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Cuidados de Enfermería en pacientes con Parkinson

Cuidados de Enfermería en pacientes con Parkinson

El Parkinson es un trastorno neurodegenerativo de carácter crónico que provoca incapacidad total del paciente en su estado más avanzado. Se produce por la muerte de las células que producen dopamina, sustancia encargada de facilitar las respuestas musculares. Sin embargo, aún se desconoce la razón de la destrucción de esas células.

Autores:

  1. Ana Hermosín Alcalde DUE. Centro de diálisis Diaverum(Cartaya).
  2. Elena Pereira Jiménez DUE. Interclinik
  3. Mª Dolores Loro Padilla DUE. Servicio andaluz de Saud (SAS)

Resumen

Los síntomas más característicos son el temblor, bradicinesia y rigidez muscular. El diagnóstico incluye el historial médico y una exploración física y neurológica. No existe curación, así que el tratamiento consiste en reducir en lo posible la progresión de la enfermedad y el uso de medicamentos que alivien la rigidez y los problemas motores. También se pautarán actividades que incentiven la movilidad y el bienestar del paciente En este sentido, el papel del personal de Enfermería es fundamental. Se encargará de prestar el apoyo anímico necesario para aceptar la enfermedad y  controlará las actividades propuestas para favorecer el estado físico y anímico del paciente.

Palabras clave: neuronas, movilidad, degenerativo, dopamina.

Introducción

La enfermedad de Parkinson (EP), también denominada mal de Parkinson, parkinsonismo idiopático, parálisis agitante o simplemente párkinson, ​ es un trastorno neurodegenerativo crónico que conduce con el tiempo a una incapacidad progresiva, producido a consecuencia de la destrucción, por causas que todavía se desconocen, de las neuronas pigmentadas de la sustancia negra. Frecuentemente clasificada como un trastorno del movimiento, la enfermedad de Parkinson también desencadena alteraciones en la función cognitiva, en la expresión de las emociones y en la función autónoma.

Esta enfermedad representa el segundo trastorno neurodegenerativo por su frecuencia, situándose por detrás de la enfermedad de Alzheimer. Está extendida por todo el mundo y afecta tanto al sexo masculino como al femenino, siendo frecuente que aparezca a partir del sexto decenio de vida. Además de esta variedad tardía, existe otra versión precoz que se manifiesta en edades inferiores a los cuarenta años. ​

En la actualidad, el diagnóstico está basado en la clínica, puesto que no se ha identificado ningún marcador biológico de esta enfermedad. Por ello, el diagnóstico de la misma se apoya en la detección de la característica tríada rigidez-temblor-bradicinesia y en la ausencia de síntomas atípicos, aunque también tiene importancia la exclusión de otros posibles trastornos por medio de técnicas de imagen cerebral o de analíticas sanguíneas.

En 1997 la Organización Mundial de la Salud estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial del párkinson, con el objetivo de acrecentar la concienciación de las necesidades de las personas aquejadas de esta dolencia. Fue esta la fecha escogida al coincidir con el nacimiento de James Parkinson, el médico británico que describió por primera vez la «parálisis agitante», término que él mismo acuñó.

Causas

Las neuronas utilizan un químico cerebral, llamado dopamina, para ayudar a controlar el movimiento muscular. Cuando se presenta el mal de Parkinson, las neuronas que producen dopamina mueren lentamente. Sin la dopamina, las células que controlan el movimiento no pueden enviar mensajes a los músculos. Esto hace que sea difícil controlarlos. Este daño empeora lentamente con el tiempo. Nadie sabe qué causa el desgaste de estas neuronas.

El mal de Parkinson en la mayoría de los casos se presenta después de los 50 años. Es uno de los problemas del sistema nervioso más comunes en adultos mayores.

La enfermedad tiende a afectar a los hombres más que a las mujeres, aunque las mujeres también presentan la enfermedad. El mal de Parkinson a veces es hereditario.

La enfermedad puede ocurrir en adultos jóvenes. En tales casos, a menudo se debe a los genes de la persona.

El mal de Parkinson es raro en niños.

Síntomas

El temblor en reposo: Está presente en alrededor de un 70% de los pacientes. Se presenta de forma característica durante el reposo, ya que desaparece al adoptar una postura o al ejecutar una acción.

Afecta sobre todo a las extremidades superiores y con menor frecuencia a las extremidades inferiores, labios, lengua, mentón…. El temblor de la cabeza es raro en la Enfermedad de Parkinson. Como sucede con todos los temblores, empeora con el cansancio, la ansiedad y los fármacos estimulantes del sistema nervioso. Durante el día varía la intensidad y amplitud del temblor, y desaparece durante el sueño.

Es importante señalar que hay muchas causas de temblor y que no todas las personas con temblor padecen Párkinson.

La lentitud de movimientos o bradicinesia: De manifiesto en fases iniciales de la enfermedad con actividades que requieren cierta habilidad o precisión como escribir, coser, afeitarse, etc. Sin embargo y a medida que avanza la enfermedad, se puede hacer más evidente y aparecer en actividades de menos precisión como abrocharse un botón o pelar una fruta.

La rigidez o aumento de tono muscular: Consiste en la resistencia a la realización del movimiento pasivo, tanto flexor como extensor de las extremidades. Al principio puede no ser advertida por el enfermo como tal y referir exclusivamente dolor a nivel de cuello, espalda u hombros o incluso calambres musculares debidos a la postura estática y flexionada de las articulaciones. Esta rigidez suele ser más evidente en las zonas distales de las extremidades (tobillo y muñeca) aunque también se observa en zonas intermedias (como codos o rodillas).

