Inicio > Enfermería > La práctica clínica enfermera en el abordaje de la violencia de género

La práctica clínica enfermera en el abordaje de la violencia de género

La práctica clínica enfermera en el abordaje de la violencia de género

La violencia de género constituye un importante problema social y de salud pública y atenta contra los derechos humanos. Según datos de la OMS, el 35% de las mujeres han sufrido violencia doméstica o sexual en algún momento de su vida, así como el 38% de los asesinatos de mujeres se asocian a violencia de género.

Autores: Sonia Sánchez Gallardo; Gabriel Criado Benítez; Beatriz Conde Muñoz

Enfermeros Hospital Reina Sofía. Córdoba

Palabras clave: Violencia de género; Salud;  Enfermería; Relación terapéutica.

RESUMEN

Se realizó una revisión bibliográfica para profundizar en varios aspectos relacionados con la violencia de género, desde su incidencia como las consecuencias que para la salud tiene, pasando por el impacto económico que supone o por las leyes existentes que amparan a las víctimas, entre otros. Sin embargo, se incide en la importancia de una detección precoz por parte del personal sanitario que mejore el abordaje multidisciplinar de la víctima.

Los profesionales de enfermería, dada su cercanía con la comunidad, constituyen un pilar fundamental en este aspecto, concienciados de que es un problema que les compete y cargados de unos conocimientos y unas competencias mínimas serán capaces de emprender acciones efectivas en cuanto a una detección precoz se refiere, previniendo así, el desarrollo de la violencia, mantenimiento, secuelas y futuras agresiones.

Palabras clave: Violencia de género; Salud;  Enfermería; Relación terapéutica.

  1. INTRODUCCIÓN: 

La violencia de género se define según la Resolución de la asamblea General de las Naciones unidas de 1993 de la siguiente manera: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción, o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

Como factor determinante de la violencia de género se encuentra la relación desigual entre hombres y mujeres: “cultura de la violencia”, como medio resolutorio de conflictos. En la actualidad se definen diferentes formas de violencia contra las mujeres: física, sexual y psicológica. En los casos de violencia doméstica suelen coexistir múltiples formas de maltrato que se refuerzan; la violencia física siempre contiene elementos de violencia emocional, la violencia emocional a menudo va acompañada de amenazas de violencia física, y la violencia sexual está impregnada de violencia emocional y psíquica.

Lo más frecuente en el comienzo del maltrato son conductas de abuso psicológico, restrictivas y controladoras, minimizando la capacidad de decisión y autonomía de la mujer utilizando estrategias de manipulación afectiva, con una escalada gradual de la violencia pudiendo aparecer los primeros indicios de la violencia física, cuya finalidad última es el sometimiento y control de la víctima.

  • Tipos de maltrato:

En la actualidad se definen diferentes formas de violencia contra las mujeres:

  • Violencia física. Comprende cualquier acto no accidental que implique el uso deliberado de la fuerza, como bofetadas, golpes, palizas, empujones, heridas, fracturas o quemaduras, que provoquen o puedan provocar una lesión, daño o dolor en el cuerpo de la mujer. Es importante no olvidar que cualquier forma de violencia física es también una violencia psicológica.
  • Violencia sexual. Ocurre siempre que se impone a la mujer, mediante el chantaje, las amenazas o la fuerza, un comportamiento sexual contra su voluntad, se produzca por parte de su pareja o por otras personas. Existen diferentes manifestaciones de violencia sexual:
  • Violencia sexual que no implica contacto corporal. Exhibicionismo, forzar a ver material pornográfico, mensajes obscenos por correo electrónico o telefónicos, gestos y palabras obscenos, insultos sexistas, acoso sexual, proposiciones sexuales indeseadas, voyeurismo.
  • Violencia sexual con contacto corporal. 1. Tocamientos, la imposición de relaciones sexuales o prácticas no deseadas, obligar a adoptar posturas que la mujer considera degradantes. 2. Violación.
  • Violencia contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Incluye cualquier actuación que restrinja a las mujeres el ejercicio de su derecho a la salud sexual y reproductiva, afectando su libertad para disfrutar de una vida sexual sin riesgos para su salud, así como ejercer libremente su derecho a la maternidad.
  • Violencia psicológica Conducta intencionada y prolongada en el tiempo, que atenta contra la integridad psíquica y emocional de la mujer y contra su dignidad como persona, y que tiene como objetivo imponer las pautas de comportamiento que el hombre considera que debe tener su pareja. Sus manifestaciones son: las amenazas, insultos, humillaciones o vejaciones, la exigencia de obediencia, el aislamiento social, la culpabilización, la privación de libertad, el control económico (violencia económica), el chantaje emocional, el rechazo o el abandono. Este tipo de violencia no es tan visible como la física o la sexual, es más difícil de demostrar, y en muchas ocasiones no es identificada por la víctima como tal sino como manifestaciones propias del carácter del agresor. Algunas de estas formas de violencia pueden considerarse específicas para determinados grupos vulnerables, como por ejemplo la omisión de cuidados o la medicación negligente en el caso de mujeres con discapacidad, mayores o con enfermedad mental grave.

El proceso de la violencia comprende tres fases:

  1. Acumulación de tensión
  2. Explosión o agresión
  3. Calma o reconciliación o luna de miel

Este proceso tiene un impacto importante en la salud de las mujeres generando consecuencias en la salud física, en condiciones crónicas de salud, en salud sexual y reproductiva, salud psíquica, salud social, salud de sus hijas e hijos y a veces con consecuencias fatales como la muerte de la víctima por homicidio o suicidio.

