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Cuidados de enfermería a personas con trastornos de la conducta alimentaria

Cuidados de enfermería a personas con trastornos de la conducta alimentaria

Aunque hay datos que prueban casos de trastornos de la conducta alimentaria desde siglos pasados, la tendencia actual de la sociedad a, promocionar cuerpos donde la delgadez extrema es sinónimo de belleza y éxito, lleva a sus integrantes…

RESUMEN Y PALABRAS CLAVE

Aunque hay datos que prueban casos de trastornos de la conducta alimentaria desde siglos pasados, la tendencia actual de la sociedad a, promocionar cuerpos donde la delgadez extrema es sinónimo de belleza y éxito, lleva a sus integrantes, adolescentes en su mayoría, aunque también, encontramos casos en niños y gente no tan joven, a centrar su vida en torno a la comida. Esta obsesión lleva a la persona, a tener una visión distorsionada de su cuerpo, además de, una relación patológica con la comida, dejando de comer o comiendo en grandes cantidades, llegando a sufrir alteraciones fisiológicas, lo que se añade a las psicológicas, porque, aunque la base sea psicológica también repercute en la salud física de quien sufre la enfermedad. Se ha considerado siempre, una enfermedad más prevalente en mujeres, aunque cada vez más hombres la sufren, ya que las tendencias de moda de los últimos años y el culto al cuerpo les ha incluido.

Los trastornos de la conducta alimentaria más frecuentes son la bulimia nerviosa y la anorexia nerviosa. Son patologías que distorsionan la dinámica familiar, la mayoría de las personas que las sufren son adolescentes en el diagnóstico, y la duración de la enfermedad, que puede ser de por vida, repercute en toda la familia. Por ello en el tratamiento y el plan de cuidados nunca nos podemos olvidar de la familia, ya que, también es un pilar clave de apoyo de la persona enferma y debe estar fuerte para afrontar el reto inmenso al que nos enfrentan estas patologías.

La enfermedad también repercutirá, por último, en el ámbito social y amistades de la persona; principalmente por su relación patológica con la comida y la tendencia de la sociedad a relacionar esta con el ocio.

Palabras clave: trastorno de la conducta alimentaria, enfermería, cuidados.

SUMMARY AND KEYWORDS

Although there are data that prove cases of eating disorders from past centuries, the current trend in society to promote bodies where extreme thinness is synonymous with beauty and success, leads its members, mostly adolescents, but also, we find cases in children and not so young people, to focus their lives around food. This obsession leads the person to have a distorted vision of their body, as well as a pathological relationship with food, stopping eating or eating in large quantities, and even suffering physiological alterations, which adds to the psychological ones, because, although the basis is psychological, it also affects the physical health of those who suffer from the disease. It has always been considered a more prevalent disease in women, although more and more men suffer from it, since the fashion trends of recent years and the cult of the body have included them.

The most common eating disorders are bulimia nervosa and anorexia nervosa. They are pathologies that distort family dynamics, most of the people who suffer from them are teenagers at the time of diagnosis, and the duration of the illness, which can be for life, has repercussions for the whole family. Therefore, in the treatment and care plan we can never forget the family, since it is also a key pillar of support for the sick person and must be strong to face the immense challenge that these pathologies face us.

Finally, the illness will also have an impact on the social environment and friendships of the person; mainly due to its pathological relationship with food and the tendency of society to relate this with leisure.

Keywords: Eating disorder, nursing, care.

AUTORA

IRANTZU RIPA AISA. GRADUADA EN ENFERMERIA.

