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Características clínicas y psicosociales de la esquizofrenia en función del sexo

Características clínicas y psicosociales de la esquizofrenia en función del sexo

La esquizofrenia es una de las patologías más importantes en el ámbito asistencial de Salud Mental. Se pretende averiguar si la evolución de los pacientes que sufren este trastorno es desigual en función de su sexo biológico…

Laura FERNÁNDEZ ALONSO (a), Andrea FERNÁNDEZ BORREGO (b), Naiara CASTÁN PESCADOR (c)

a Diplomada Universitaria en Enfermería – Enfermera Especialista en Salud Mental

b Grado Universitario en Enfermería

c Grado Universitario en Enfermería – Enfermera Especialista en Salud Mental

Resumen y palabras clave

La esquizofrenia es una de las patologías más importantes en el ámbito asistencial de Salud Mental. Se pretende averiguar si la evolución de los pacientes que sufren este trastorno es desigual en función de su sexo biológico, acercando la perspectiva de género a nuestra práctica clínica diaria, de modo que futuros estudios diseñen intervenciones que garanticen la equidad en la asistencia sanitaria. Para ello, se lleva a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva, donde se recogen peculiaridades clínicas y psicosociales de la esquizofrenia en función del sexo.

Palabras clave: esquizofrenia, género, salud de la mujer, incidencia prevalencia, edad de inicio, síntomas afectivos, síntomas conductuales, estrógenos, antipsicóticos, apoyo sociales

Key words (MeSH): schizophrenia, gender, women’s health, incidence, prevalence, age of onset, affective symptoms, behavioral symptoms, estrogens, antipsychotic agents, social support

Introducción y justificación

Resulta obligado como punto de partida comenzar con la conceptualización de la esquizofrenia antes de profundizar en el tema que nos ocupa. Como entidad nosológica, la esquizofrenia se define, según criterios de la Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud en su Décima Revisión o CIE-10 (OMS, 1992) como “el trastorno caracterizado por distorsiones de la percepción, del pensamiento y de las emociones, en forma de embotamiento o falta de adecuación de las mismas”. Dentro de la CIE-10 la esquizofrenia se identifica con la taxonomía F20.x, del siguiente modo:

– F20.0. Esquizofrenia paranoide

– F20.1 Esquizofrenia hebefrénica

– F20.2 Esquizofrenia catatónica

– F20.3 Esquizofrenia indiferenciada

– F20.4 Depresión post-esquizofrénica

– F20.5 Esquizofrenia residual

– F20.6 Esquizofrenia simple

– F20.8 Otra esquizofrenia

– F20.9 Esquizofrenia sin especificación

Los criterios diagnósticos y las peculiaridades clínicas recogidas en esta clasificación, así como en el DSM (siendo ambas clasificaciones diagnósticas de referencia en la práctica clínica), no presentan diferencias intersexo que, a priori, pudieran hacer pensar en justificaciones médicas en lo que al uso de recursos asistenciales se refiere. Sin embargo, en los últimos años, el género ha ido tomando protagonismo como variable influyente para la determinación de diferencias clínicas en sintomatología, respuesta a tratamientos y evolución. Del mismo modo, y dejando a un lado la perspectiva biomédica estricta, existen diferencias en otras variables que pueden influir en las características que a posteriori presente el curso del trastorno, tales como el funcionamiento social premórbido, la situación laboral, las habilidades sociales, cargas familiares…(Jiménez y Vázquez, 2006). Todas estas circunstancias están íntimamente relacionadas tanto con las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres, como con las existentes entre los roles tradicionales masculino y femenino. Por lo tanto, puede afirmarse que existen variaciones intersexo en las peculiaridades clínicas de la esquizofrenia, pero también variaciones vinculadas al rol de género desempeñado por el individuo en sociedad.

