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Hábitos saludables en la Menopausia

Hábitos saludables en la Menopausia

Resumen. La menopausia es un estado fisiológico de la mujer determinado por el cese de la secreción ovárica de estrógenos y progestágenos. Son numerosos los cambios físicos y psicológicos que se producen en esta etapa de la mujer. Unos hábitos de vida saludables, como una adecuada alimentación y ejercicio moderado pueden ayudar a este grupo poblacional a mejorar la sintomatología propia de la menopausia.

Autores: Aragón Núñez, María Teresa. Cubillas Rodríguez, Inmaculada. García Rojas Inmaculada. Matronas del Hospital Materno Infantil de Málaga.

Palabras clave: menopausia, climaterio, alimentación, ejercicio

INTRODUCCIÓN

El climaterio constituye una etapa de la vida de la mujer en la que se produce la desaparición de la ovulación y la disminución en la producción de estrógenos y progesterona. El acontecimiento central del climaterio, lo constituye la menopausia, es decir, la ausencia definitiva de las reglas. 1

La menopausia es un estado fisiológico de la mujer determinado por el cese de la secreción ovárica de estrógenos y progestágenos, lo que da lugar a la desaparición del sangrado menstrual junto a la aparición de un conjunto de modificaciones fisiológicas que afectan fundamentalmente al aparato urogenital, sistema cardiovascular, óseo y tejido adiposo. Afecta a todas las mujeres como parte del proceso natural de envejecimiento, apareciendo a una edad que, en España, se sitúa alrededor de los 51 años, con un espectro que va de los 48 a los 54 años. 2

SINTOMATOLOGÍA

Durante el climaterio se produce en las mujeres una serie de cambios fisioló­gicos que, en numerosos casos, originan tanto patologías físicas, como sínto­mas psicosomáticos denominados “síndrome climatérico”. 3

Se ha demostrado que la sintomatología y signología propia del climaterio y la menopausia, no es una experiencia similar universal, sino que está condicionada a factores socio-culturales. Asimismo, se ha demostrado que los cambios psicológicos, están relacionados con los síntomas vasomotores y con factores socioculturales, antes que con una respuesta a los cambios hormonales del climaterio. 1

Son característicos de esta etapa determinados síntomas como las “sofocaciones”, caracterizadas por la ruboración extrema de la piel, la irritabilidad y la ansiedad, cuyas consecuencias psíquicas y físicas pueden hacer necesaria una intervención concreta. También está perfectamente documentado que una mujer en situación de menopausia presenta un mayor riesgo de obesidad, debido a los cambios que se producen en la composición del organismo, en el sentido de que aumenta el porcentaje graso y la distribución del tejido adiposo con mayor acumulación en la zona abdominal, a la vez que disminuye la masa magra muscular y tejido óseo. Igualmente, se incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, cáncer de mama y diabetes. 2

HÁBITOS SALUDABLES

Los conocimientos que las mujeres poseen sobre hábitos de salud, son incompletos o están poco fundamentados.  El desconocimiento y la desorientación que muchas mujeres experimentan en esta etapa es, con toda probabilidad, uno de los factores que más influyen en la vivencia negativa de la misma y en el déficit de autocuidados que se aprecia en una amplia mayoría de ellas. La falta de información sobre qué hacer para prevenir las complicaciones de la menopausia, es manifiesta en la mayoría de las mujeres. 1

Para mantener un correcto estado de salud y reducir las complicaciones asociadas a la menopausia, además de llevar a cabo una dieta adecuada y sana, cuyos aspectos más destacados se han comentado, resulta necesario mantener o incorporar a la vida diaria una serie de estilos de vida considerados también como saludables. Por ejemplo, la práctica diaria de ejercicio físico. Los estilos de vida saludables también parecen estar relacionados con una mayor ingesta de productos enriquecidos y de suplementos vitamínicos y minerales. 2

Los conocimientos que la mujer necesita para poder enfrentar con éxito el climaterio deben ser unos conocimientos enfocados a generar en ella actitudes y comportamientos saludables y a capacitarla para desarrollar prácticas de autocuidados preventivos y de mejora de su salud. No podemos olvidar que la ausencia de una ingesta adecuada es uno de los factores predisponentes para padecer enfermedad cardiovascular y osteoporosis y que, con prácticas saludables, se podrían prevenir esta última en un 90%.1

Aún no hay evidencia científica suficiente respecto de que el ejercicio tenga un efecto decisivo en los síntomas vasomotores en general, aunque bien podría argumentarse que la liberación de endorfinas tiene un efecto tonificante y euforizante sobre un sujeto que ejerza una actividad física regular. 4

La realización de ejercicio aeróbico o de resistencia es efectiva, tanto en la prevención de la pérdida de densidad mineral ósea como para incrementar la masa ósea en zonas como la columna lumbar o el calcáneo. También, el ejercicio físico de impacto es efectivo para incrementar la densidad mineral ósea en la cadera, tanto en mujeres premenopáusicas como en posmenopáusicas. Se ha comprobado que aquellas mujeres que realizan ejercicio de manera regular, como caminar, tienen mayor densidad mineral ósea en la columna y la cadera que aquellas que no lo realizan. Además, el ejercicio previene la pérdida de masa magra y por tanto de fuerza, por lo que resulta conveniente hasta para mujeres ancianas, a pesar de que este grupo etario muestre mayor dificultad para la modificación de sus conductas. 4