CONCEPTO DE TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Como he dicho anteriormente, sufrir un trastorno de la conducta alimentaria supone, una alteración de los comportamientos del sujeto en relación a la comida. Esto le va a conducir a un estilo de vida centrado en conseguir la imagen corporal que él o ella considere la ideal, aunque se aleje de lo saludable y ponga en riesgo su salud. Además, los trastornos de la conducta alimentaria tienen una gran repercusión en las relaciones sociales y familiares del sujeto, le va a crear un aislamiento que no hará, más que acrecentar el problema. Estas personas convierten el peso y la comida en el centro de sus vidas, relacionando todo con ella, sufren distorsión de la percepción de su imagen corporal, y, si no consiguen sus objetivos pueden, incluso, realizar conductas lesivas. Se alejan de las personas que les rodean y buscan apoyos fuera del circulo habitual, esto muchas veces les lleva a encontrar personas en su misma situación y provoca una gran potenciación entre ellas, dificultando el tratamiento. Lo primero que deben hacer estas personas es reconocer que sufren el trastorno, pero esto no siempre es fácil y hay mucho trabajo detrás, debido a la falta de conciencia de la enfermedad que les impide confiar en quien quiere ayudarles. Es una patología cada vez más prevalente en nuestra sociedad y las autoridades sanitarias deben darle la importancia que se debe, ya que producen una gran morbilidad a los enfermos, y repercusión en los núcleos familiares que lo sufren.

CLASIFICACION DE LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Según la clasificación internacional de la DSM-V los trastornos de la conducta alimentaria se clasifican en: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracones, pica, rumiación y trastorno por evitación de la comida, siendo los 3 últimos de comienzo en la infancia. De ellos, los más prevalentes y en los que me centraré son, la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.

La anorexia nerviosa se caracteriza porque la persona que la padece presenta un miedo irracional a ganar peso, aunque se encuentre en una situación clínica de bajo peso, por tanto, existe una distorsión en la percepción de la imagen corporal. La podemos dividir en dos tipos: la anorexia nerviosa purgativa y la anorexia nerviosa restrictiva. En la anorexia nerviosa restrictiva prima el ayuno, y en la anorexia nerviosa purgativa las conductas compensatorias como, ejercicio excesivo, vómitos intencionados, uso de diuréticos, de laxantes…Estas pacientes suelen presentar bajo peso y no presentan consciencia de enfermedad. Es la primera causa de desnutrición en países desarrollados. Pueden llegar incluso a presentar amenorrea, considerándose antes criterio diagnostico por la DSM pero, eliminado recientemente por la baja edad de debut de las pacientes, quienes muchas no han presentado la menarquia.

En cambio, en la bulimia nerviosa el peso puede seguir en valores normales, siendo más difícil de detectar en estadios iniciales y pasando más inadvertida. Lo que encontramos en estas pacientes son atracones recurrentes (por lo menos 2 veces a la semana), seguidos de una gran sensación de pérdida de control por parte del paciente. Esto le lleva a realizar técnicas compensatorias, caracterizadas sobre todo por vómitos. Los vómitos tan continuados pueden acarrear a las y los pacientes bulímicos síntomas físicos comunes como esofagitis, debido al paso constante de ácido clorhídrico del estómago al esófago o incluso síndrome de Mallory Weiss (desgarros esofágicos); así como alteraciones metabólicas y hepáticas.

La bulimia nerviosa es más prevalente que la anorexia nerviosa, presentándose a su vez a una edad más avanzada que la anorexia nerviosa, con una duración superior en el tiempo, incluso se puede llegar a convertirse en algo crónico, estando más o menos controlada pero presente durante el resto de la vida de los pacientes, con lo que cualquier acontecimiento vital o mal momento puede desencadenar una recaida.

CUIDADOS ENFERMEROS A PACIENTES CON TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Los principales diagnósticos de enfermería que podemos encontrar en un paciente con trastorno de la conducta alimentarias son, por ejemplo: trastorno de la imagen corporal, baja autoestima, desequilibrio nutricional por defecto, afrontamiento inefectivo, aislamiento social e incluso riesgo de suicidio, entre otros muchos.

El papel de la enfermera en el cuidado del paciente se centrará en llegar con él o ella a un acuerdo sobre las conductas que quiere cambiar y una vez identificadas ayudarle a hacerlo. Previamente habrá tenido que tomar conciencia de su propia enfermedad. Quizás, como he dicho antes, la toma de conciencia de la enfermedad sea lo más difícil de conseguir, ya que estas pacientes son suspicaces y tienden a desconfiar, muchas veces piensan que se les está engañando y no confían en los profesionales ya que consideran que ellas no están enfermas, y, por tanto, no necesitan ninguna ayuda. Se debe contar en todo momento con la familia, todos, profesionales y familia debemos remar en la misma dirección, ya que cualquier duda o titubeo entre los dos núcleos de apoyo de las personas con estos trastornos les pueden servir de excusa para retroceder.

