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Síndrome de Burnout en el personal sanitario

Síndrome de Burnout en el personal sanitario

Resumen:

El síndrome de burnout es el resultado de la combinación de diversos factores laborales, personales e institucionales, que llevan al individuo a una situación de estrés mantenida en el tiempo, hasta el punto del agotamiento de sus recursos. Las profesiones sanitarias, como profesiones asistenciales, se encuentran expuestas a muchos de estos estresores, siendo consideradas grupo de alto riesgo. Las repercusiones del mismo en la salud física y mental del trabajador suponen un gran problema, que influye en la calidad de la asistencia y ocasiona grandes costes a la organización.

1ª autora: Lucia Regla Mange, Diplomada en Fisioterapia y Graduada en Enfermería, Enfermera en Hospital Univesitario Miguel Servet, Zaragoza

2º autor: David Muñoz Miguel, Diplomado en Fisioterapia, Fisioterapeuta en Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza

3ª autora: Alba Soriano Ariño, Graduada en enfermería, Zaragoza

4ª autora: Nerea Yus Valencia, Graduada en enfermería, Zaragoza

5º autor: Francisco Berni Mohedano, Graduado en Enfermería, Enfermero en Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza

Palabras clave: burnout, sanidad

Introducción:

La relevancia del estrés sobre la salud es una constatación creciente, como lo es el aumento del estrés laboral en general y, específicamente, en los profesionales sanitarios. Una consecuencia de ello ha sido el incremento del burnout(1).

Ya en 1974, el psicoanalista Herbert Freudenberger define el «síndrome de burnout» (SB) como una “sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada, que resulta de una sobrecarga por exigencias de energías, recursos personales y fuerza espiritual del trabajador»(2,3). Pero fue Cristina Maslach quién dio a conocer esta palabra de forma pública en 1977, dentro del Congreso Anual de la Asociación Americana de Psicólogos (A.P.A.), definiéndolo como un «síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal, que puede ocurrir entre individuos cuyo trabajo implica atención o ayuda a personas»(3).

Entre las diversas conceptualizaciones, una de las más utilizadas ha sido la de Maslach y Jackson (1981) mediante el cuestionario Maslach Burnout Inventory (MBI), que caracteriza al síndrome por: a) agotamiento emocional o pérdida de recursos emocionales para enfrentarse al trabajo; b) despersonalización o desarrollo de actitudes negativas, de insensibilidad y de cinismo hacia los receptores del servicio prestado, y c) falta de realización personal, o tendencia a evaluar el propio trabajo de forma negativa, con sentimientos y apreciaciones de baja autoestima profesional y de fracaso(3).

El síndrome afecta a la salud del trabajador, tanto mental como física(4,5). A nivel conductual se relaciona con el absentismo laboral, el consumo de drogas, fármacos y alcohol, el aumento de la conducta violenta, conflictos familiares y un elevado movimiento de personal (turnover), repercutiendo a su vez, con consecuencias muy negativas, en la organización (costos de reclutamiento, selección, capacitación de nuevos profesionales…)(6,7).

Además, esta falta de realización personal que caracteriza al síndrome está relacionado con el grado de calidad de los servicios proporcionados(2), aparte de ser un predictor de permanencia en el trabajo y de productividad(6,7).

El origen del síndrome reside en el entorno laboral y en las condiciones de trabajo, apareciendo en la fase final de una sucesión de etapas que siguen al estrés, como una respuesta a una situación laboral intolerable(8, 9).

Entre ellas destacan especialmente estresores como escasez de personal (que supone sobrecarga laboral), trabajo en turnos, trato con usuarios problemáticos y contacto directo con la enfermedad, con el dolor y con la muerte, falta de especificidad de funciones y tareas (lo que supone conflicto y ambigüedad de rol), falta de autonomía y autoridad en el trabajo para poder tomar decisiones, etc.(4-6)

Otros factores que influyen en el desarrollo del síndrome están relacionados con las características personales del trabajador o variable individual y con la variable interpersonal (redes de apoyo social), e incluso, con cambios supraorganizativos(4, 6).

Fases del proceso de burnout:

Se pueden destacar cinco fases en el desarrollo del  síndrome.

Fase inicial, de entusiasmo

Se experimenta, ante el nuevo puesto de trabajo, entusiasmo, gran energía y se dan expectativas positivas. No importa alargar la jornada laboral.