El “síndrome de la mujer maltratada”: la víctima experimenta un complejo primario, caracterizado por síntomas traumáticos: ansiedad, hipervigilancia, reexperimentación del trauma, recuerdos recurrentes e intrusivos, embotamiento emocional. Su autoestima se va deteriorando produciendo un debilitamiento de la capacidad cognitiva mediante mecanismos defensivos que intentan dar un sentido a la violencia o distanciarse de manera ficticia: la negación y la minimización es un mecanismo de adaptación que tiende a negar la realidad del maltrato, a autoengañarse, que forma parte del complejo secundario.

La violencia doméstica actúa como inhibidor de las relaciones sociales. Al aislar a la mujer de otras fuentes de refuerzo emocional positivo y apoyo social, un resultado muy frecuente es que caiga en una depresión, que cuando es profunda se pueden provocar tendencias suicidas que pueden llevar a la muerte.

El estrés postraumático se trata de un daño que se presenta en la forma de miedo o terror incontrolado que se repite cada vez que algo recuerda la experiencia vivida. Una de las estrategias para evadirse de estos síntomas es el consumo continuo de sustancias tóxicas: ansiolíticos, alcohol, tranquilizantes, que frecuentemente se convierten en adicciones.

La OMS enumera unas recomendaciones básicas para los servicios sanitarios en el abordaje de la violencia de género:

  • Preguntar con regularidad, cuando sea factible, a todas las mujeres sobre la existencia de violencia doméstica, como tarea habitual dentro de las actividades preventivas.
  • Estar alerta a posibles signos y síntomas de maltrato y hacer su seguimiento.
  • Ofrecer atención sanitaria integral y registrarla en la historia de salud o historia clínica.
  • Ayudar a entender su malestar y sus problemas de salud como una consecuencia de la violencia y el miedo.
  • Informar y remitir a las pacientes a los recursos disponibles de la comunidad.
  • Mantener la privacidad y la confidencialidad de la información obtenida.
  • Estimular y apoyar a la mujer a lo largo de todo el proceso, respetando su propia evolución.
  • Evitar actitudes insolidarias o culpabilizadoras ya que pueden reforzar el aislamiento, minar la confianza en ellas mismas y restar la probabilidad de que busquen ayuda.
  • Establecer una coordinación con otros y otras profesionales e instituciones.
  • Colaborar en dimensionar e investigar el problema mediante el registro de casos.
  1. OBJETIVOS
  • Identificar las principales medidas a adoptar contra la violencia de género.
  • Identificar las principales líneas estratégicas de actuación contra la violencia de género a nivel nacional e internacional.
  • Identificar las principales intervenciones a realizar desde el ámbito sanitario y en particular desde el colectivo enfermero.
  • Unificar criterios de cuidados fomentando el desarrollo de los diagnósticos de enfermería y la aplicación de estos por parte de los profesionales.
  • Colaborar con los demás profesionales implicados en la actuación contra la violencia de género.
    METODOLOGÍA

Para la realización de este trabajo se ha aplicado un diseño de carácter descriptivo que se ha basado en una estrategia de búsqueda en bases de datos como Cochrane, Elsevier, Scielo, Cinalh y Google Académico. Así, como fuentes oficiales como la Organización Mundial de la Salud o el Instituto de la Mujer. Se han comparado los distintos artículos encontrados y seleccionado los más relevantes publicados en los últimos años.

  1. PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERÍA EN VIOLENCIA DE GÉNERO:

La enfermería tiene un papel fundamental para intervenir en la violencia de género, por su posición estratégica, y la percepción que tienen las víctimas de considerar a la enfermera cercana y asequible. Para que esta actuación sea óptima, ecuánime, objetiva, práctica y poder transmitir la visión de la enfermera y promover una buena praxis, el plan de cuidados de enfermería en víctimas de violencia de género supone un registro que parte de criterios profesionales unificados.

¿Cuál es el plan de cuidados en violencia de género? El proceso enfermero es individualizado, por tanto cada caso será diferente al resto. No existe un plan de cuidados estandarizado aplicable a las víctimas de violencia de género, ya que no todas ellas la padecen de la misma manera y se hace difícil llegar a los diagnósticos, dada la actitud evasiva y falta de seguridad que tienen. Es por ello que los profesionales deben conocer todos los matices de este proceso y hacer un abordaje correcto del mismo.

4.1 Valoración de la víctima:

En general, las víctimas de violencia de género tienen unos signos y síntomas comunes y dependerán de la tipología de la violencia actual o pasada, y del tiempo de evolución de la misma. También pueden influir los antecedentes personales y hábitos de vida (malos tratos en la infancia, abuso drogas…).

La valoración de la víctima debe centrarse en los indicadores de sospecha (signos y síntomas de violencia) haciendo un abordaje biopsicosocial y de la situación de la violencia. Debe ser en un ambiente seguro, garantizándole confidencialidad, empatía y escucha activa, creer a la mujer sin emitir juicios de valor y facilitar la expresión de sentimientos. Una entrevista adecuada y un seguimiento posterior permitirán afianzar los diagnósticos propuestos y que las intervenciones llevadas a cabo sean eficaces, contribuyendo así a favorecer el intercambio de información dentro del equipo multidisciplinar de una manera organizada mediante un registro adecuado que no es otra cosa que el plan de cuidados de Enfermería.