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Satisfacción en el adulto mayor y dolor crónico

Satisfacción en el adulto mayor y dolor crónico

En la etapa de envejecimiento sufrimos un proceso degenerativo relacionado con factores biológicos, psicológicos, ambientales, sociales y familiares, por ello la influencia del envejecimiento en las personas no es un fenómeno homogéneo.

Autores: Peña Revuelta C.(1), Puerta Huertas R.(2)

(1)Grado en Enfermería. (2)Doctor en Ciencias de la Salud por la Universidad de Cantabria. Grado en Enfermería.

Servicio de Enfermería. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV). Santander Cantabria

RESUMEN

Estas diferencias son las protagonistas en la configuración de la experiencia dolorosa del adulto mayor y por este motivo el abordaje integral de los profesionales de salud en el paciente anciano, es más relevante que nunca.

Según los datos del Padrón Continuo (INE), a 1 de enero de 2017, en España había 8.764.204 personas mayores de 65 años, un 18,8% sobre el total de la población (46.572.132). Un porcentaje variable entre el 50 y 80% de este grupo poblacional sufren dolor. Haciendo referencia a la clasificación del dolor según su duración, es el dolor crónico el de mayor prevalencia en el adulto mayor y muy frecuente el articular. El 40% de las personas mayores de 60 años, padecen de artralgias. Las enfermedades que causan el dolor articular son generalmente crónicas, incapacitantes y difíciles de tratar, y son el motivo de consulta más frecuente en Atención Primaria.

A mediados de los años setenta, surge el término «calidad de vida» que la OMS define como «la percepción  que tiene el individuo de su situación en la vida, dentro del contexto cultural y de valores en que vive, y en relación con sus objetivos, expectativas e intereses». Aparece como un concepto multidimensional que pretende valorar el efecto que la enfermedad tiene sobre el sujeto en su contexto individual, familiar y social. El estado objetivo de la salud, funcionalidad, interacción del anciano con su medio, más los aspectos subjetivos, engloban el sentido general de satisfacción del individuo y la percepción de su propia salud.

PALABRAS CLAVE

Anciano. Dolor articular. Tratamiento no farmacológico. Calidad de Vida.

INTRODUCCIÓN

Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) define éste síntoma como  una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión hística real o potencial.  En la actualidad el concepto cultural de anciano  asociado con consideraciones como que el dolor agudo y crónico es una parte normal del envejecimiento, es un concepto equívoco. La prevalencia del dolor , el tratamiento insuficiente  y sus consecuencias representan una carga sustancial para el individuo, su familia y la sociedad.

El objetivo de este artículo hace referencia al dolor osteoarticular crónico somático en el anciano destacando el bienestar y el tratamiento no farmacológico como  alternativa, optimizando así el control del dolor a través de la percepción de cada paciente.

Este tipo de dolor no tiene por qué estar asociado a la enfermedad desencadenante y puede llegar a convertirse en una patología en sí misma, constituyendo un desafío terapéutico. El dolor somático se debe a lesiones en los tejidos corporales tales como piel, músculos, cápsulas articulares y huesos. Se caracteriza por estar bien localizado, pero variable en la descripción y la experiencia, por tanto existe una importante correlación entre la percepción del dolor y la intensidad del estímulo desencadenante.

El enfoque del dolor osteoarticular en el adulto mayor ha sido objetivo de nuestra reflexión en este artículo. La población que padece dolor crónico causado por enfermedades como osteoporosis, artritis, osteoartrosis, polimialgia reumática, etc.,  susceptibles de modificar el apego por la vida, es la población seleccionada. Nos dirigimos al porcentaje importante de adultos mayores que conviven con el dolor que ocasiona limitaciones funcionales, psíquicas y de gran repercusión social con periodos más intensos que otros.

TRATAMIENTOS EN EL DOLOR OSTEOARTICULAR

  • Tratamiento Farmacológico

Factores que influyen en la respuesta  farmacológica: la dificultad del manejo del dolor en el anciano radica en la presencia de múltiples comorbilidades, polifarmacia y mayor riesgo de efectos secundarios e interacciones. Existen varios cambios estructurales que se presentan en el organismo. Con el envejecimiento se modifica el comportamiento farmacocinético de las sustancias farmacológicas. El resultado final de esas alteraciones es que los fármacos tenderán a absorberse a menor velocidad en el anciano. Sin embargo, la cantidad absorbida parece no modificarse demasiado. La consecuencia de un volumen de distribución disminuido es un aumento en las concentraciones sanguíneas del fármaco, pudiendo ocasionar toxicidad junto con un enlentecimiento en el metabolismo y excreción del fármaco.

La elección de la medicación debe estar  acorde a la severidad del dolor y a la iatrogenia. La Escalera Analgésica de la OMS recomienda ascender en esta en la medida que los escalones inferiores no funcionen, con una titulación progresiva de las dosis. Por otro lado se recomienda el siguiente enfoque de acuerdo al nivel de dolor:

  • Analgésicos no opioides: los fármacos más utilizados para tratar el dolor son los analgésicos y los antiinflamatorios. Indicados para el dolor crónico de intensidad leve-moderada. Su eficacia predomina en el dolor nociceptivo con o sin componente inflamatorio, preferentemente somático y no tienen techo terapéutico, ni desarrollan dependencia. Este grupo de fármacos se clasifican:
    • Analgésicos no opioides – no antiinflamatorios: paracetamol o acetoaminofeno del grupo de paraminofenoles y el metamizol o dipirona de la familia de las pirazolonas. Ambos son analgésicos de acción preferentemente central, aunque con mecanismo desconocido.
    • AINEs no selectivos de la COX: fenilbutazona, salicilatos (AAS, acetilsalicilato de lisina), propiónicos (ibuprofeno, dexibuprofeno, ketoprofeno, dexketoprofeno, naproxeno, flurbiprofeno), acéticos (aceclofenaco, diclofenaco, indometacina, ketorolaco), oxicams ( lornoxicam, meloxicam, piroxicam y tenoxicam), mefenámico y nabumetona. El AAS a dosis bajas sólo inhibe la COX-1 y la nabumetona y meloxicam prefieren la COX-2.
    • AINEs selectivos de la COX-2: los COXIB son un grupo más reciente y menos numerosos (celecoxib, etoricoxib y aprecoxib parentral).