Fase de estancamiento

No se cumplen las expectativas profesionales. Se empiezan a valorar las contraprestaciones del trabajo, percibiendo que la relación entre el esfuerzo y la recompensa no es equilibrada. En esta fase tiene lugar un desequilibrio entre las demandas y los recursos (estrés); por tanto, definitoria de un problema de estrés psicosocial. El profesional se siente incapaz para dar una respuesta eficaz.

Fase de frustración

Se puede describir una tercera fase en la que la frustración, desilusión o desmoralización hace presencia en el individuo. El trabajo carece de sentido, cualquier cosa irrita y provoca conflictos en el grupo de trabajo. La salud puede empezar a fallar y aparecer problemas emocionales, fisiológicos y conductuales.

Fase de apatía

En la cuarta fase se suceden una serie de cambios actitudinales y conductuales (afrontamiento defensivo), como la tendencia a tratar a los clientes de forma distanciada y mecánica, la anteposición cínica de la satisfacción de las propias necesidades al mejor servicio al cliente y un afrontamiento defensivo-evitativo de las tareas estresantes y de retirada personal, como mecanismos de defensa de los individuos.

Fase de quemado

Colapso emocional y cognitivo, fundamentalmente, con importantes consecuencias para la salud. Además, puede obligar al trabajador a dejar el empleo y arrastrarle a una vida profesional de frustración e insatisfacción.

Esta descripción de la evolución del síndrome tiene carácter cíclico. Así, se puede repetir en el mismo o en diferentes trabajos y en diferentes momentos de la vida laboral.

Burnout en cifras:

Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EUOSHA), el estrés es el segundo problema de salud más común en el trabajo, afecta al 22% de los trabajadores de la UE(6), y supone entre el 50% y el 60% de las bajas por enfermedad, cuyo costo asciende a unos 20 mil millones de euros(10).

En España, según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, un 12% de los trabajadores se encuentran expuestos a factores de riesgo psicosocial, un 7% manifiestan importante percepción de estrés y más del 10 % manifiestan somatizaciones, como efectos de la exposición a factores de riesgo psicosocial(6).

En un estudio realizado entre 2009 y 2010 a 7.539 enfermeras de 59 hospitales españoles, un 26% indicaron que les gustaría abandonar el hospital, el entorno laboral fue desfavorable para el 48% y un 22% presentaban un alto nivel de burnout(11). Estudios citados por Albadejo et al. señalan que aproximadamente el 25% de las enfermeras estarían afectadas por el síndrome(12).

Las estimaciones actuales sugieren para los próximos años, que entre el 20 y el 25% de la población activa europea experimentará algún tipo de problema de salud mental durante su vida laboral y que aproximadamente el 10% de los problemas y discapacidades de salud a largo plazo estarán relacionados con trastornos mentales y emocionales, costando alrededor del 3 – 4% del producto nacional bruto europeo(7).

Esta situación plantea la necesidad de desarrollar programas de prevención e intervención, sobre todo en las profesiones de asistencia a la salud, que ayuden a controlar y paliar tales efectos, para garantizar la calidad de la atención a los pacientes(7).

Además, controlar el estrés es un imperativo legal establecido en la Directiva marco 89/391/CEE, que incluye la identificación, prevención y gestión de todos los riesgos que están asociados con la salud mental y el estrés relacionado con el trabajo(5, 13).

Conclusiones:

El burnout no solo repercute en la salud física y mental del trabajador, sino que también compromete la calidad asistencial, disminuye la productividad, el rendimiento y la competencia, aumenta el absentismo, se relaciona con un incremento de los accidentes y puede incluso conducir al abandono del puesto de trabajo provocando un aumento de las rotaciones (turnover), teniendo una fuerte influencia en el funcionamiento administrativo de los servicios sanitarios, generando pérdidas económicas y aumentando las quejas de usuarios o clientes.

En la actualidad, el desgaste físico y emocional relacionado con el trabajo puede ser considerado una epidemia entre los trabajadores de varias profesiones. Los profesionales sanitarios son extremadamente vulnerables, ya que se encuentran expuestos a muchos de los considerados factores de riesgo del mismo (horarios, turnos, contacto con la muerte…), siendo una de las profesiones con mayor prevalencia del llamado síndrome de burnout. Aproximadamente el 25% de las enfermeras estarían afectadas.

Para los próximos años se prevé un aumento de la prevalencia del mismo, por el aumento de la exposición de los trabajadores a los riesgos psicosociales que conllevan los cambios socioeconómicos, demográficos y

políticos que se están sucediendo. Además, la actual crisis económica está reduciendo los recursos de salud al mismo tiempo que aumentan los problemas psicosociales de los pacientes y profesionales.