Los trastornos posturales: Pueden ser iniciales, aunque lo habitual es que aparezcan en las fases avanzadas del proceso. La postura habitual del paciente tiende a la flexión del tronco, de la cabeza y de las cuatro extremidades. La marcha también se altera, con tendencia a la propulsión y a realizar pasos cortos. En periodos avanzados de la enfermedad, el paciente puede presentar bloqueos de la marcha con pasos pequeños sin apenas desplazamiento y con una gran inestabilidad para girar. Estos bloqueos de la marcha pueden dar lugar fácilmente a caídas. Los trastornos posturales y de la marcha aumentan en los lugares estrechos (pasillos, umbrales de las puertas) y mejoran en los amplios y poco concurridos.

Estos síntomas no siempre se presentan juntos, pero puede darse cualquier combinación de éstos. La asociación de dos o más de estos síntomas se denomina parkinsonismo. Síntomas asociados o secundarios

Cambios en el tono de voz que se torna más débil.

Cambios en el semblante que se vuelve menos expresivo.

Síntomas psíquicos: ansiedad, depresión y disminución de la libido.

Trastornos del sueño: insomnio, fragmentación del sueño y sueños vividos.

Síntomas sensitivos: rampas, hormigueos, e incluso, dolor en alguna extremidad.

Trastornos leves del sistema nervioso autónomo: estreñimiento y aumento de la sudación.

Alteraciones cutáneas: eczema seborreico, que afecta fundamentalmente la piel de la cara y el cuero cabelludo.

Disminución del sentido del olfato.

Estos síntomas no siempre se presentan juntos, pero puede darse cualquier combinación de éstos. La asociación de dos o más de estos síntomas se denomina parkinsonismo. Síntomas asociados o secundarios

Diagnóstico

El diagnóstico de la enfermedad es fundamentalmente clínico y se basa en:

La historia clínica del paciente

La exploración física y neurológica

En algunos pacientes se solicitarán:

Análisis de laboratorio.

Pruebas de diagnóstico de imagen, como un escáner cerebral, la tomografía por emisión de positrones (SPECT) o una resonancia magnética. Las pruebas de imagen no aportan datos diagnósticos, pero permiten excluir otras causas de síndrome parkinsoniano, como hidrocefalias, tumores o lesiones vasculares, y dar información de la capacidad anatómico-funcional del cerebro.

Exámenes neurofisiológicos, como el estudio de ciertos reflejos del tronco cerebral, el estudio del sistema nervioso autónomo o el estudio de la frecuencia y las características del temblor.

Es muy importante establecer el diagnóstico diferencial entre la enfermedad de Parkinson y otras dolencias que pueden cursar con parkinsonismo.

Tratamiento

Esta es una patología crónica que, de momento, no tiene curación. El objetivo del tratamiento es reducir la velocidad de progresión de la enfermedad, controlar los síntomas y los efectos secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirla.

La dopamina no puede administrarse directamente ya que no puede pasar la barrera entre la sangre y el cerebro. Por este motivo se ha desarrollado una serie de fármacos que favorecen la producción de esta sustancia o retrasan su deterioro y que se administran en función de la gravedad de los síntomas. Así, en las primeras etapas, cuando los síntomas son leves, se utilizan los fármacos menos potentes, como los anticolinérgicos; mientras que para los casos severos y avanzados se utiliza la levodopa, el fármaco más potente hasta el momento para el tratamiento de esta enfermedad.

Tratamiento farmacológico

Los fármacos más utilizados son:

Levodopa: se considera el más eficaz contra los síntomas motores, especialmente la rigidez y la bradicinesia. Puede tener efectos secundarios como nauseas, vómitos, hipotensión ortostática, somnolencia, discinesias y alucinaciones.

Bromocriptina y pergolida.

Selegilina: bloquea una de las vías de metabolización de la dopamina, lo que provoca un aumento de la producción de esta en el núcleo estriado del cerebro.

Anticolinérgicos: son los primeros que se usaron en el tratamiento del Parkinson, y los síntomas que mejor alivia son la rigidez y la bradicinesia. En los últimos años se ha desaconsejado su uso debido a los efectos secundarios que puede producir, como sequedad de boca, estreñimiento, visión borrosa, alteraciones cognitivas y retención urinaria.

Amantadina: reduce la intensidad de las discinesias, aunque puede producir edemas maleolares, confusión e insomnio.

Tratamiento quirúrgico

La cirugía pretende actuar sobre la parte dañada del cerebro. Sólo está indicada en un 5 por ciento de los pacientes y es efectiva si están bien seleccionados. Los criterios de inclusión para intervención quirúrgica contemplan incapacidad funcional muy grave, ausencia de demencia, edad inferior a 70 años y diagnóstico confirmado. Entre las técnicas quirúrgicas que se utilizan para aliviar los síntomas de Parkinson se encuentra la palidotomía y la estimulación eléctrica.

Las dos técnicas son efectivas y su elección se hace en función de la dependencia clínica del paciente. Los beneficiarios son los pacientes con discinesias causadas por la medicación o con enfermedad avanzada que no responden bien al tratamiento farmacológico.