Inicio > Neurología > Enfermedad de Parkinson, un reto para los profesionales de la salud

Enfermedad de Parkinson, un reto para los profesionales de la salud

Enfermedad de Parkinson, un reto para los profesionales de la salud

La Enfermedad de Parkinson (EP) es un padecimiento neurológico, degenerativo y progresivo que afecta al sistema nervioso en el área encargada de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos (1, 2).

* Gloria Cucalón Leciñena. Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Servicio Aragonés de Salud. Master en Biologia Molecular y Biomedicina.

**Maria Egea Auría. Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Servicio Aragonés de Salud. Máster en Gerontología Social.

***Silvia Gran Embid. Graduada en Enfermera y Fisioterapia por la Universidad de Zaragoza. Servicio Aragonés de Salud. Máster en Gerontología Social.

****Patricia García Lucas. Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Servicio Aragonés de Salud. Máster en Gerontología Social.

  1. Descripción histórica de la enfermedad

Los primeros indicios de posible clínica parkinsoniana los encontramos en documentos vedas, que aunque fueron editados más tarde, probablemente daten de 2000-1500 aC. En ellos se describen diferentes tipos de temblores asociados con dificultad en la concentración del pensamiento, para los que se aconsejaba la planta Mucura pruriens que contiene alrededor del 3% de L-Dopa.

Varios siglos después, un papiro egipcio de la XIX dinastía fechado entre 1350-1200 aC, alude al estado de un rey anciano que padece parálisis y lo que sería la sialorrea típica del Parkinson avanzado. En algunos pasajes de la Biblia existen también referencias al temblor o alteraciones posturales propios de la EP. Finalmente Galeno, el médico más influyente de la era clásica tras Hipócrates, menciona en sus compendios diferentes tipos de temblor y alteraciones de la marcha, haciendo una distinción entre el temblor de reposo del producido durante el movimiento (2, 3).

A partir del siglo XV, importantes figuras como Leonardo Da Vinci, artistas como Shakespeare o Rembrand y los médicos Silvio de la Boe, Johannes Babtiste Sagar, Gaubius, Boissier de Sauvages, John Hunter y Chomel hacen referencia al temblor y otros trastornos motores en sus obras. Y fue precisamente basándose en los trabajos de estos médicos, que en el año 1817 el cirujano británico James Parkinson publica su famoso monográfico “An essay of the shaking palsy”, primera descripción en la literatura médica de la enfermedad que llevaría su nombre, y donde se resalta la diferencia entre el temblor de reposo típico del parkinsonismo y otros tipos de temblor. Años más tarde el internista francés Trousseau ampliaría el espectro del trastorno mencionando la rigidez, que había sido obviada por Parkinson, la festinación y la asociación de clínica cognitiva. A Trousseau se le atribuye también la primera descripción concreta de bradicinesia relatando el progresivo enlentecimiento de la apertura repetida de la mano.

Sin embargo no sería hasta 1880 cuando el epónimo ‘maladie de Parkinson’ es introducido por el neurólogo francés Charcot, quien enriqueció la descripción de los aspectos clínicos de la enfermedad, destacó la rigidez como signo cardinal y la disoció de la bradicinesia, y anticipó parte de los mecanismos subyacentes de la EP hablando del retraso entre el pensamiento y el acto.

Poco después, en 1894, Edouard Brissaud teorizaría por primera vez la implicación de la sustancia nigra en la patogénesis del trastorno, y en 1919 el neuropatólogo uzbeko Constantinn Tretiakoff corroboraría sus hipótesis subrayando como lesión subyacente de la enfermedad la pérdida de neuronas pigmentadas de la sustancia nigra y la presencia en el citoplasma de dichas células de las inclusiones descritas en 1913 por el patólogo Friederich Lewy.

Los cambios neuroquímicos que suceden en el cerebro de pacientes con EP empezaron a dilucidarse hacia 1956, cuando Arvid Carlsson, demostró que la dopamina era un neurotransmisor y los parkinsonianos se debían a su disminución, que le valió el premio Nobel en el año 2000. Sus trabajos sirvieron de base a los exitosos ensayos en pacientes parkinsonianos de Hornykiewicz y Birkmayer, quienes demostraron en 1960 que los cerebros parkinsonianos tenían 80 a 90% menos dopamina deduciendo que su administración endovenosa podría aliviar a estos enfermos. Del mismo modo, Cotzias en 1967, la administró en dosis progresivas por vía oral obteniendo un método terapéutico efectivo.

Fue, pues, en la década de 1960 cuando los investigadores identificaron un defecto cerebral fundamental que es el distintivo de la enfermedad: la pérdida de células cerebrales que un neurotransmisor, la dopamina, fundamental en los circuitos cerebrales implicados en el  control del movimiento. Para entonces, como ha ocurrido con otros padecimientos, parecía que el problema terapéutico estaba resuelto; sin embargo, éste sigue lejos de alcanzarse (2, 3).

  1. Epidemiología

La EPI es el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente en la población, superada únicamente por la enfermedad de Alzheimer, y constituye una de las principales causas de discapacidad neurológica. Presenta distribución universal y afecta sin diferencia racial o de sexo, aunque con discreto predominio masculino.

Afecta a más del 1% en personas mayores de 65 años y alrededor del 4% en mayores de 85 años; con un incremento importante asociado al envejecimiento hasta llegar a cerca de un  20% a los 90 años.

La prevalencia actual de la enfermedad se sitúa entre 100 y 300 casos por 100 mil habitantes, con una estimación según la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 25 millones de personas afectadas para el año 2030 (4, 5, 6).

  1. Manifestaciones clínicas

Clínicamente la Enfermedad de Parkinson se caracteriza por bradicinesia, temblor en reposo, rigidez e inestabilidad postural. La bradicinesia es el signo más significativo de la enfermedad y se manifiesta por hipomimia, disminución o ausencia de balanceo de los miembros superiores al caminar e imposibilidad para ponerse de pie en un solo intento. Como consecuencia de ello, la bradicinesia presenta varios aspectos entre los que se encuentran un tiempo de reacción prolongado para iniciar un movimiento, para detenerlo, para cambiar un patrón motor, así como dificultad para efectuar actos motores simultáneos y repetidos.

El temblor en reposo afecta inicialmente a uno de los cuatro miembros u otras áreas del cuerpo como cabeza, mandíbula o lengua, resulta de la contracción alternante de músculos antagonistas, y desaparece cuando se realiza un movimiento, se mantiene una postura o durante el sueño. La rigidez hace referencia a la resistencia involuntaria para la movilización pasiva de una zona corporal. Cuando este signo de expresa en los miembros superiores como resistencia a ser movido, pero que sin embargo a partir de un punto la resistencia desaparece y el movimiento es fácil, se conoce como rigidez en rueda dentada. La inestabilidad postural es uno de los signos más discapacitantes y graves asociado con caídas frecuentes, golpes y pérdida de la movilidad y autonomía (6, 7, 8).