Son numerosos los estudios en los que se relaciona género, o, sensu stricto, sexo biológico con trastornos neuróticos; pero muy escasos lo que lo hacen con trastornos mentales de la esfera psicótica. No es hasta los años 70 del siglo XX cuando emergen los primeros estudios sobre esquizofrenia y género, los cuales han ido evolucionando a la par que los paradigmas teóricos de género predominantes (Jiménez, y Vázquez, 2006).

Metodología

Objetivo

– Conocer las peculiaridades de la esquizofrenia en función del sexo desde una perspectiva integral.

Método

Se parte de una revisión del conocimiento disponible respecto a las peculiaridades clínicas de la esquizofrenia en función del sexo/género mediante una revisión bibliográfica exhaustiva.

Para llevar a cabo la revisión bibliográfica se utilizaron las bases de datos siguientes:

– EMBASE (Excerpta Medical data Base). Es una base de datos de la empresa Elsevier, la cual contiene más de 8 millones de referencias bibliográficas.

– CINAHL (Cumulative Index to Nursing and Allied Health Literature). Base de datos que se centra en cuestiones de enfermería, sobre todo, pero también de otras ciencias de la salud.

– MEDLINE. Es la base de datos de ciencias de la salud más amplia, producida por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

– DIALNET. Base de datos de difusión de la producción científica en español. Su acceso libre fue creado por la Universidad de La Rioja y contiene artículos, monografías y tesis doctorales.

– WOS (Web of Science). Plataforma multidisciplinar que permite encontrar resultados de numerosas bases de datos.

– COCHRANE. Colección de bases de datos sobre ensayos clínicos. Se utilizó principalmente su versión en castellano, Cochrane Library Plus.

 La búsqueda se realizó con unos criterios de antigüedad bastante amplios (filtro desde 1990 en adelante), en tanto se involucran aspectos conceptuales y debido a que ciertos temas sobre género y salud tuvieron su punto álgido de desarrollo teórico en los años 90s. Se revisaron estudios tanto de carácter experimental, como cuasiexperimental y observacionales; así como revisiones sistemáticas sobre el tema

Resultados

 El estudio de las características propias de la esquizofrenia en función del sexo biológico nos puede ayudar a optimizar la asistencia sanitaria de los usuarios afectados por esta enfermedad. Las peculiaridades de la esquizofrenia en función del sexo engloban no sólo el ámbito estrictamente clínico de la enfermedad, sino que, haciendo uso de un enfoque holístico, interfieren en muchos otros aspectos. Por ello, revisaremos tanto características propias de la epidemiología, la evolución de la sintomatología y la respuesta a tratamientos; como otras de la esfera psicosocial que se ven afectadas y que afectan al estado de salud global de la mujer con esquizofrenia.

Epidemiología

Respecto a las tasas de incidencia y prevalencia de esquizofrenia en función del sexo; tradicionalmente se acepta una tasa de prevalencia de 2 casos por cada 100 habitantes, sin diferencias significativas intersexo; y una incidencia que no se diferencia significativamente en los hombres respecto a las mujeres (OMS, 1999). Recientemente han visto la luz en el panorama internacional datos que indican diferencias entre sexos en base a estudios llevados a cabo en los países nórdicos (Moldin, 2005). Algunos autores critican los posibles sesgos relacionados con los criterios diagnósticos y la sobrerrepresentación en las muestras en dichas investigaciones. Revisiones realizadas en el Reino Unido también revelaban mayor incidencia en varones, con un ratio de 2.3/1.0. Sin embargo, la mayoría de estudios llevados a cabo en países desarrollados, como es el caso del ABC (Age, Beginning, Course Schizophrenia Study) realizado en Alemania (Hafner, 2003), verifican la hipótesis clásica de que la incidencia de la esquizofrenia no presenta variaciones en función del sexo biológico.

En nuestro país, el estudio Primeros episodios de esquizofrenia en Cantabria (1995) no encontró diferencias estadísticamente significativas en la incidencia de la esquizofrenia entre hombres y mujeres (1.9/10.000 habitantes por año).

