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Prevención de drogodependencias en adolescentes: programando en salud

Prevención de drogodependencias en adolescentes: programando en salud

Resumen

El consumo de drogas tanto legales como ilegales sigue siendo un problema de Salud Pública que debe prevenirse de forma precoz desde la adolescencia mediante las intervenciones adecuadas

Autores:

  1. Irene De La Torre Rodríguez. Graduada en la E.U.E Cruz Roja de Sevilla. Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria del Servicio de Salud de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  2. Marta Veiga García. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  3. María Azucena Maíllo Bada. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  4. Melissa Fernández Alonso. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias.
  5. Andrea Arduengo Romero. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).
  6. Claudia Álvarez Rodríguez. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Enfermera del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).

 

Palabras Clave: Prevención, adolescentes, drogas, Enfermería, consumo, Promoción de la Salud

Objetivos

  • Mostrar el diseño un programa de salud dirigido a la prevención de drogas en los adolescentes del Área VII de Salud del Principado de Asturias
  • Conocer las intervenciones más eficaces para evitar y/o retrasar el consumo de drogas en la adolescencia.

Material y Métodos

Se realizó una búsqueda bibliográfica empleando bases de datos (PubMed, Cuiden), el navegador Google Académico, revistas científicas como Scielo, páginas webs (OMS) y Portales Estadísticos (Ministerio de Sanidad, OEDT, OBSA). Se encontraron alrededor de 50 documentos de los cuales se seleccionaron 23 que aportaban bibliografía acotada a la búsqueda realizada para llevar a cabo el programa de salud.

Consideraciones

Actualmente, la prevención de drogodependencias supone todo un reto para los profesionales de la salud y la educación, quienes elaboran y llevan a cabo programas de salud preventivos. Aunque existe una densa bibliografía sobre este tema, todavía se investiga para conocer cuáles son las intervenciones que realmente cumplen los objetivos planteados o al menos se acercan a ellos. A menudo abundan aquellas dirigidas a transmitir información sobre drogas y consumo, las cuales permiten aumentar la percepción de riesgo en el adolescente, sin embargo, no son suficientes para influir sobre el individuo de tal manera que condicione su consumo, ya sea evitándolo o retrasándolo.

Conclusiones

Todo lo que sabemos hasta hoy sobre la prevención de drogas nos hace enfocar nuestras intervenciones educativas hacia el desarrollo de habilidades para la vida que favorezcan en el adolescente la génesis de una personalidad y autoestima sólidas con las que poder hacer frente a las distintas situaciones de riesgo que se plantean con frecuencia en esta etapa.

Es necesario trabajar este campo si se pretende obtener un cambio de conducta por parte de los adolescentes, o reforzarla en aquellos en los que ya manifiestan cierta asertividad en la toma de decisiones (saber decir No) y en la resolución de conflictos.

Para ello, resulta imprescindible formarse en las diferentes técnicas grupales destinadas a trabajar las habilidades, como el “rol-playing” y la “simulación operativa”, de manera que el adolescente se implique activamente en el proceso de aprendizaje.

INTRODUCCIÓN

El consumo de drogas supone a nivel mundial un importante problema de salud pública ya que afecta a un gran número de personas y genera importantes consecuencias para la salud, tanto en el que consume como en su entorno social, familiar y laboral, convirtiéndose así en un problema que nos afecta a todos, individuo y comunidad. Aunque las estadísticas describen una tendencia estable se trata de un problema que se puede prevenir  y,  para ello, se necesita trabajar con la comunidad, concretamente con la población joven, en la que se registra un mayor consumo de sustancias psicoactivas.

La prevención recae directamente sobre los adolescentes, que independientemente de todos los determinantes sociales que influyen en el inicio del consumo, experimentan una etapa de cambio, de adquisición de creencias y valores, así como la consolidación de la personalidad, por lo que la intervención a realizar, puede ser determinante en su experiencia con las drogas, evitando el inicio del consumo y /o abuso de éstas.

A nivel nacional y desde hace tiempo, se han diseñado diferentes programas de salud para prevenir y tratar esta problemática, sin embargo, muchos de ellos parecen no resultar efectivos u obtener escasos resultados, ya que las intervenciones a menudo se centran en transmitir información relacionada con las drogas y su consumo, y en muchos casos,  mostrando los efectos más negativos derivados de éste, lo que parece no generar un impacto suficiente para que el individuo evite o modifique una conducta de riesgo.  Por otra parte sigue siendo escasa la formación de los profesionales sobre las drogas, consumo y prevención. Cabe destacar la necesidad de elegir correctamente la franja de edad más susceptible a la que debemos dirigirnos, cómo hacerlo,  y de emplear adecuadas herramientas que permitan evaluar  las intervenciones propuestas para cumplir los objetivos planteados.

ESTADO ACTUAL

Según el informe Mundial sobre las Drogas elaborado por la UNOCD (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) en 2016, 1 de cada 20 personas de entre 15 y 64 años consumieron al menos una droga en el año 2014, es decir, aproximadamente 250 millones de personas. Alrededor de 29 millones padecen trastornos relacionados con las drogas, y tan solo 1 de cada 6 personas reciben tratamiento.

Aunque el número de muertes a nivel mundial permanece estable desde hace años, se considera una cifra intolerable y lo más importante aún, evitable.

