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Enfermería y alimentación pacientes en tratamiento sustitutivo renal

Enfermería y alimentación pacientes en tratamiento sustitutivo renal

La insuficiencia renal crónica (IRC) es una enfermedad progresiva que se define por “la pérdida gradual de las funciones de los riñones durante un tiempo igual o superior a tres meses”.

Autores:

  • Gloria Palomar Graduada en Enfermería. Servicio de Diálisis Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza).
  • Lorena Martínez Gracia. Graduada en Enfermería. Servicio de Diálisis Hospital Universitario Lozano Blesa (Zaragoza).
  • Alex Malavilla Martínez. Graduado en Enfermería. Servicio de Diálisis Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza).
  • Laura Palomar Gimeno. Graduada en Enfermería. Servicio de Laboratorio Hospital Royo Villanova. (Zaragoza).
  • Eduardo Izuel Sobrevilla Graduado en Enfermería. Servicio de Urgencias Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza).
  • Patricia Valero Tapia. Graduada en Enfermería. Servicio de Diálisis Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza).
  • Laura Marín Giménez. Graduada en Enfermería. Servicio de Urgencias Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza).

Resumen:

Introducción: La insuficiencia renal crónica (IRC) es una enfermedad progresiva que se define por “la pérdida gradual de las funciones de los riñones durante un tiempo igual o superior a tres meses”. En las fases más avanzadas existen tres tipos de tratamiento (diálisis peritoneal, hemodiálisis y trasplante renal) y una de las intervenciones más importantes, y que debe instaurarse de manera temprana, es aquella que tiene que ver con la alimentación. Para ello es necesario formar al paciente de IRC para que sea capaz de cumplimentar su tratamiento con el correcto manejo de la dieta, con el fin de aumentar su calidad de vida y su estado de salud. Metodología: Se realiza una revisión bibliográfica en diferentes bases de datos, estadísticas nacionales, páginas oficiales y guías de buenas prácticas. Conclusión: La atención y acompañamiento al paciente de IRC incluye la capacitación del mismo en el manejo de su alimentación, dado que uno de los problemas que se plantean en pacientes sometidos a terapia renal sustitutiva (TRS) es la malnutrición que acarrea un aumento de la morbimortalidad de los mismos.

Palabras clave: IRC, dieta, diálisis, malnutrición.

Abstract

Introduction: Chronic renal failure (CRF) is a progressive disease that is defined by the gradual loss of kidney functions for a minimum of three months. In the most advanced phases there are three types of treatment, and one of the most important interventions is one that has to do with food.

For this, it is necessary to train the CRI patient to be able to complete their treatment with the correct management of their treatment and diet, in order to increase their quality of life and their state of health. Methodology: A bibliographic review is carried out in different databases, national statistics, official pages and guides of good practices. Conclusion: The care and accompaniment of the CRI patient includes training in the management of their diet, since one of the problems that arise in patients undergoing renal replacement therapy is malnutrition that leads to an increase in the morbidity and mortality of same. Keywords: CRI, diet, dialysis, hyperphosphatemia, malnutrition.

Introducción

La insuficiencia renal crónica (IRC) se define como “la pérdida progresiva de la función renal durante al menos tres meses de evolución”. La IRC constituye un problema de salud pública a nivel mundial que afecta a uno de cada 7 adultos en España. Una prevalencia más elevada que la estimada en estudios anteriores realizados en nuestro país y que es similar a la observada en Estados Unidos. Los riñones realizan funciones imprescindibles para la vida. Se encargan de filtrar la sangre y excretar los productos tóxicos derivados del catabolismo, regular el exceso de líquido a través de la orina y cuentan con una función hormonal que se encarga de la estimulación de la producción de glóbulos rojos, la regulación de la tensión arterial y la producción de vitamina D, entre otras. La IRC es la pérdida irreversible de esas funciones y cuando se manifiesta, origina múltiples síntomas que restan calidad de vida, y el paciente pasa a depender de forma permanente de un tratamiento renal sustitutivo (TRS). Existen dos tipos de TRS: la hemodiálisis, que se realiza a través de un acceso vascular y la diálisis peritoneal, en la cual es la membrana del peritoneo la encargada de realizar la filtración de los productos tóxicos acumulados en el organismo. Un tercer tratamiento sería el trasplante renal.

