Inicio > Neurología > Revisión de la eficacia de la terapia acuática en esclerosis múltiple

Revisión de la eficacia de la terapia acuática en esclerosis múltiple

Revisión de la eficacia de la terapia acuática en esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurológica desmielinizante que perjudica la coordinación, la fuerza muscular, el estado cognitivo y la sensibilidad. Aunque el tratamiento con agentes inmunomoduladores puede modificar el curso de la esclerosis múltiple, en la actualidad no existe cura. Esta patología tiene un carácter incapacitante importante para las personas que la sufren, afecta principalmente a jóvenes  y adultos de mediana edad en edad laborable en Estados Unidos y Europa y es más frecuente en mujeres.

AUTORES:

Elizabeth Villa Fernández, Diplomada en Fisioterapia

Amaranta de Miguel Rubio, Graduada en Fisioterapia

Virginia Boza García, Diplomada en Fisioterapia

PALABRAS CLAVE: Terapia acuática, esclerosis múltiple, hidroterapia, ejercicio acuático

RESUMEN:

INTRODUCCIÓN:

Entre las alternativas de tratamiento no farmacológico para las personas con esclerosis múltiple, tendríamos la terapia o fisioterapia acuática en piscina terapéutica.

La terapia acuática es uno de los nuevos métodos que se recomiendan por las guías para los pacientes con esclerosis múltiple. El agua tibia (30-31º) reduce la rigidez de los músculos y permite al paciente moverse más fácilmente.

OBJETIVO:

Conocer la evidencia científica disponible acerca de la eficacia de la terapia acuática como tratamiento de fisioterapia para personas con esclerosis múltiple (EM).

METODOLOGÍA:

Se ha realizado una revisión sistemática en las siguientes bases de datos: PubMed, PEDro y Cochrane. Se han aplicado filtros de idiomas en inglés y castellano  y se han revisado artículos de ensayos  clínicos controlados y aleatorizados, estudios cuasi experimentales y estudio de cohortes  de EM y terapia acuática. Se ha limitado a estudios de los 10 últimos años.

RESULTADOS:

El ejercicio acuático es beneficioso para personas con esclerosis múltiple. En la mayoría de los estudios revisados existe una mejoría significativa tras el entrenamiento con ejercicio acuático. Hay mejoría en la capacidad funcional, la fuerza, el equilibrio, marcha,  la percepción de fatiga, dolor y la calidad de vida.

CONCLUSIONES

Estos hallazgos indican que un programa de terapia acuática es apropiado y beneficioso para personas con esclerosis múltiple, con mejoras a nivel motor, psicológico y social.

INTRODUCCIÓN

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurológica desmielinizante con síntomas como fatiga, debilidad, espasticidad, temblor, desequilibrio,  síntomas  sensoriales  que  incluyen: dolor,  alteraciones  visuales,  cognitivas, intestinales y vesicales.

Aunque el tratamiento con agentes inmunomoduladores puede modificar el curso de la esclerosis múltiple, en la actualidad no existe cura. Esta patología tiene un carácter incapacitante importante para las personas que la sufren, afecta principalmente a jóvenes  y adultos de mediana edad en edad laborable en Estados Unidos y Europa y es más frecuente en mujeres.

La EM está caracterizada por la aparición de lesiones inflamatorias con destrucción de la mielina,  que configuran las características placas de desmielinización. Estos daños que presentan son lesiones múltiples (de ahí su nombre), y están distribuidas por todo el sistema nervioso central (SNC); más frecuentemente en la sustancia blanca periventricular y subpial. Las placas de desmielinización son de dos tipos dependiendo de la actividad de la enfermedad. En la lesión aguda,  el  fenómeno  patológico  fundamental  es  la  inflamación;  por  el  contrario,  la  lesión crónica  destaca  por  una  desmielinización  franca  que progresivamente  se  acompaña  de degeneración axonal y de gliosis (Powell & Lampert, 1983).

La etiología de esta enfermedad no se conoce con exactitud, se han barajado varias hipótesis como factores ambientales, víricos, base genética y factores inmunológicos. (CUI J, 2005). Los estudios experimentales apuntan a que probablemente sobre una base genética, un virus iniciaría un proceso autoinmunitario que destruiría la mielina del sistema nervioso central (SNC), respetando relativamente los cuerpos y los axones de dichas neuronas. (Brosnan, 1996).

No existe un patrón clínico de presentación. La característica clínica que mejor la define es la variabilidad,  al  depender  de  la  localización  de  las lesiones  desmielinizantes  (Carretero, Bowakim & Acebes, 2001).

Una de estas características es el perfil temporal de sus síntomas y déficit  neurológicos;  y  que  suele  acontecer  en  múltiples  episodios  definidos  como brotes, recidivas  o  exacerbaciones,  seguidos  de  periodos  de desaparición  de  los  síntomas  o restauración de las funciones perdidas, conocidos como fases de remisión (López Chicharro & López Mojares, 2008).

