca utilizan sangre de donantes, realizan todo tipo de operaciones que normalmente incluirían transfusiones, y emplean técnicas que reducen mucho o eliminan casi por completo la pérdida de sangre”.

Eficaces y seguras
El artículo de Time relató en su introducción la experiencia de Henry Jackson, quien sufrió hemorragias internas generalizadas que [u]le hicieron perder el 90% de la sangre y le bajaron el nivel de hemoglobina a apenas 1,7 gramos por decilitro[/u], poniendo su vida en grave peligro. Se le trasladó al hospital de Englewood desde otro hospital de Nueva Jersey, donde se negaban a tratarlo sin transfusiones de sangre.
En las instalaciones de Englewood, bajo los cuidados del doctor Aryeh Shander, [u]recibió “altas dosis de hierro y vitaminas y ‘cantidades industriales’ de eritropoyetina sintética, hormona que estimula la médula espinal para que produzca glóbulos rojos. También se le administraron por vía intravenosa fluidos destinados a revitalizar la débil circulación sanguínea que le quedaba”.[/u]
Time informó que unos días después “llamaron del primer hospital para preguntar si había fallecido Jackson. Sin disimular su satisfacción, el doctor Shander respondió: ‘No solo no ha muerto, sino que está listo para que lo demos de alta, y pronto reanudará sus actividades habituales’”.

En una entrevista televisiva que tuvo lugar el 28 de noviembre de 1997, el doctor Edwin Deitch, director médico del programa de cirugía sin sangre del Hospital Universitario de Newark (Nueva Jersey), relató cómo habían cobrado impulso las investigaciones sobre este tipo de cirugía: “Los testigos de Jehová [...] buscaron con mucho empeño cirujanos dispuestos a operar sin sangre. El resultado de algunas de esas intervenciones fue mejor de lo esperado, mejor que en el caso de los pacientes que habían recibido sangre”.
El doctor Deitch añadió: “La sangre puede debilitar el sistema inmunológico y desencadenar infecciones postoperatorias. También puede aumentar el riesgo de reaparición del cáncer, de modo que, aunque hayan resultado útiles las transfusiones en algunas situaciones, tienen un lado negativo”. Refiriéndose a la cirugía sin sangre, el doctor Deitch dijo: “Permite una recuperación más rápida y con menos complicaciones, y cuesta menos. Por eso, sin importar desde qué ángulo se mire, es la mejor opción”.
Por lo tanto, indicó Time, “cada vez más pacientes reclaman alternativas más seguras y eficaces que las transfusiones”. La revista informó además: “Se calcula que el 25% de las transfusiones realizadas en Estados Unidos son innecesarias. También hay indicios de que los pacientes no pueden soportar niveles de hemoglobina tan elevados como se pensaba, y que especialmente los jóvenes tienen reservas de sangre. [...] [El doctor Shander] está convencido de que a la mayoría de los pacientes les conviene evitar la sangre”.
Aunque las enfermedades que se contraen mediante transfusiones de sangre constituyen una grave amenaza, no son el único peligro. “Una vez almacenada y refrigerada, la sangre tiene una menor capacidad de transportar oxígeno, —señaló el doctor Shander—. Apenas estamos empezando a entender lo que realmente sucede cuando se administra una transfusión.”

“Fundamental para reducir costos”
“Por último —finalizó Time—, está el tema del costo: entre los cerca de 500 dólares por transfusión y los gastos administrativos, la factura total viene a ser de entre 1.000 y 2.000 millones de dólares por año, motivo más que suficiente para buscar alternativas.” El elevado costo de las transfusiones de sangre parece ser una de las principales razones del aumento de la demanda de operaciones sin sangre.
Sharon Vernon, directora del Centro de Medicina y Cirugía sin Sangre del St. Vincent Charity Hospital, de Cleveland (Ohio, E.U.A.), dijo lo siguiente acerca de los tratamientos sin sangre: “Son cada vez más frecuentes porque los médicos han empezado a reconocer que la medicina sin sangre es fundamental para reducir costos. Hemos comprobado que hasta compañías de seguros que normalmente no trabajan con nosotros nos envían pacientes, porque así se ahorran gastos”.
Es obvio, pues, que la cirugía sin sangre va ganando adeptos en el mundo de la medicina, y que lo hace por diversas razones.
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Un saludo a todo el mundo y buena Pascua.



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