El síndrome de burnout en los profesionales de la salud implica un gran costo económico y social, por su influencia en el medio ambiente de trabajo, el rendimiento y la calidad de la atención a la salud, sin embargo, la mayoría de los estudios de calidad se centran en la satisfacción del usuario sin tener en cuenta la fuerte influencia que la satisfacción del personal tiene en la calidad asistencial.

Por otra parte, la mayoría de las soluciones propuestas frente al síndrome se centran en la dotación al personal de conocimientos sobre técnicas de relajación, de control, de gestión del tiempo, ejercicio físico, alimentación, etc, es decir, soluciones que pueden disminuir el estrés, pero cuyo efecto siempre va a desaparecer en un lapso de tiempo más o menos corto, ya que las causas no se modifican.

La prevención, entonces, debe ser primaria, dirigida a disminuir o eliminar los diferentes factores que intervienen en la aparición del síndrome. Para ello, es necesario la realización de un análisis causal del mismo basado en la evidencia, y estudiar la efectividad de diferentes actuaciones frente a ellos.

Bibliografía:

  1. Mingote Adána JC, Moreno Jiménez B, Gálvez Herrer M. Desgaste profesional y salud de los profesionales médicos: revisión y propuestas de prevención. Med Clin (Barc). 2004; 123(7):265-70
  2. Gómez Gascón T, Martín Fernéndez J, Gálvez Herrer M, Tapias Merino E, Beamud Lagos M, Mingote Adán JC. Effectiveness of an intervention for prevention and treatment of burnout in primary health care professionals. BMC Family Practice 2013, 14:173
  3. Fidalgo Vega M. Síndrome de estar quemado por el trabajo o «burnout» (II): consecuencias, evaluación y prevención. Centro nacional de condiciones de trabajo. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo [internet].200- [citado 27 diciembre 2013]. Disponible en: insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/701a750/ntp_705.pdf
  4. Hassard J, Cox T, Murawski S, De Meyer S. Mental health promotion in the workplace –A good practice report. European Agency for Safety and Health at work, 2011. [citado 15 diciembre 2013]. Disponible en: https://osha.europa.eu/en/publications/reports/mentalhealth-promotion-workplace_TEWE11004ENN
  5. GUÍA DE BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN Y MANEJO DE PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN TRABAJADORES DEL ÁMBITO SANITARIO. Escuela Nacional de Medicina del Trabajo. Instituto de Salud Carlos III. Ministerio de Economía y Competitividad. Madrid, abril de 2012
  6. Moreno Toledo Á. Burnout asistencial: identificación, prevención y mediación en factores precipitantes. Revista electrónica de Psicología Iztacala Vol. 10 No.1. Marzo 2007.
  7. europa.eu [internet]. Europa: Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo; c1998-2012 [citado el 16 de noviembre de 2013]. Disponible en: https://osha.europa.eu/es/
  8. Alvarez Gallego E, Fernández Ríos L. El síndrome de «burnout» o el desgaste profesional. Rev Asoc. Esp. Neuropsiq.Vol. 11,Nº 39,1991
  9. Rios Rísquez MªI., Godoy Fernández C., Sánchez-Meca J. Síndrome de quemarse por el trabajo, personalidad resistente y malestar psicológico en personal de enfermería. Anales de psicología, 2011, vol.27, nº 1, 71-9
  10. Grazziano E.S, Ferraz Bianchi E.R. Impacto del estrés ocupacional y burnout en enfermeros. Enferm. glob. [revista en Internet]. 2010 Feb [citado 20 Abr 20 2014]; (18).Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1695- 61412010000100020&lng=es.
  11. Fuentelsaz Gallego C, Moreno Casbas T, López Zorraquino D, Gómez García T, González María E. Percepción del entorno laboral de las enfermeras españolas en los hospitales del Sistema Nacional de Salud. Proyecto RN4CAST-España. Enferm Clin. 2012; 22(5): 261-8.
  12. Albadejo R, Villanueva R, Ortega P, Astasio P, Calle ME, Domínguez V. Síndrome de burnout en el personal de enfermería de un hospital de Madrid. Rev. Esp Salud Pública. 2004; 78(4):505-16.
  13. Montero Marín J, Araya R, Olivan Blazquez B, Skapinakis P, Martinez Vizcaino V, García Campayo J. Understanding burnout according to individual differences: ongoing explanatory power evaluation of two models for measuring burnout types. BMC Public Health 2012, 12:922.