La “National Kidney Foundation” define la IRC en base a dos fundamentos diagnósticos:

  • La filtración glomerular, que viene determinada por el aclaramiento de la creatinina, que tiene que ser inferior a 60 ml/min/1,73m2 durante un tiempo igual o superior a tres meses.
  • Existencia de una lesión renal, con o sin descenso del filtrado durante un tiempo mínimo de tres meses, que se confirma mediante una biopsia y los resultados de laboratorio (proteinuria, albuminuria o variaciones del sedimento urinario) o pruebas de imagen.

Retrasar el avance de la enfermedad es uno de los objetivos en la atención al paciente de IRC y, entre otras herramientas, se emplea la dieta, que se recomienda instaurar de manera temprana. De los problemas que se plantean en las personas sometidas a TRS, es la malnutrición uno de los que aparecen con mayor frecuencia, siendo un importante predictor de morbimortalidad.

Una correcta alimentación representa una parte importante del tratamiento. Proporciona un incremento en la calidad de vida del paciente, permite que el resultado de la diálisis sea excelente y aumenta el nivel de salud del enfermo. Un cuidado nutricional adecuado, requiere de la intervención de un equipo multidisciplinar, el papel de la enfermera a través de la educación y

prevención de riesgos, es clave para ayudar a mejorar la calidad de vida del paciente. Por lo tanto se debe incluir, de manera sistemática, el consejo dietético y aumentar y mejorar los conocimientos de los pacientes para potenciar sus autocuidados y autonomía.

Objetivo general

Revisión bibliográfica acerca de la importancia de la educación para la salud en la alimentación al paciente con un diagnóstico de IRC que se encuentra en tratamiento renal sustitutivo potenciando los autocuidados y la autonomía del paciente.

 Metodología

Con el fin de obtener la mejor evidencia científica, se ha llevado a cabo una revisión bibliográfica, necesaria para poder contextualizar y desarrollar el tema seleccionado, en diferentes bases de datos como son: Scielo, Science Direct y Pubmed.

Así mismo, se ha complementado información, consultando páginas de Sociedad Española de Enfermería Nefrológica y Organización Mundial de la Salud.

Los criterios para delimitar la búsqueda han sido: texto completo, idiomas castellano e inglés y período de tiempo entre 2007-2019.

Resultados

Una vez diagnosticada IRC, la alimentación adquiere un papel relevante en la calidad de vida del paciente, así como en la prevención de posibles complicaciones que tienen que ver con la malnutrición, que es uno de los predictores más importantes de morbimortalidad de los enfermos renales.

Deben producirse una serie de cambios en los hábitos alimentarios que no resultan fáciles de asumir por el paciente y su entorno. La intervención de enfermería durante todas las etapas de la enfermedad, es un elemento clave para aumentar la calidad y eficiencia del proceso de educación del paciente. Los cuidados, en cuanto a la alimentación se refiere, serán distintos dependiendo del estadio de la enfermedad, de las patologías acompañantes que presente el paciente (obesidad, diabetes, HTA, enfermedades cardiovasculares, entre otras) y del TRS escogido por éste.

Existen tres tipos de nutrientes a tener en cuenta: proteínas, hidratos de carbono y grasas que junto con otros elementos (vitaminas, minerales, agua, etc) conformaran la base de la dieta. Esta ha de ser equilibrada, asegurando que el paciente va a tener cubiertos, en todo momento, sus requerimientos energéticos y nutricionales. Por ello deberá ser evaluada y revisada constantemente.

Las proteínas intervienen en la formación de células y tejidos. Se recomienda una ingesta no superior a 1-1,2 g/kg de peso en un paciente sometido a tratamiento con hemodiálisis.

