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Factores de riesgo para enfermedad crónica no transmisible en estudiantes universitari@s de la Fes Iztacala

Factores de riesgo para enfermedad crónica no transmisible en estudiantes universitarios de la Fes Iztacala

El presente estudio es una investigación cuantitativa, no experimental, exploratoria, descriptiva y transversal. El problema de la investigación fue medir el nivel de los factores de riesgo como sobrepeso y obesidad, actividad física y consumo de alcohol, que están relacionados con enfermedad crónica no transmisible en estudiantes universitarios. Éstos forman parte de los riesgos comunes y modificables que desarrollan las enfermedades crónicas; y que explican la mayor parte de las muertes causadas por ese tipo de enfermedades en todas las edades; en hombres y mujeres de todo el mundo 1.

AUTORES:

*Luisa Bravo Sánchez, Doctora en Enfermería, Profesora Asociada “C” de la Carrera de Enfermería de la FESI UNAM.

*Leticia Cuevas Guajardo, Doctora en Educación, Profesora Titular “C” de la Carrera de Enfermería de la FESI UNAM.

*Guillermina Arenas Montaño, Doctora en Salud Pública, Profesora Titular “A” de la Carrera de Enfermería de la FESI UNAM.

*Aglae Vaquera Méndez, Maestra, Profesora de Asignatura “A” de la carrera de Psicología SUAYED de la FESI UNAM.

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO.

RESUMEN

El objetivo radicó en apreciar los factores de riesgo relacionados con enfermedad crónica no transmisible (ECNT) en estudiantes universitarios. La pregunta de investigación se diseñó de la manera siguiente: ¿en qué grado acontecen los factores de riesgo sobrepeso y obesidad, actividad física y consumo de alcohol, relacionados con enfermedad crónica no transmisible que presentan l@s estudiantes universitari@s de la FESI?

La muestra estuvo formada por doscient@s dos estudiantes universitari@s de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (FESI UNAM), quienes firmaron previamente el consentimiento informado. Se utilizó como instrumento de recolección de datos una historia clínica, se realizó exploración física a través del método clínico en un consultorio. El factor de riesgo más alarmante encontrado en esta investigación fue la inactividad física especialmente de las mujeres, aunque también es necesario insistir en que la realicen los hombres.

PALABRAS CLAVE: factores de riesgo, sobrepeso y obesidad, actividad física, consumo de alcohol, adulto joven.

INTRODUCCIÓN

Las enfermedades crónicas tienen factores de riesgo como el sobrepeso y obesidad, inactividad física y consumo de alcohol, factores comunes y modificables, que explican la gran mayoría de las muertes por ese tipo de enfermedades en todas las edades; en hombres y mujeres de todo el mundo1. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha creado el plan de acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013 – 2020 que tiene por objeto cumplir los compromisos de la Declaración Política de las Naciones Unidas sobre las Enfermedades No Transmisibles, que recibió el respaldo de los Jefes de Estado y de Gobierno en septiembre de 20112.

El sobrepeso y la obesidad se definen como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). En el caso de los adultos, la OMS define el sobrepeso y la obesidad como se indica a continuación: IMC igual o superior a 25 indica sobrepeso. Índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 indica obesidad.

El índice de masa corporal (IMC) proporciona la medida más útil del sobrepeso y la obesidad en la población, pues es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades. Sin embargo, hay que considerarla como un valor aproximado porque puede no corresponderse con el mismo nivel de grosor en diferentes personas. Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo, en 2014, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 600 millones eran obesos1. En general, en el 2014, alrededor del 13% de la población adulta mundial (un 11% de los hombres y un 15% de las mujeres) eran obesos. También en 2014, el 39% de los adultos de 18 o más años (un 38% de los hombres y un 40% de las mujeres) tenían sobrepeso.

Entre 1980 y 2014, la prevalencia mundial de la obesidad se ha más que doblado. En 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos.  También en el 2016, el 39% de las personas adultas de 18 o más años tenían sobrepeso, y el 13% eran obesas. La mayor parte de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas. En 2016, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos. Y también en el 2016, habían más de 340 millones de niños y adolescentes (de 5 a 19 años) con sobrepeso u obesidad (la obesidad puede prevenirse)3.

