Inicio > Enfermería > Humanizar la salud: de la teoría a la práctica en la atención de Enfermería

Humanizar la salud: de la teoría a la práctica en la atención de Enfermería

Humanizar la salud: de la teoría a la práctica en la atención de Enfermería

Resumen: Este artículo reflexiona sobre las estrategias de humanización de la salud que se están llevando en nuestro país y se acerca a situaciones concretas en las que aplicar en nuestra atención enfermera la humanización de los cuidados mediante la toma de conciencia de lo que hacemos, el valor constante al ser humano y la presencia enfermera como relación humana auténtica que es una relación de crecimiento y terapéutica bidireccional.

            Autoras:

  1. Margarita Mª Barragán Gutiérrez.
  2. Penélope Vargas de los Santos (Andasaludonuba S.L.).
  3. Leticia Rivera Moreno.

Palabras clave: Humanización, humanizar.

Abstract: This article reflects on the strategies of humanization of health that are taking place in our country and approaches specific situations in which to apply in our nursing care the humanization of care through the awareness of what we do, the constant value to the human being and the nursing presence as an authentic human relationship that is a relationship of growth and bidirectional therapy.

Bibliografía: Qué es humanizer la salud, de Jose Carlos Bermejo.

Afortunadamente en los últimos 20 años se ha producido un progresivo aumento en el interés hacia la humanización en la salud. Cuando estudiábamos enfermería y realizábamos nuestras primeras búsquedas bibliográficas resultaba muy complicado encontrar artículos en inglés relacionados con la humanización, no digamos ya en español, y hoy, además de estar presente en la mayoría de protocolos de actuación, objetivos y planes de calidad hay frecuentes congresos y publicaciones que nos actualizan y nos acercan y hacen partícipes de cómo nuestros compañeros se enfrentan al hermoso reto de hacer este sueño de humanización realidad. Para cada una de las personas que cuidamos puede ser diferente el modo en el que prestamos una labor más humana, pues todos somos diferentes y nuestro enfoque es personal, nos sentimos mejor en unas condiciones que en otras, damos más valor a un aspecto u otro… es importante poner conciencia y dar valor a todo lo que nos hace trabajar más a gusto y convencidos de estar haciendo las cosas bien, pues cada persona con su presencia va a aportar lo más valioso que tiene a la atención sanitaria, la humanidad, la oportunidad de encuentro persona-persona y relación humana auténtica, que ya de por sí es terapéutica; esta perspectiva personal se completa necesariamente con la mirada al otro: qué aspectos del cuidado son los más valiosos para el otro y con qué gestos se siente atendido mejor y con más humanidad. Para ello es fundamental el estudio amplio de la calidad en los cuidados y el mapa global de actuaciones para la humanización, para tomar conciencia de todo lo bueno y valioso que podemos hacer. Con este artículo se trata de acercar las estrategias de actuación presentes en los planes de actuación a la práctica del día a día. No deja de ser una humilde aportación personal, un trabajo de reflexión y toma de conciencia.

Qué entendemos por humanizar:

Hoy se utiliza en distintos ámbitos de la vida para expresar el deseo de que algo sea bueno, se ajuste a la condición humana, responda a la dignidad de la persona y con ello sea coherente a los valores que ésta percibe como propios.

Definir lo humano puede ser complicado si se pretende unificar características y peculiaridades. El ser humano es único e irrepetible, por lo que humanizar debe tener en cuenta la individualidad de la persona y su derecho a ser quien es y trabajar por su bienestar y felicidad. Otro de los aspectos que definen al ser humano es su carácter social. Es en relación con otros seres cuando el ser humano puede desarrollar gran parte de sus capacidades y que cobren forma sus potencialidades. Es por ello que la humanización tiene una doble vertiente, la personal y la social. Humanizar nuestro entorno supone mejorar la calidad de nuestras vidas en búsqueda del bienestar y felicidad, no solo desde el autocuidado sino también desde el cuidar a los otros cuando nos necesitan.  La pre-ocupación por el otro constituye la fuerza motora de la humanización. Supone comprometerse con el bienestar de la sociedad, garantizando la dignidad humana, la igualdad de derechos y la atención a la individualidad.

