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Cuidados de Enfermería de urgencias en un paciente con enfermedad por descompresión

Cuidados de Enfermería de urgencias en un paciente con enfermedad por descompresión

Resumen

La enfermedad por descompresión (mal de la descompresión, aeroembolia, parálisis de los buzos) ocurre cuando los gases disueltos en la sangre y los tejidos forman burbujas que obstruyen el paso de la sangre produciendo dolor u otros síntomas.

Autores:

Víctor Fernández Gil                  DUE SAS.

Mauricio Cruz Bajo                     DUE SAS.

María Esperanza Cruz García    DUE SAS.

Pueden formarse burbujas cuando una persona se mueve desde un ambiente de alta presión a uno de baja presión, lo cual sucede al ascender de una inmersión.

Palabras clave: descompresión, cámara hiperbárica, emergencia, cuidados de enfermería.

Introducción

El síndrome de descompresión es el término empleado para denominar a la enfermedad aguda conocida en medicina como embolia gaseosa producida por una disminución brusca de la presión atmosférica. Esta enfermedad se caracteriza por la aparición de pequeñas burbujas e inflamación a nivel subcutáneo, pero el síntoma inequívoco es la aparición de un fuerte dolor, que afecta a diversas partes del cuerpo. Ciertas regiones corporales pueden sufrir parálisis transitoria y en ocasiones se producen lesiones permanentes e incluso la muerte. ​

Este síndrome de descompresión también es conocido como «enfermedad de los buzos» o «mal de presión».

Un descenso brusco de la presión del aire produce una disminución de la solubilidad de los gases en solución, y por tanto los gases disueltos retornan al estado gaseoso dentro de la corriente sanguínea, formando burbujas de gas.

Estas burbujas de gas liberadas dentro de la corriente sanguínea pueden obstruir algunos de los vasos terminales (arteriolas), interrumpiendo el aporte sanguíneo a las terminaciones nerviosas, desencadenándose así los síntomas que se producen a consecuencia de cuadros isquémicos (infartos) en diferentes zonas, cerebrales, óseas, renales, etc.. El oxígeno y el dióxido de carbono vuelven a su estado soluble dentro de la sangre con rapidez, pero los gases inertes permanecen en estado gaseoso y por tanto son el principal responsable.

Se puede prevenir la aparición de esta enfermedad haciendo que el piloto respire oxígeno puro no sólo durante el vuelo, sino también antes del mismo. De esta manera se elimina el nitrógeno de la circulación.

Para que no se presente esta enfermedad en los buzos, estos deben respirar una mezcla gaseosa que contenga uno o más gases inertes (por ejemplo: nitrógeno, helio, hidrógeno), y deben permanecer un tiempo y a una profundidad determinada para que se produzca una saturación considerable de gas inerte en los tejidos.

En esas condiciones es imprescindible realizar durante el ascenso paradas estáticas por el buzo para eliminar el sobrante de gas inerte que se acumula en los tejidos. Si se omiten estas paradas se producirá una sobresaturación excesiva de gas inerte que puede alcanzar el punto crítico de sobresaturación a partir del cual el gas cambia de estado y forma burbujas. Estas burbujas que pueden ser intravasculares y/o extra vasculares son las responsables del cuadro sintomático de la enfermedad descompresiva.

Manifestaciones clínicas

Síntomas

  • Dolor de cabeza, vértigos, cansancio inusual o agotamiento.
  • También erupciones en la piel, dolor en las articulaciones, hormigueo en brazos o piernas, debilidad muscular o parálisis.
  • En algunos casos dificultad para respirar, alteración de conciencia e incluso la muerte.
  • Los síntomas suelen aparecer al poco tiempo de salir del agua o durante las últimas etapas del ascenso en las formas graves.
  • Casi el 80% de los casos presentan los síntomas dentro de las primeras 2 horas posteriores a la inmersión y el resto dentro de las 24 siguientes. Si aparecen 24 horas después de bucear, es poco probable que se trate de un accidente descompresivo, aunque hay excepciones.
  • Si el buceador se somete a un descenso significativo de la presión atmosférica durante las 12 ó 24 horas siguientes a su inmersión (escalar una montaña, viajar en avión, etc.) puede producirse un accidente descompresivo ya que la baja presión facilita la formación de burbujas en tejidos que ya estaban saturados de nitrógeno.

Manifestaciones cutáneas

Es típica la aparición de lo que se denomina cutis marmorata consistente en lesiones maculares de color púrpura e induradas. En otras ocasiones aparece prurito, urticaria e incluso enfisema subcutáneo.

Manifestaciones osteoarticulares y musculares

Son unas de las manifestaciones más típicas y frecuentes afectándose las extremidades con dolor sordo que aumenta con el movimiento. No suele haber signos de inflamación articular. Son muy frecuentes en las grandes articulaciones como la rodilla y el hombro pero solo ocasionalmente se afecta la cadera. El diagnóstico diferencial es complicado ya que se suele presentar en sujetos que frecuentemente practican otros deportes y se tiende a atribuir a algún traumatismo cuando en el interrogatorio no se detecta la práctica de inmersión.