En cuanto a la farmacocinética, los AINES son bien absorbidos aunque no se sabe si algunos cambios en la farmacocinética se traducen en más efectos adversos.

El paracetamol es considerado el fármaco de primera elección en el dolor leve a moderado en el anciano por ser relativamente seguro. Es de primera elección para el inicio del tratamiento y mantenimiento del dolor crónico, especialmente en el dolor músculo- esquelético por su eficacia y seguridad. Es utilizado como analgésico y coanalgésico, lo que significa que potencia el efecto de los opioides y permite moderar su efecto.

En nuestros pacientes el avanzar a un escalón superior debe realizarse cuando la valoración del perjuicio a nivel motor y cognitivo sea mínima o se considere forzosamente necesaria para atajar el sufrimiento. Por ello es de vital importancia que en un paciente gerontológico con dolor somático, el asociar  al tratamiento analgésico y antinflamatorio de prevalencia, un tratamiento no farmacológico para  potenciar de forma sinérgica el efecto del primero.

  • Tratamiento no farmacológico

El objetivo principal en el abordaje de este tipo de tratamiento, tiene relevancia principalmente en educar al paciente en sus cuidados  y hacerle partícipe de las decisiones terapéuticas no farmacológicas, fomentando a largo plazo su bienestar y calidad de vida. El ejercicio y las técnicas de protección osteoarticular se deben incluir en su vida diaria. Modificar hábitos alimenticios si es necesario como la reducción del peso en pacientes obesos, corrección de déficits de minerales y otros parámetros bioquímicos en su alimentación diaria para una vida más saludable. En el anciano, la práctica de actividad física regular se asocia a una disminución del riesgo de mortalidad, enfermedades crónicas, depresión, institucionalización, deterioro cognitivo y funcional. La depresión está incluida por muchos autores como indicador de la fragilidad. El fenotipo de fragilidad descrito por Fried (pérdida de peso no intencionada, debilidad, disminución de actividad física, cansancio, lentitud) puede ser  típico de un cuadro depresivo del anciano. Además también comparten bases etiopatogenias inflamatorias-inmunológicas.

En la planificación de cuidados realizada por el profesional, éste debe involucrar también en los cuidados diarios, a toda la familia que convive con el paciente.

Actualmente, diferentes revisiones científicas aconsejan los ejercicios con resistencia progresiva para fortalecer la fuerza muscular y el entrenamiento físico demostrándose sus beneficios. El ejercicio diario y las técnicas de relajación y respiración contribuyen a disminuir la ansiedad que se pueda desencadenar. Diferentes estudios aconsejan una técnica simple como el uso de la temperatura, ya sea frío o calor en dolores localizados (el frío se utiliza para evitar que se liberen productos desde el sitio de la lesión y el calor para estimular la producción de opioides endógenos).

ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y SALUDABLE

En la actualidad es evidente ver como cada día hay más personas mayores que pese a su edad y patologías luchan por mantenerse cada día más activas, con el objetivo de dar a sus años mayor calidad de vida y bienestar. La combinación de una buena predisposición para la aceptación del dolor y una modificación en la percepción de toda la carga negativa que implica, son factores claves para prevenir la tristeza, depresión, ansiedad y aislamiento del adulto mayor.

Especialmente ello induce a que no se den conductas de evitación que resultan incapacitantes para que el paciente no se sienta limitado en el momento de establecer sus objetivos. Se deben cuidar todos los aspectos, de manera especial la autoestima de estas personas mayores, a través de actitudes y habilidades que preserven su dignidad. Fomentar el sentimiento de «ser útiles»  logrando que sea más satisfactoria esta etapa de la vida.

Los ancianos en los que fijamos nuestra atención han recuperado una vieja afición, poseen un entorno adaptado a sus limitaciones, favorecen su expresividad a través de charlas de interés temático, de la lectura, escritura, grupos de autoayuda que participan en actividades culturales, y sobre todo cuentan con el apoyo incondicional de familiares y amigos para educar, difundir y crear ámbitos propicios para una percepción favorable de su entorno, promoviendo un mayor control sobre su propia vida y mejorando siempre el estado de salud y bienestar.

La distracción,  evoca mayor grado de participación activa en la sociedad y proporciona la tranquilidad que es antídoto a la angustia que provoca el dolor crónico.

CONCLUSIONES

La actividad física de forma regular en los hábitos diarios en ancianos tiene una relevante trascendencia biopsicosocial, promueve la prevención del dolor osteoarticular y otras patologías en el anciano y ayuda a la rehabilitación de algunas enfermedades. De ello se deriva un mejor nivel de salud y bienestar en el individuo anciano en esta etapa de su vida.

La combinación de un tratamiento no farmacológico con otro farmacológico en el anciano debe tenerse en cuenta por el profesional para un abordaje integral desde el inicio del dolor somático osteoarticular, considerando sus necesidades, conductas y actitudes, ya que disminuye la percepción de la sensación dolorosa y sufrimiento a largo plazo, aumentando el sinergismo de ambos tratamientos con una atención integral y favoreciendo un estilo  vida saludable como principal objetivo.

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