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Manejo local de las quemaduras térmicas

Manejo local de las quemaduras térmicas

El manejo del paciente traumatizado es una labor que requiere mucha especialidad y experiencia para garantizar el mejor tratamiento.

Autores

Alexa Rojas Álvarez. Graduada en Enfermería.

María del Rocío Rubio Gómez. Graduada en Enfermería.

Resumen

Las quemaduras ocupan una importante área en el manejo del paciente traumatizado, por esta razón se hace necesario tener y conocer una técnica básica en la que se pueda establecer un tratamiento general. En este trabajo se recoge el manejo local de una quemadura térmica, con el objetivo de intentar reducir el riesgo de infección y aconsejar sobre la utilización de los recursos.

Palabras clave: quemaduras térmicas, manejo local, enfermería.

Introducción

Las quemaduras suponen una de las más complejas lesiones a las que se enfrentan los sanitarios en su día a día. Las quemaduras locales pueden ser manejadas en un ambiente de atención primaria; las grandes quemaduras requieren un periodo de larga hospitalización, con muchos costos sanitarios y una importante involucración del personal sanitario, tanto en tratamiento psicológico, como de cuidados físicos.

Las quemaduras se clasifican en tres clases: térmicas, químicas y eléctricas.

Las quemaduras térmicas son las más frecuentes, recogen en 90% de los casos aproximadamente. Dentro de estas quemaduras nos encontramos las ocasionadas por contacto con sólido o líquido, los cuales pueden expandirse por los numerosos pliegues de la piel. Las quemaduras por llamas que suelen ser siempre profundas y por último las quemaduras por radiación, como las solares.

Las quemaduras químicas son producidas por ácidos o bases, son muy peligrosas porque sus efectos suelen ser más tardíos produciendo así una necrosis más difícil de manejar en el tratamiento.

Las quemaduras eléctricas son producidas por un arco voltaico o por la corriente eléctrica a través del cuerpo. El efecto es muy interno, llega a huesos, músculos y nervios, donde el daño estará medido dependiendo de la resistencia que oponga el tejido por el que pasa la corriente eléctrica. El manejo de estas quemaduras requiere asegurar que la corriente es cortada antes de dar los primeros cuidados.

La gravedad de la lesión se determina según la superficie corporal quemada, según la profundidad, la localización, la edad del paciente y las patologías asociadas.

La gravedad de la quemadura según la superficie corporal está determinada según la “Regla de los 9 de Wallace”, es conocida universalmente, es fácil y eficiente para valorar el área afectada de forma rápida y sencilla. Mide la cabeza, miembros superiores (brazo 3%, antebrazo 3% y mano 3%), tórax anterior y posterior, abdomen anterior y posterior, miembro inferior con 9%, región genital 1%.

Según la profundidad de la quemadura se clasifican en tres grados, el primer grado son las epidérmicas, en esta no hay afectación en la pérdida de continuidad de la piel, suele disminuir entre las 48-72 horas y se caracteriza por un eritema sin signos de inflamación, aunque son dolorosas. El segundo grado o dérmicas, pueden ser superficiales o profundas, en las superficiales se observan ampollas, ya que está lesionada la epidermis y parte de la dermis, se caracterizan por un color rosáceo que a la presión se blanquea, son dolorosas y muy sensibles a ser pinchadas. En el caso de las profundas, son las que ocupan hasta un tercio de la dermis, presenta partes anestesiadas al pinchazo y puede observarse folículos pilosos o glándulas sebáceas, cicatriza con lentitud, ya que el retorno venoso no favorece una buena irrigación. El tercer grado y último son las quemaduras en las que el espesor de la lesión en la piel es total, presenta escaras de color blanquecino o negro; al haber afectación en las terminaciones nerviosas, se puede encontrar anestesiado, la cicatriz suele ser irregular, con partes atróficas o queloideas. Puede requerir tratamiento quirúrgico o amputación.

La edad del paciente quemado es determinante en la evolución. Un niño o un anciano no resiste igual estas lesiones, corren más riesgo debido a su sistema inmunitario, ya que puede estar disminuido o  poco desarrollado en caso de los menores de 3 años.

Las patologías asociadas influyen en gran medida a la evolución de las quemaduras, puesto que dichos factores pueden agravar el diagnóstico de la lesión.

Las quemaduras pueden evolucionar entre las 24-48 horas, así que están sujetas a nueva valoración para determinar posibles complicaciones.

Objetivo

  • Conocer el manejo local de las quemaduras térmicas, teniendo en cuenta los puntos que garanticen una cura homogénea, con un fin estandarizado, controlar la infección y favoreciendo una rápida cicatrización.

Metodología

La búsqueda bibliográfica se ha realizado en las siguientes bases de datos: ScienceDirect, Scielo, Dialnet, Medline. Se revisaron 10 artículos, de los que se han elegido 5 de ellos, en español y con un periodo comprendidos desde 2015 a 2018.

Las palabras consultadas han sido: quemaduras térmicas, manejo local y enfermería, combinándolas con el operador booleano AND.

Resultados

El principal objetivo del tratamiento local de las quemaduras térmicas es crear una barrera que evite la colonización bacteriana procedente del exterior. Esta barrera debe ser suficiente para controlar la contaminación y garantizar la continuidad de la asepsia que se genere tras cada cura.

Seguiremos los siguientes pasos:

  • La limpieza de la herida se realiza con una solución jabonosa antiséptica que se enjuagará con suero fisiológico.
  • Se corta o punza las ampollas presentes en la herida, ya que el líquido que contienen se mantiene estéril por muy poco tiempo.
  • Se aplicará antiséptico
  • Se aplicará antiséptico alrededor de la herida, para evitar el escozor, no llegar a los bordes de la herida. El antiséptico aconsejado es la clorhexidina, si se usa povidona yodada se debe rebajar con suero fisiológico.
  • La quemadura se debe cubrir, el producto más utilizado es un apósito estéril o tul graso que está impregnado de bálsamo de Perú, el cual aporta una acción bactericida.
  • Se cubrirá los apósitos anteriormente mencionados con un apósito que favorezca la epitelización y angiogénesis, sin interactuar de forma negativa que retrase la correcta cicatrización. Se aconseja un apósito hidrocoloide fino.
  • La cura será completamente oclusiva, así que se debe fijar el coloide a la piel sana y el vendaje ajustado de forma funcional sin ser compresivo.
  • En las quemaduras de zonas articulares se debe tener especial cuidado con la presión del vendaje para evitar que se dificulte el riego sanguíneo, que sería negativo para la epitelización.
  • En las curas posteriores se irá aumentando el desbridamiento de tejido muerto, esto dependerá de la tolerancia del paciente a la técnica.
  • Los pasos anteriores se irán repitiendo hasta que haya aparecido la epitelización y no sea necesario el tul graso; limitando la cura al hidrocoloide. Una vez formada la cicatriz, se debe aconsejar la utilización de crema solar.

Referencias bibliográficas

  • Chirino, C. (2017). Algunos aspectos del manejo del paciente quemado en un servicio de cirugía infantil. A propósito de 47 pacientes pediátricos. IIa. parte. Revista Argentina De Dermatología, 98(3).
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  • Romero, L. M. M., Garcell, R. R., Brunet, N. L., Collado, M. H., & Reyes, H. G. (2015). Infección local de la quemadura y estado nutricional. Revista Cubana De Alimentación y Nutrición, 25(2), 13.
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