Las consecuencias derivadas del consumo y del abuso de drogas son devastadoras, por lo que para contrarrestar el efecto que éstas generan se establecieron 17 Objetivos de Desarrollo sostenible, los cuales se dividen en 5 grandes esferas:

  1. Desarrollo Social. Se debe reconocer el consumo de drogas como un problema de salud para evitar reforzar el círculo de marginación, favoreciendo la integración en la sociedad de aquellas personas con trastornos relacionados con las drogas y disminuyendo el estigma hacia ellas, puesto que podría afectar incluso al personal sanitario dificultando la administración de un tratamiento eficaz. Por otra parte, el consumo afecta a la sociedad en general, ya que el colectivo que consume drogas inyectadas puede transmitir enfermedades de transmisión sexual a otros subgrupos (VIH, HEPATITIS…) e incluso parece ser que algunas sustancias estimulantes favorecen un comportamiento sexual de alto riesgo.

El consumo también influye en la igualdad y en el empoderamiento de mujeres y niñas debido a las grandes diferencias de consumo entre sexos en cuanto a preferencias y vulnerabilidad. Sin duda las mujeres tienen mayor probabilidad de padecer trastornos de salud mental, y con frecuencia, son víctimas previamente de violencia y abusos.

  1. 2. Desarrollo Económico. El consumo afecta tanto a países en desarrollo como a los desarrollados, teniendo un mayor impacto en aquellos colectivos con un nivel socio-económico más bajo ya que tienen más riesgo de caer en la drogodependencia. Sin embargo, aquellos con un nivel alto, son más propensos a iniciar el consumo.

También influye la zona geográfica por mayor o menor proximidad a zonas productoras de drogas, así como el grado de bienestar socio-económico, que determina el tipo de droga consumida.

  1. Sostenibilidad Ambiental. La deforestación que tiene lugar para la explotación de tierras destinadas al cultivo de drogas y la eliminación de productos químicos, repercuten directamente en el medioambiente, destruyendo zonas de importancia decisiva para la biodiversidad.
  2. Sociedades Pacíficas, Justas e Inclusivas. El consumo de drogas puede conducir a actos de violencia relacionados con los efectos psicoactivos de las drogas, y los efectos traumáticos que producen, aumentan la vulnerabilidad al consumo.
  3. Alianzas. Hace referencia a la cooperación internacional mediante políticas de desarrollo que tengan en cuenta las drogas. Se necesitan estrategias para reducir la oferta y demanda de las drogas, incorporando programas de prevención en los sistemas de educación, bienestar social y salud, además de promover el tratamiento, la atención, la rehabilitación y la reinserción 1.

El consumo de drogas repercute, aunque en diferente medida, a todos los sectores de la población, afectando sobremanera a la salud de las poblaciones.

Según los últimos datos aportados por el OEDT (Observatorio Español De La Droga y las Toxicomanías) mediante la encuesta ESTUDES (Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España), el 78,9% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y 18 años han consumido bebidas alcohólicas alguna vez en su vida, siendo este porcentaje del 38,4% en el caso del tabaco, y de un 30% para el cannabis. El cuarto puesto para la droga psicoactiva más consumida es para los hipnosedantes (tranquilizantes/somníferos), seguidos de la cocaína 2,3.

La edad de inicio del consumo para las llamadas drogas de inicio (tabaco y alcohol) se registra por debajo de los 14 años, mientras que el consumo diario se establece antes de los 15. Este dato permite establecer un rango de edad para seleccionar la población diana a la que dirigir las intervenciones orientadas a retrasar la edad de inicio del consumo, ya que determinados estudios aseguran haber errado en la selección del rango de edad adecuado para cumplir con este objetivo, actuando sobre adolescentes que ya se iniciaron en el consumo de alguna sustancia o incluso que consumen diariamente 4.

En cuanto a las diferencias de género, la prevalencia de consumo es mayor en las mujeres para tabaco, alcohol e hipnosedantes, mientras que en el caso de drogas ilegales como el cannabis, es superior en los hombres. Si bien es cierto que a medida que aumenta la edad la diferencia entre sexos se reduce considerablemente, excepto para los hipnosedantes que en cualquier rango de edad sigue siendo superior su consumo en las mujeres.

Se observa un descenso de la prevalencia de consumo de alcohol y de la proporción de estudiantes que realizaron “binge drinking” (consumo de 5 o más vasos de bebidas alcohólicas en un intervalo de aproximadamente 2 horas) en los últimos 30 días, al comparar los últimos datos obtenidos en 2012 con respecto a 2014. Resulta llamativo el paralelismo entre este descenso y el aumento de la percepción de riesgo por parte de los adolescentes para este mismo tramo temporal. Este hecho evidencia la importancia de dirigir algunas de nuestras intervenciones hacia este objetivo, pues un aumento de la percepción de riesgo puede conducir a una disminución del consumo.

La percepción de riesgo varía de forma notoria según se trate de consumo habitual o esporádico, siendo para este último inferior con respecto al primero, y percibiéndose de bajo riesgo el consumo esporádico de cannabis en comparación a un consumo habitual de tabaco. Generalmente, la principal fuente de información sobre  los diferentes tipos de drogas proviene de los medios de comunicación, sin embargo, la vía preferida para los jóvenes es la que proviene de los profesionales socio-sanitarios, aunque la información obtenida  a través de éstos es muy escasa 5.