Manifestaciones neurológicas

Casi siempre vienen precedidas de alteraciones cutáneas. Los signos de afectación medular son naturalmente muy variados dependiendo de las estructuras afectadas. Se pueden presentar síntomas sensoriales como  hipostesias o motoras como  paraplejías.

La afectación de los troncos periféricos cursa con disestesias, hormigueos y adormecimiento, etc.

Cuando se afecta el sistema nervioso central a nivel cerebral pueden aparecer desde trastornos de la personalidad a monoparesias o hemiparesias.

Manifestaciones cardiovasculares

Puede haber, aunque es raro, arritmias. Es frecuente la aparición de síntomas  relacionados con la aparición de burbujas en el lecho venoso pulmonar con tos improductiva, disnea y dolor torácico.

Manifestaciones sistémicas

Puede aparecer cansancio extremo, astenia, debilidad y anorexia.

Otras manifestaciones

Pueden aparecer alteraciones visuales con escotomas e incluso neuritis óptica. También pueden aparecer síntomas vestibulares, vértigos, vómitos, acufenos y nauseas.

Dado lo inespecífico y variado de los síntomas y signos de la enfermedad por descompresión puede pasar desapercibida y llegar el sujeto que la padece a sufrir tratamientos incluso agresivos intentando resolver una hipotética lesión radicular producto de una descompresión mal realizada.

Existe abundante información en tratados de patología sobre la enfermedad por descompresión. A continuación se indican algunas direcciones útiles con distintos niveles de profundidad.

Tratamiento

En el lugar de buceo y durante el traslado

  • Primeros auxilios o maniobras de reanimación si el buzo está inconsciente.
  • Pedir ayuda.
  • Administración de oxígeno al 100% a un ritmo de 10-15 litros por minuto.
  • Rehidratación oral (dar a beber líquido) siempre que el buceador esté consciente.
  • No dejar que el buceador haga esfuerzos ni coja frío.
  • Nunca re comprimir volviendo a sumergirse en el agua.

En el hospital y centros especializados el único tratamiento eficaz es la terapia en cámara hiperbárica

  • Una cámara hiperbárica es un tanque de acero que se puede presurizar.
  • En nuestro país existen en varios lugares, algunas de ellas en instalaciones de la armada.
  • La presión de una cámara hiperbárica se aumenta cerrando las puertas y bombeando aire hacia el interior.
  • Se aplican diferentes tablas de tratamiento dependiendo de los síntomas o gravedad del cuadro clínico.
  • Durante el tratamiento se va aumentando la presión hasta que se corresponda con la que existe a 18 metros de profundidad.
  • En algunos casos la presión de la cámara se aumenta hasta la equivalente a 50 metros.
  • Mientras está en la cámara, el buceador respira oxígeno puro a través de una mascarilla, con lo que aumenta la eliminación de nitrógeno.
  • La presión de la cámara se reduce gradualmente hasta que el buceador alcanza la presión de la superficie.
  • El tratamiento suele durar varias horas.
  • Durante la terapia, una enfermera especializada permanecerá con el buceador en el interior de la cámara.
  • El estado del paciente se vigila constantemente y se vuelven a explorar la coordinación, el equilibrio, la sensibilidad, etc.
  • Si es necesario, el médico especialista entra en la cámara, pero normalmente controla el tratamiento desde fuera en colaboración con la enfermera.
  • Tras el tratamiento se mantendrá al buceador en observación durante 24 horas, por si su estado empeora.
  • En la mayoría de los casos es suficiente con una sesión de terapia, pero a veces son necesarias más.
  • Tras el tratamiento, el buceador debe descansar del buceo durante un tiempo. La duración del descanso debe discutirse con un especialista en medicina subacuática.

Cuidados de enfermería

  • Proporcionar los tratamientos hiperbáricos, de presión y tiempo que indique el médico.
  • Informar al paciente previamente del procedimiento que se le realizará.
  • Llevar el control de la programación de pacientes.
  • Verificar que los pacientes estén preparados de adecuadamente para la terapia con oxígeno hiperbárico.
  • Preparar el equipo y mantener los suministros adecuados.
  • Realizar las anotaciones pertinentes en los registros correspondientes de la atención médica brindada al paciente, además de firmarlas e integrarlas adecuadamente en el expediente clínico.
  • Solicitar y llenar hoja de traslado de cada paciente.
  • Mantener limpia la cámara hiperbárica para la disminución de contaminación cruzada.
  • Tratar al paciente con calidad, calidez y eficiencia a fin de proporcionar un servicio óptimo al mismo.

Conclusión

Los cuidados de enfermería en la atención del paciente con enfermedad de descompresión  requieren de una exigente priorización de necesidades reales y potenciales. El pronóstico depende de la gravedad, los factores individuales, la premura, tipo y eficacia del tratamiento aplicado. Con un tratamiento adecuado se pueden evitar lesiones permanentes. Cuanto más se retrase mayor es el riesgo de consecuencias graves. Y que el éxito está en un buen plan de cuidados de enfermería.

Bibliografía

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  • Volver arriba ↑ Francisco Verjano Díaz (abril de 2000). El hombre subacuático: manual de fisiología y riesgos del buceo. Ediciones Díaz de Santos. pp. 115-. ISBN978-84-7978-396-9. Consultado el 18 de marzo de 2012.
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