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Envejecimiento, dependencia y cuidados informales en España

Envejecimiento, dependencia y cuidados informales en España

España está sufriendo un envejecimiento progresivo de la población, esto supone un incremento de las tasas de dependencia, lo que implica la necesidad de ayuda de alguna persona.

Sara Vázquez Lobé a  – Graduada en Enfermería / Máster Universitario en Gerontología Social.

  1. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza, España.

Palabras clave: envejecimiento, cuidador informal, cuidados invisibles, atención no remunerada

Key words: aging, informal caregivers, invisible care, uncompensated care

RESUMEN

España está sufriendo un envejecimiento progresivo de la población, esto supone un incremento de las tasas de dependencia, lo que implica la necesidad de ayuda de alguna persona. La gran mayoría de las personas dependientes permanecen en su entorno familiar, por lo que estas necesidades son cubiertas por cuidadores informales. Pese a la falta de reconocimiento, los cuidados informales son clave para garantizar el bienestar social.

ABSTRACT

Spain is suffering a progressive ageing, this supposes an increase of dependency rates, which implies the need for help from someone. Most of dependent people stay in their family environment, so their needs are covered by informal caregivers. Although the lack of social recognition, “informal care” it’s the key to social welfare.

ENVEJECIMIENTO, DEPENDENCIA Y CUIDADOS INFORMALES EN ESPAÑA.

En las últimas décadas, España está objetivando un envejecimiento progresivo de su población. 1,2 En 2016, los mayores de 65 años y los octogenarios supusieron un 18,4% y un 6% respectivamente sobre el total de la población española. 3

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), las proyecciones previstas para España evidencian que en 2060 habrá más de 14 millones de personas mayores de 65 años, lo que se correspondería con el 38,7% de la población total. Además, dentro de la propia comunidad de mayores también aumenta la proporción de octogenarios (en 2060, representarán un 20,8% sobre el total de población mayor). 3,4

Este escenario de envejecimiento, unido al aumento de la esperanza de vida y la supervivencia a enfermedades degenerativas e incapacitantes, conllevarán un incremento considerable de las tasas de dependencia. 4,5

En la sociedad española hasta un 80% de las personas dependientes permanecen en su hogar, 4,6,7 ya que el continuar viviendo allí mejora claramente el bienestar del individuo y familiar.8,9,10 Pese a ser esta la opción más deseada, implica la necesidad de la figura del cuidador principal. 4,5,8,9,10

Es en 1955 cuando por primera vez aparece, en los trabajos de Claussen y Yarrow, la figura del cuidador. Sin embargo, no es hasta 1963 cuando Grad y Sinsbury y Kreitman introdujeron el concepto de «carga del cuidador». 2 Este concepto ha ido evolucionando, diferenciando la evaluación de la carga en tres dimensiones:

  • unidimensional o carga global 11
  • bidimensional o carga objetiva y subjetiva 11
  • multidimensional o carga física, emocional, psicológica, social y económica. 11

En cambio, los principales cuidados proporcionados en el hogar no han cambiado tanto en el tiempo. Habitualmente, los cuidadores prestan su ayuda en tareas domésticas, actividades básicas de la vida diaria, administración de medicamentos, vigilancia, acompañamiento y brindan su apoyo afectivo-emocional. 9,12,13,14

Respecto al perfil sociodemográfico típico del cuidador es el de una mujer entorno a los 50 años, sin empleo, ni formación específica en el cuidado, con estudios primarios, de un nivel socioeconómico bajo, asumiendo el cuidado sola o en menor medida con el apoyo de otros y con una relación de parentesco directa (hija o esposa, habitualmente conviviente). 3,9,15,16,17,18 Cabe destacar, la gran presencia femenina lo que conlleva la denominación del colectivo en femenino plural, cuidadoras. 18

Generalmente, el adoptar este rol de cuidadora se instaura por propia iniciativa. No obstante y pese a que al inicio la labor de cuidar reporta satisfacciones, conforme la situación se prolonga, avanza el deterioro de la persona dependiente y la prestación de ayuda se convierte en ardua tarea. 19 Hasta en ocasiones puede aparecer un sentimiento de frustración ya que la persona cuidada no puede agradecer y reconocer la labor de la cuidadora, a pesar de que esto le resultaría alentador y reconfortante. 14, 19

Es incuestionable que la atención constante de estas personas dependientes es una ocupación de gran intensidad por la cantidad de horas al día destinadas y la dilatación en el tiempo de esta ayuda. 5,19 De hecho, el cuidado es percibido como una actividad que incide negativamente en vida de la cuidadora y supone dedicación plena con sensación de disponibilidad absoluta. 5,9,13,19

Esta percepción se hace patente en el denominado “síndrome del cuidador”, cuyas consecuencias se manifiestan en las esferas física, psíquica, emocional, socio-familiar y en aspectos laborales, económicos y legales. 1,2,5,8,9 Además, la dedicación a los cuidados conlleva una restricción del tiempo propio, disminuyendo así la probabilidad de realizar ejercicio, técnicas de relajación e involucrarse en actuaciones preventivas, lo que todavía compromete más su estado de salud. 9,14,16,17,20

En la sociedad española, el sistema informal es quien garantiza casi la totalidad de la atención que demanda una persona dependiente, ya que el sistema sanitario formal únicamente dispensa un 12% de ese tiempo de cuidado requerido. 4,9 Considerando que las familias son el principal soporte, los servicios socio-sanitarios deben responder a las necesidades de la cuidadora principal y prevenir su claudicación (determinante en la institucionalización de la persona cuidada). 21,22 Además, el garantizar el bienestar de las cuidadoras resulta clave, ya que se ha comprobado que la presencia alteraciones psicopatológicas en ellas, supone mayor rapidez de deterioro de estas personas dependientes. 1,21,22,23,24

Aunque los cuidados informales son esenciales para garantizar el bienestar social, a menudo son relegados a lo invisible, poco reconocidos y dados por hecho a nivel social. 13,17,25 Sin embargo, que estos cuidados sean proporcionados de manera altruista no implica que no supongan un gran impacto en el gasto sanitario, 26,27 puesto que manteniendo y atendiendo a las personas dependientes en su hogar, se disminuye la utilización de los recursos formales y se retrasa o evita la institucionalización. 1

Según los datos ofrecidos por la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia, la estimación de horas de cuidado informal prestadas a personas mayores de 65 años durante el año 2008 en España fue de 3.249 millones, limitando en un supuesto máximo de 16 las horas de cuidados diarios por persona. 28 El coste económico de esta cantidad de horas oscilaría entre los 25.000 y los 40.000 millones de euros, en función del precio asignado a la hora de cuidado. El producto interior bruto (PIB) no recoge el impacto económico que supone el sistema informal, no obstante estas cifras serían equivalentes a entre un 2,3% y un 3,8% del PIB. 27,28

Finalmente, como propuesta de futura línea de investigación, las necesidades concretas del grupo de cuidadoras mayores de 65 años se han inspeccionado en menor medida en la literatura científica, a pesar de ser este el segundo rango más frecuente en asumir este rol. 17 Además, el investigar este grupo de edad es especialmente importante, ya que se ha constatado que cuanto mayor es la edad de la cuidadora, mayor es el porcentaje que refiere tener repercusiones derivadas de este rol. 16,19

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