Edad de inicio

Las fuentes bibliográficas consultadas coinciden en que la edad de inicio en esquizofrenia es más tardía en mujeres (Sánchez, Téllez, y Jaramillo, 2012). En general, se estima una diferencia de un promedio de 4-5 años en la edad de inicio de la esquizofrenia entre hombres y mujeres (Angermeyer y Kuhn, 2008; Zamarro, 2010). La edad en la que más incidencia presenta la esquizofrenia en los hombres va de los 15 a los 25 años, mientras que en las mujeres se mueve en valores más cercanos a los 30 años, con un pico posterior entre los 45 y los 49 años (Häfner, 2003). En general, la literatura corrobora este dato independientemente de los criterios utilizados para medir el comienzo de la enfermedad, bien sean éstos referidos al primer ingreso hospitalario, bien al comienzo de la sintomatología inespecífica.

Se barajan diferentes hipótesis para explicar el fenómeno de las diferencias de edad en la esquizofrenia, como las siguientes (Jiménez, y Vázquez, 2006, p. 5): – Mayor carga genética en hombres. – Mayor vulnerabilidad de individuos varones. – Mayor susceptibilidad de los hombres al estrés. – Mayor presencia de estresores en la vida de los hombres en las etapas evolutivas en las que aparece la esquizofrenia. De todas formas, todos estos preceptos carecen de una solidez determinante como para explicar per se las diferencias observadas. De hecho, diversos estudios (Albus, Scherer, Hueber, Lechleuthner, Graus, Zausinger et al., 1994; Gureje y Bamidele, 1998), reflejan que no se aprecian diferencias en la edad de inicio en pacientes con antecedentes familiares de esquizofrenia, lo cual probaría que las variaciones de edad de inicio intersexo dependen de otros factores (Usall, 2003).

Riesgo familiar

Existen evidencias de coincidencia fenotípica en la expresión de ciertos rasgos genotípicos a lo largo de generaciones en familias de pacientes con esquizofrenia. Se podría hablar, por tanto, de unos marcadores genéticos que determinan la esquizofrenia. En esta línea y atendiendo a la cuestión de las diferencias intersexo, un estudio en el que se relacionaron huellas dactilares de los pulgares de pacientes con esquizofrenia con sus familiares concluyó que la asociación genética de los pacientes con la familia materna afectada de la enfermedad es más fuerte que aquellos cuya familia afecta es la paterna (Ponnudrai y Jayakar, 2015).

Respecto al riesgo genético y antecedentes familiares, la mayoría de los estudios consultados relacionan este dato con la edad de inicio. Así, Suvisaari, Tanskanen y Lonnqvist (1998) no encontraron evidencias de relación entre género y carga genética, pero sí apuntaron que la esquizofrenia más tardía suele relacionarse poco con la historia familiar de enfermedad, sobre todo en las mujeres. En contraposición a ello, en un estudio en el que evaluó a 332 pacientes (171 hombres y 161 mujeres) y 713 familiares de primer grado, encontró que había un riesgo familiar más elevado para la esquizofrenia en mujeres que en hombres (Goldstein, Faraone, Chen, Tolomiczencko y Tsuang, 1990). En definitiva, se muestran resultados contradictorios respecto a este apartado, pero la opinión más generalizada parece ser que las mujeres con esquizofrenia tienen más alta frecuencia de enfermedad en familiares de primer grado (Goldstein, et al., 1990) y más altas tasas de concordancia en gemelos monocigóticos (Ponnudrai y Jayakar, 2015).

En estudios posteriores del equipo de Goldstein y colaboradores se propuso que en familiares de hombres con esquizofrenia existía un mayor riesgo de síntomas de aplanamiento que en familiares de mujeres (Goldstein, Faraone, Chen y Tusang, 1995). Esto sugiere la posibilidad de que los genes de la esquizofrenia se expresen de forma diferente en hombres y mujeres, aunque no exista un consenso sobre cómo lo hacen (Usall, 2003).