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad, es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. A nivel mundial ha ocurrido un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa; y un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización. A menudo los cambios en los hábitos alimentarios y de actividad física son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y a la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud; la agricultura; el transporte; la planificación urbana; el medio ambiente; el procesamiento, distribución y comercialización de alimentos, y la educación.

Es relevante reflexionar cómo pueden reducirse el sobrepeso y la obesidad, ya que los entornos son fundamentales en las elecciones de las personas al seleccionar la opción más accesible, disponible y asequible en materia de alimentos, de modo que ésta sea la elección más saludable. También es importante la actividad física periódica que permita prevenir el sobrepeso y la obesidad. En el plano individual, las personas pueden optar por limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares; aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos; y realizar una actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos)4.

La responsabilidad individual solo puede tener efecto si las personas tienen acceso a un modo de vida sano. Por consiguiente, en el plano social, es importante ayudar a las personas a seguir las recomendaciones mencionadas, mediante la ejecución sostenida de políticas demográficas y basadas en pruebas científicas que permitan que la actividad física periódica y las opciones alimentarias más saludables estén disponibles y sean asequibles y fácilmente accesibles para todos, en particular para las personas más pobres. Un ejemplo de una política de ese tipo es un impuesto sobre las bebidas azucaradas.

Asimismo, la industria alimentaria puede desempeñar un papel importante en la promoción de dietas sanas reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados; asegurando que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los consumidores; limitando la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas; sobre todo los alimentos destinados a los niños y los adolescentes; y asegurando la disponibilidad de opciones alimentarias saludables, apoyando la práctica de actividades físicas periódicas en el lugar de trabajo5.

Aproximadamente el 80% de los Estados Miembros de la OMS han elaborado políticas y planes para reducir la inactividad física, aunque éstos sólo sean operativos en el 56% de los países. Las políticas destinadas a aumentar la actividad física tienen como objetivo promover que las formas activas de transporte, como caminar y montar en bicicleta, sean accesibles y seguras para todos; que las políticas laborales y las relativas al lugar de trabajo, fomenten la actividad física; que las escuelas tengan espacios e instalaciones seguros para que los alumnos pasen ahí su tiempo libre de forma activa; que los niños reciban una educación física de calidad que les ayude a desarrollar pautas de comportamiento que los mantenga físicamente activos a lo largo de la vida; y las instalaciones deportivas y recreativas ofrezcan a todas las personas oportunidades para hacer deporte6.

Por otro lado, el consumo de alcohol provoca defunción y discapacidad a una edad relativamente temprana. En el grupo etario de 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles al consumo de alcohol. Existe una relación causal entre el consumo nocivo de alcohol y una serie de trastornos mentales y comportamentales, además de las enfermedades no transmisibles y los traumatismos. Recientemente se han determinado relaciones causales entre el consumo nocivo de alcohol y la incidencia de enfermedades infecciosas tales como la tuberculosis y el VIH/sida. Más allá de las consecuencias sanitarias, el consumo nocivo de alcohol provoca pérdidas sociales y económicas importantes, tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto7.

En este sentido, Gómez, C. Z. y colaboradores en el 2016 presentaron su trabajo “Estilos de Vida y Riesgos para la Salud en una Población Universitaria”. Es un estudio cuantitativo con diseño transversal, la muestra fue de 335 alumnos, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara durante el año 2013. La técnica de recolección de datos fue una entrevista personal y un cuestionario de frecuencia en consumo de alimentos. Realizaron medidas antropométricas y determinaron la cantidad de grasa corporal8.

Almonacid, U.C.C. y colaboradores en el 2016 hicieron un trabajo de “Evaluación de factores de riesgo asociados a enfermedad cardiovascular en jóvenes universitarios de la localidad Santafe de Bogotá, Colombia”. Es un estudio descriptivo, transversal. La muestra fue de 747 estudiantes de tres universidades, con edades de los 16 a 29 años.  Se encontró consumo de alcohol en el 96.1% de ellos, lo que mostró una relación con el aumento de la tensión arterial con la prueba de Chi cuadrada, la prevalencia de sedentarismo fue de 63.8% y de tabaquismo un 48.1%9.