Hay un aspecto de la condición humana que le define consecuencia de este carácter social, y es a la parte necesidad por cubrir y herramienta de trabajo y logro de objetivos, pieza clave de la humanización, y es la comunicación humana. Todo lo que se trabaje por mejorar la comunicación, por facilitarla en todos los ámbitos y situaciones, por hacerla auténtica y eficaz, estará favoreciendo la humanización.

En el ámbito sanitario, se concretó el significado de humanización de la asistencia hospitalaria en las Jornadas de Humanización de la atención sanitaria del INSALUD en 1984 y las sesiones de trabajo sobre el Plan de Humanización de 1985.

Las líneas estratégicas de planes de actuación actuales recogen aspectos como:

  • Gestionar el cambio de cultura organizacional hacia la humanización y el liderazgo.
  • Humanizar la gestión.
  • Personalizar la atención sanitaria.
  • Trabajar la empatía, garantizar la intimidad y cuidar de la emoción.
  • Mejorar la comunicación del paciente con sus equipos asistenciales.
  • Mejorar el nivel y calidad de cuidados al cuidador.
  • Mejorar la confortabilidad, la adecuación de espacios, el apoyo a la movilidad y la hostelería.
  • Compromiso con el entorno social y la participación ciudadana activa.
  • Mejorar la comunicación interna y externa.
  • Optimizar el modelo de evaluación de procesos y mejora continua en base a la experiencia del paciente.

El cambio de cultura está sucediendo: la humanización está cada día más visible y presente; se aprecia en las valoraciones que hacen las personas que pasan por los servicios sanitarios, se ve en los objetivos y en los planes de actuación de las unidades de gestión, se ve en todo ese valor que damos a la calidad, a la eficiencia y la excelencia en la práctica profesional… Lo que no significa que sea un objetivo alcanzado; la Humanización es un trabajo que nos acompañará siempre. Todo lo hecho hasta ahora tan solo nos responsabiliza y compromete, no nos exime de seguir observándonos, conociéndonos y comunicándonos para cuidar lo alcanzado y lograr nuevas metas.

Cuando ahondamos en cada una de estas estrategias, nos damos cuenta de que todas requieren mejoras en la comunicación.

En gestión hay un reto constante, que supone conciliar los objetivos de eficiencia y ajuste a los recortes en presupuestos, sobretodo recortes en contratación y aumento del trabajo y posible estrés, con los objetivos de bienestar profesional, pues cuidar a los que cuidan es imprescindible para que puedan prestar una atención humana, que asegure la disponibilidad mental y emocional que caracteriza la presencia humana en los cuidados, que asegure la motivación personal para cuidar al otro.

Hay tres aspectos que serían fundamentales para humanizar esta gestión y conciliar estos objetivos:

  • El amor. El amor a los profesionales, como parte fundamental para que el sistema funcione, porque lo que se ama se cuida, se respeta, se protege, se le brinda las oportunidades de crecer y de dar todo lo bueno que tiene para dar. Para amar hay que conocer y nada mejor para conocer que observar y escuchar. Es fundamental que se escuche las necesidades de los profesionales, sus sueños y aspiraciones, con lo que se siente más o menos cuidado en su trabajo por compañeros, mandos intermedios o normativas. Abrir la comunicación sin miedo a la crítica o sin sentirse atacado es un trabajo complejo pero hermoso y fructífero.
  • La flexibilidad. Dado que cada persona es diferente, la flexibilidad e individualidad en la definición de objetivos que se hacen cada año, la flexibilidad para adaptar horarios y turnos a las necesidades personales de los trabajadores, la flexibilidad para permanecer en un servicio o cambiar cuando la persona lo va necesitando y demandando, facilita el que los esfuerzos de la gestión lleguen de verdad a los profesionales, pues todos no requerimos idénticas condiciones para trabajar bien. Por ejemplo, los objetivos de formación continua, tan importantes para garantizar la calidad profesional de los cuidados son muy distintos entre los profesionales de nueva incorporación y los que llevan media vida en el servicio, teniendo todos inquietudes y necesidades de aprendizaje y de crecimiento personal y profesional. La flexibilidad en los horarios de visitas por ejemplo, es otra de las variables más demandadas por parte de familias y personas hospitalizadas y medida de humanización practicada en algunos servicios, lo que pudiera afectar a los profesionales aumentando su estrés y aparentemente enlenteciendo los procesos asistenciales o poniendo en riesgo la garantía de intimidad en la asistencia a determinadas horas como las horas de los baños y aseos. Flexibilidad no significa libertad absoluta. Flexibilidad significa permitir adaptar las normas a las necesidades específicas de un día y una persona determinada. Para ellos vuelve a ser necesaria una comunicación eficaz, en la que se planteen las necesidades del momento y no actuemos por rutina, sino con conciencia y sin miedo a sentirnos invadidos o desprotegidos sin el manto de poder que nos ofrecen las normas. Un ejemplo serían las entradas de familiares a la UCI fuera de horarios de visitas, que pueden hacerse previa consulta de si se interrumpe alguna actividad profesional delicada porque entrañe riesgo para la morbilidad o la intimidad y dignidad de la persona ingresada. Otro, las entradas de compañeros en el espacio íntimo de la persona ingresada para hacer labores de limpieza, de reposición de material o de administración de medicación; en lugar de hacer nuestro trabajo de forma automática, ganamos humanidad cuando ponemos presencia y conciencia, valoramos si es el momento adecuado para nuestra intervención y pedimos permiso para acceder al espacio y al cuerpo de la persona.
  • La gestión del tiempo. Los profesionales nos sentimos cada vez más presionados por la gestión a realizar más carga de trabajo en el mismo tiempo. Sin lugar a dudas, esta gestión se favorece con la experiencia. Cuanto más tiempo llevamos en un servicio mejor optimizamos los recursos, mejor nos organizamos y más rápido podemos responder a las necesidades de la persona, evitar complicaciones y hacer nuestro trabajo de forma efectiva. Sin embargo, tan importante es esta habilidad adquirida como mantener la motivación. Las personas necesitamos motivación para realizar bien nuestro trabajo. La motivación según los estudios psicológicos es variable de una persona a otra pero también en una persona a lo largo de su vida, y aunque pueda estar definida y responder a la necesidad de un sueldo, reforzada por la satisfacción de observarse al final del día un trabajo bien hecho, aunque nos aporte motivación para trabajar la afiliación y relaciones agradables con compañeros y amor a las personas a las que cuidamos, las energías no están todos los días igual de fuertes y hay que cuidar muchos aspectos para que esta motivación no se desgaste. Por ejemplo, el refuerzo positivo reconocimiento del trabajo bien hecho, del esfuerzo realizado por los profesionales para compensar las carencias del sistema y de los recortes con nuestra voluntad, profesionalidad y calidad humana, por parte de los mandos intermedios y mandos superiores de gestión es fundamental. No solo comunicar lo negativo, dedicar tiempo a comunicar todo lo positivo que se está haciendo. Todos los seres necesitan alternar la actividad con el descanso. Cuando la necesidad apremia sacamos una capacidad de trabajo que puede llegar a sorprendernos, pero no por ello vamos a exigirnos trabajar por norma con esa intensidad. Para gestionar bien el tiempo hay que ser consciente pues de esa necesidad de descanso, de pararse, de respirar, de mirarse dentro cómo está uno y si necesita parar para comer, para ir al baño o beber agua, de relajarse y reírse un poco de uno mismo y de las situaciones que se nos plantean. Para gestionar el tiempo hay que tomar conciencia antes de entrar a trabajar de cómo venimos hoy, de lo que dejamos fuera para de verdad dejarlo fuera y estar presentes dentro. Hay que aprender a hacer un uso responsable del móvil personal. Hay que hacer un uso también responsable de las herramientas de comunicación profesionales, porque los ordenadores y la digitalización de datos, ya sean datos de registro de constantes o de actividades enfermeras o de notificaciones de efectos adversos para la seguridad del paciente, pueden ser herramientas de humanización al garantizar la calidad y evitar morbilidad, pero no pueden restar parte del tiempo necesario para la atención directa, a pie de cama de la persona a la que cuidamos.

Para llevar todo esto a la práctica han de trabajarse mucho las actitudes y habilidades personales y sociales. Son importantes actividades educativas enfocadas a mejorar la comunicación y la inteligencia emocional de los profesionales, pero si hay que empezar por algo, porque todo esto seguirá llegando poquito a poco, es la presencia. Pongamos conciencia en esta presencia.