Las recomendaciones actuales a este respecto formuladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que establecen la mayoría de los países occidentales, son las de realizar al menos 30 minutos de paseo diario para cualquier grupo poblacional. Las mujeres que realizan una actividad física mayor (> 2 horas diarias), tienen una dieta más saludable: consumen más verduras y hortalizas y legumbres, lo que se traduce en una mayor ingesta de proteínas, fibra, vitaminas y minerales en general. Por el contrario, como ejemplo significativo, aquellas cuya actividad física es reducida tienen un mayor consumo de bebidas alcohólicas. 2

En cuanto al control del peso, debe hacerse la recomendación universal de mantener o mejorar el peso, previniendo el sobrepeso incluso si la mujer se encuentra dentro del rango saludable (índice de masa corporal entre 22 y 25.9 kg/m2 ). La reducción de peso debe ser gradual, no superior a 10% de la masa corporal en un periodo inferior a seis meses. En general, las dietas más estrictas, en cuanto a sus metas, suelen fracasar. 4

El riesgo de padecer sofocaciones es más elevado en mujeres con alto índice de masa corporal, aunque no está probado que la pérdida de peso se traduzca en una disminución de los sofocos. Se ha señalado tradicionalmente a los alimentos calientes, picantes o muy condimentados como causa de los sofocos, y se piensa que es beneficiosa su eliminación de la dieta de la mujer en esta época de la vida; pero no existen suficientes evidencias científicas para recomendar su supresión como una conducta obligada ante la existencia de síntomas vasomotores. 4

Dos ensayos de distribución aleatoria (Lyon Diet Heart Study e Indo-Mediterranean Diet Heart Study) han demostrado la eficacia de una dieta rica en ácido a-linolénico en la prevención secundaria de la enfermedad cardiovascular. Parece que el efecto protector de la dieta mediterránea resulta por sí solo insuficiente y se presume que existen otros factores de riesgo ambientales que desempeñan una función importante en la prevención de la enfermedad cardiovascular. La alimentación durante la etapa de crecimiento debe incluir cantidades adecuadas de calcio, proteínas y vitaminas, para alcanzar un correcto desarrollo de la densidad mineral ósea y mantener la misma en etapas posteriores. 4

Buenas fuentes conocidas de calcio en la dieta son la leche y sus derivados en general, además de los cereales, los frutos secos, las verduras de hoja verde y las sardinas (fundamentalmente en conserva, cuando mantienen la espina central).3

Una dieta más saludable, con un consumo significativamente más elevado de lácteos, verduras y hortalizas y legumbres, lo que se traduce en una mayor ingesta de proteínas, fibra y la mayoría de las vitaminas y minerales. 2

Asumiendo que es saludable reducir el sedentarismo como forma de conducta física, la práctica de un determinado grado de actividad física adaptada a cada mujer y sus personales circunstancias puede tener influencia en determinados aspectos del climaterio. 4

Se recomienda restringir o reducir el consumo de tabaco, ya que parece que el tabaco puede acelerar el metabolismo de los estrógenos. Las mujeres fumadoras (> 10 cigarrillos/día),  presentan un significativo mayor consumo de bebidas alcohólicas. 2

El consumo de tabaco se asocia con un incremento del riesgo de padecer sofocos y está directamente relacionado con el número de cigarros consumidos al día. Sin embargo, no se ha determinado el beneficio de dejar de fumar sobre el alivio de los sofocos. En las fumadoras aumenta el riesgo de fractura en cadera y columna. 4

CONCLUSIONES

Es necesario la implantación de programas de Salud coordinados por el equipo de salud dirigidos a este sector de la población, ya que la mejora en los hábitos higiénicos dietéticos han demostrado mejorar la calidad de vida en esta etapa de cambios físicos y psicológicos que tanta inseguridad produce a las mujeres. 2

Las recomendaciones dietéticas deben realizarse respetando lo más posible los hábitos alimentarios y especialmente los hábitos regionales. Además de las recomendaciones respecto a la dieta, se deben hacer recomendaciones también para el hábito de fumar, el consumo de alcohol y la práctica de ejercicio físico. 1

Para que la educación para la salud pueda ser eficaz, es necesario averiguar los conocimientos previos que tiene la población, para ajustar la planificación y la acción a las características y necesidades cognitivas, actitudinales y comportamentales de la población a la que va dirigida la intervención. Conocer sus preconcepciones y actitudes ante el tema, sus hábitos y comportamientos nocivos, etc., es el referente obligado a cualquier toma de decisión. 2

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.- L Moure Fernandez, R. Antolin Rodriguez, MJ. Puialto Duran, C. Salgado Alvarez. Hábitos alimentarios de las mujeres en relación con el nivel de conocimientos sobre el climaterio. Enfermería Global.2010; volumen 9, nº3.

2.- N. Úbeda, M. Basagoiti, E. Alonso-Aperte y G. Varela-Moreiras. Hábitos alimentarios, estado nutricional y estilos de vida en una población de mujeres menopáusicas españolas. Nutr Hosp. 2007;22(3):313-21. ISSN 0212-1611 • CODEN NUHOEQ S.V.R. 318

3.-  Egaña, Ana; Sevrini, Florencia. Hábitos de vida y consumo en mujeres climatéricas del Uruguay. Revista Argentina de Antropología Biológica. 2007; 9 (1): 123.

4.- José Luis Neyro,* Camil Castelo Branco,** Francisco Quereda,*** María Jesús Cancelo,**** Miguel Ángel Elorriaga,* Santiago Palacios. Recomendaciones generales para el tratamiento en la transición perimenopáusica. Ginecol Obstet Mex 2007;75(10):573-81.