Existen varias formas de evolución de la esclerosis múltiple:

  • Forma remitente-recurrente (EMRR): Es el tipo más frecuente y afecta a más del 80% de las personas con EM. En las fases iniciales puede no haber síntomas, a veces incluso durante varios  años.  Sin  embargo,  las  lesiones  inflamatorias  en  el  SNC  ya  se  están produciendo.
  • Forma progresiva secundaria  (EMSP):  Cuando  el  grado  de  discapacidad  persiste  y/o empeora  entre  brotes,  se  considera  que  estamos  ante una  EM  de  este tipo. Se considera  una  forma  avanzada  de  EM
  • Forma progresiva primaria (EMPP): Es menos frecuente y sólo afecta al 10% de todos los pacientes con EM. Se caracteriza por la ausencia de brotes definidos, pero hay un comienzo lento  y  un  empeoramiento  constante.
  • Forma progresiva recidivante (EMPR):Es una forma atípica, en la que hay progresión desde  el  comienzo,  pero  a  diferencia  de  los  pacientes  con  EMPP,  éstos  muestran brotes agudos claros, con o sin recuperación completa. Los períodos entre brotes se caracterizan por una progresión continua.

Existe  otra  forma  sobre  cuya  existencia  real  hay  gran  controversia,  la  EM  benigna. Se caracteriza,  como  su  nombre  indica,  por  tener  tan  sólo  una  recidiva  inicial  y,  posiblemente, sólo un brote adicional y una recuperación completa entre estos episodios.

Se estima que esta enfermedad crónica neurodegenerativa afecta a 2,5 millones de personas en todo el mundo.

Todavía no se ha demostrado un efecto clínicamente significativo de la farmacoterapia sobre la discapacidad (actividad). Por consiguiente, los tratamientos sintomáticos y de apoyo que procuran optimizar el funcionamiento cotidiano de los pacientes con EM continúan siendo importantes.

Entre las alternativas de tratamiento no farmacológico para las personas con EM, tendríamos la terapia o fisioterapia acuática en piscina terapéutica.

La terapia acuática es uno de los nuevos métodos que se recomiendan por las guías para los pacientes con EM. El agua tibia (30-31º) reduce la rigidez de los músculos y permite al paciente moverse más fácilmente.  Por otro lado, debido a la flotabilidad se disminuye el peso de la persona y esto hace posible al paciente moverse más fácilmente que fuera del agua. Debido a que las fuerzas de presión se disminuyen en agua, menos presión será ejercida a las articulaciones y la columna vertebral. Debido a la presión hidrostática en las diferentes partes del cuerpo, mejora la circulación sanguínea y previene el aumento de la temperatura corporal y la fatiga.

La hidroterapia frecuentemente es aplicada a pacientes con dolor neurológico o alteraciones musculoesqueléticas, debido a que el  calor y la flotabilidad del agua pueden bloquear los nociceptores y mecanorreceptores y ejercer un efecto positivo en los segmentos espinales implicados. Siguiendo esta premisa podríamos hacer uso de la misma para reducir el dolor en EM.

A continuación detallamos las propiedades  hidrodinámicas del agua que son la base de nuestra actuación de terapia acuática y explican los beneficios para pacientes con EM:

  • Flotabilidad

Es posible disminuir hasta en un 90% el efecto de la gravedad. La flotación se explica mediante el principio de Arquímedes, el cual afirma que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado, es decir, la fuerza de flotación del agua disminuye la carga axial de la columna y en las articulaciones de carga proporcionalmente al grado de inmersión. La inmersión hasta la sínfisis púbica conlleva una reducción del 40% del peso corporal. La inmersión hasta el apéndice xifoides conlleva la reducción del 60% del peso corporal.  Es por ello que se puede generar más movimiento con menos gasto energético en un ambiente acuático. La flotabilidad también permite a los músculos relajarse ya que tienen que generar menos fuerza.

  • Viscosidad

Se origina por la fricción de los fluidos. Cuanta más fuerza se emplee mayores son las fuerzas de resistencia que actúan contra uno. La pesadez del agua facilita el esfuerzo específico variable o adaptable. Este tipo de acondicionamiento dinámico del musculo para la resistencia no puede conseguirse de manera similar con máquinas de resistencia variable clásicamente utilizadas en los gimnasios convencionales. El entorno acuático permite fortalecer los músculos en una postura funcional/erguida., sobre todo la zona del tronco. El hecho de realizar ejercicios locomotores básicos como andar y correr utilizando la resistencia del agua mejora la funcionalidad porque el cuerpo se estabiliza a si misma contra esa resistencia. Al reducirse la velocidad del movimiento realizado dentro del agua permite enfatizar en la conciencia propioceptiva y espacial sin riesgo de hacerse daño o caída.

  • Presión hidrostática

Explicada por la Ley de Pascal, la cual establece que la presión aplicada a un líquido encerrado y en reposo, se transmite integralmente a todas las partes del fluido y a las paredes del recipiente que lo contiene. Por lo tanto a mayor profundidad el agua ejerce más presión sobre el cuerpo lo que provoca un mayor retorno venoso.