Una vez reconocida la patología se deberán fijar unos objetivos, reales y alcanzables, que el paciente debe establecer cómo conseguir y, el plazo de tiempo del que dispondrá para ello. Tienen que ser reales y alcanzables para que la persona los objetive y le anime a seguir adelante, viendo que realmente estos cambios benefician su salud.

Se debe crear un ambiente de aceptación y negociación, no solo con el paciente, sino con la familia y/o personas cercanas, las cuales deben conocer y estar informados del estado y recursos del paciente para así poder ayudarlo, ampliando su base social de apoyo. Estas pacientes al comienzo de los síntomas se suelen alejar de su base social, sobre todo de sus amistades más cercanas, pudiendo cambiarlas y buscar apoyo en personas con la misma patología, lo que en cierto modo no es bueno, ya que el intercambio de información entre ellas les hace potenciarse.

El paciente/familia debe encontrar en la enfermería un recurso al cual puede acudir para expresar libremente sus dudas, pensamientos y expresiones emocionales, mostrándoles los profesionales el apoyo necesario en cada momento. Se debe sentir seguro, estable y vernos como profesionales en los que puede depositar su confianza, para así poder reconducir la situación en la que se encuentran.

El paciente debe reforzar sus valores y autoestima, debe ver reconocido en forma de recompensas todo el esfuerzo que esté realizando, ser consciente de él, y de que está avanzando. Que poco a poco va a vencer la enfermedad.

Dentro del plano físico, en situaciones de bajo peso debemos ayudar al paciente a normalizar su relación con la comida y aceptación de un peso razonable, que no ponga en peligro su salud, realizando 5 comidas al día y progresivamente ir aumentando la cantidad ingerida hasta normalizar las calorías. En situaciones de malnutrición severa o afectación psicológica grave, como, por ejemplo, ideas autolíticas y agresiones, se debe plantear el ingreso hospitalario para el control de los síntomas. Se debe intentar por todos los medios que el ingreso sea voluntario, aunque en situaciones extremas no es posible, existiendo así el ingreso contra su voluntad.

CONCLUSIONES

La enfermera tiene un papel clave en los cuidados y seguimiento de las personas que sufren un trastorno de la conducta alimentaria, ya que el tratamiento no es solo farmacológico, y tanto el paciente como la familia tienen que contar con sólidos pilares de apoyo que les acompañen durante el largo proceso. Tanto la paciente o el paciente, como la familia debe confiar en nosotros, debemos estar a su disposición en todo momento ya que el seguimiento personal de estos enfermos es muy importante; ya que necesitan sentirse seguros y confiar en el personal que les atiende, y, por tanto, la atención continuada por profesionales cualificados en el tratamiento de estas enfermedades es muy importante, nos van a conocer, respetar y van a confiar en nosotros. No se puede dejar el tratamiento y el plan de cuidados de estas personas en manos de cualquier profesional, deben de ser profesionales ampliamente cualificados.

BIBLIOGRAFIA

–  Guía de prevención de los trastornos de la conducta alimentaria y el sobrepeso. Consejería de sanidad del gobierno de Cantabria. ISBN:978-84-694-2970-9.

–  Esther Nieto García, Amparo Casado Lollano, Cesar García Pérez, Leticia Peláez Rodríguez. Guía de cuidados de enfermería familiar y comunitaria en los trastornos de la conducta alimentaria. FAECAP.

–  Francisco M. Martin Murcia. Trastornos de la conducta alimentaria. Manual de psicología.

–  Caudia Unikel Santoncini, Alejandro Caballero Romo. Guía clínica para trastornos de la conducta alimentaria. Instituto nacional de psiquiatría Ramon de la Fuente Muñiz. México, 2010.