Los hidratos de carbono, presentan una función energética imprescindible y es el grupo de alimentos que no está restringido, excepto en pacientes diabéticos. Se recomienda el consumo de hidratos de carbono complejos. Deberían tomarse en una proporción del 50-60% de la dieta. Su consumo evita la cetosis metabólica.

Las grasas o lípidos también proporcionan energía al organismo y transportan las vitaminas liposolubles, siendo las grasas insaturadas las más recomendables.

Hay que prestar atención al consumo de sodio, potasio y fósforo, ya que provocan diferentes, e incluso graves, síntomas en el paciente de IRC.

Los valores elevados de sodio en el organismo, son responsables del incremento de la presión sanguínea, el aumento del peso corporal y la formación de edemas en las piernas, la cara y los ojos. Puede llegar a provocar insuficiencia cardíaca y edema agudo de pulmón. Para ello se recomienda una dieta escasa en sal. (No añadir sal a las comidas, no utilizar concentrados saborizantes, utilizar especias o zumo de limón como potenciadores del sabor).

El potasio puede acumularse en la sangre provocando alteraciones en la actividad muscular, calambres, hormigueos, arritmias cardíacas e incluso parada cardíaca. Se recomiendan algunos consejos para su control (ingerir una fruta al día, cocer dos veces las verduras, desechar el jugo de las conservas, entre otros).

El fósforo, junto con el calcio, es uno de los principales componentes de los huesos. Un nivel elevado de fósforo en sangre produce una salida de calcio de los huesos provocándose la fragilidad de los mismos. Se pueden hacer algunas recomendaciones dietéticas al respecto (consumo de lácteos enteros, máximo un vaso de leche al día, aumentar la ingesta de pescado blanco).

El paciente sometido a TRS debe tener un control en el consumo de líquidos, que incluye, aparte del agua, todos los alimentos que tengan un alto contenido de la misma. Se recomienda consumir 500 ml de líquido al día más la cantidad que el paciente orina en 24 horas. También pueden desarrollarse una serie de estrategias para limitar el consumo de líquidos (Utilizar limón para estimular la salivación, congelar el agua en verano, limitar el consumo de sal, medir la cantidad de líquido que debe consumir al día, etc).

Entre otros, los objetivos de una intervención nutricional temprana, serán:

  • Proporcionar proteínas suficientes, impidiendo la acumulación excesiva de productos de desecho del
  • Aportar la cantidad correcta de calorías para evitar o frenar el catabolismo del músculo.
  • Limitar el consumo de sodio para controlar la sed, mantener buenos niveles de presión sanguínea y prevenir la manifestación de
  • Limitar el fósforo para prever la hiperfosfatemia y la osteodistrofia
  • Mantener estable el potasio en sangre para impedir la aparición de hipercaliemia y arritmias cardíacas.
  • Controlar la ingesta de líquido para prevenir la hiponatremia y el aumento excesivo del peso entre las sesiones de diálisis.

Conclusiones

Tras la elaboración de la presente revisión bibliográfica, pueden extraerse las siguientes conclusiones:

  • La alimentación en el paciente sometido a TRS es un punto clave e imprescindible para mantener un buen estado de salud y calidad de vida del
  • El tratamiento nutricional debe estar respaldado por un equipo multidisciplinar, aunque el personal de enfermería es esencial en la educación del paciente; proporcionando al mismo los conocimientos adecuados y capacitándolo en el reconocimiento de los alimentos adecuados para su enfermedad, así como los métodos de preparación correctos y la distinción de aquellos alimentos que son nocivos para su
  • Es importante realizar una valoración inicial tanto del paciente como del entorno para identificar los posibles problemas que puedan plantearse durante la capacitación del enfermo y que supongan un fracaso en la intervención.
  • Incluir el aspecto psicosocial del El mantenimiento de unos niveles adecuados de estrés o ansiedad con respecto a la dieta o el afrontamiento de la enfermedad, son importantes para que no se produzca el aislamiento del paciente o la aparición de una depresión.

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