¿Cual es el valor de la vida para los adolescentes con conductas suicidas?
Autor: Amarilis Cordova | Publicado:  14/09/2009 | Psicologia , Medicina Forense y Legal , Psiquiatria , Pediatria y Neonatologia | |
¿Cual es el valor de la vida para los adolescentes con conductas suicidas?.2

Estos factores permiten comprender porque la hostilidad defensiva del hombre, aunque se basa en el mismo mecanismo que la del animal, es mucho mayor.

 

Existen, además, en el hombre formas de agresividad que no observamos en los animales y que no le sirven para su defensa.

 

El hombre es un animal decididamente orientado hacia el futuro, con grandes dificultades para desprenderse del pasado. Por eso, se puede decir que cuando el futuro vital del sujeto es invadido por una desesperante desesperanza, emerge el suicidio o por lo menos la tentación de cometerlo.
 El psicoanálisis pone gran énfasis en los procesos inconscientes y hasta hace poco tiempo no se ocupó, como lo hace ahora, de la importancia de los sucesos sociales, de su incidencia sobre la formación y el mantenimiento de la integridad del sujeto. (Barrio, 1997)La esperanza, esa valiosa capacidad de esperar, se balancea delicadamente entre el sentimiento de competencia (potencia y eficacia personales) y las amenazas de vida, que se le presentan al sujeto. El sentimiento de competencia, vinculado a la autoestima, se va construyendo desde la temprana infancia.

 

Un sentimiento sólido de competencia, asegura una mejor adaptación a la vida. Por el contrario, una competencia frágil puede dificultar la mera subsistencia. Encontramos estados de desesperanza e incompetencia en las depresiones mayores y en los drogadictos, cuyo sentimiento de competencia funciona en niveles muy bajos. En estas personas, cada detalle de la vida diaria constituye una difícil amenaza.

 

No olvidemos de que hoy en día, las personas pueden llegar a necesitar del máximo de su competencia para poder competir (pertenecer) en un mundo en cambio permanente. (Peña, 2002)

 

El valor de la vida humana radica en que es un don, en su gratuidad, en la maravilla que es tenerla, experimentarla, poseerla, ya que yo no me concebí a mí mismo, sino que soy el regalo de alguien: vengo de otro que me gestó, me acogió, me cuidó, me educó y me acompañó. Tengo, entonces, la experiencia de ser fruto de otro, y me realizo cuando estoy con la o las personas que amo.

 

En el ser, estar o vivir junto al otro descubro mejor mis necesidades y capacidades, mi soledad y mis potencialidades. Pero donde se despierta todo mi dinamismo y me descubro más plenamente persona es cuando llego a experimentar que vivo para los demás. El uno para el otro, el uno junto al otro, el uno con el otro, en el otro y por el otro...

 

Aquí se encuentra el sentido de la vida, en ese eterno darse a uno mismo y acoger a la persona del otro, en el saberse acogido y ser hogar, familia para el otro. Es la riqueza de la vida para la gratuidad del amor. Valor de la vida que no se adquiere o compra como un bien material, sino que se posee, se experimenta porque otro me lo regaló, otro me hizo sentir que tengo un lugar en su corazón. No tiene que ver con mis méritos o mis posesiones o mis derechos, sino conmigo mismo, por lo que soy, por mi historia, por lo que me hace sufrir, por lo que me alegra, lo que sueño, lo que trato de conquistar. Esa es la experiencia que regala un papá, una mamá, un hermano, un amigo, un maestro, un sacerdote, una autoridad, cuando establece un vínculo personal con el otro. Un mundo sin este tipo de “autoridad”, que sea realmente “autora de vida”, es un mundo triste, sin alegría y sin incentivos.

 

El suicidio en la adolescencia.

 

Durante la adolescencia, etapa de desarrollo por la que atraviesa todo individuo, se presentan en los jóvenes cambios difíciles que les producen ansiedad y depresión hasta llegar, en muchas ocasiones, a una tentativa de suicidio.

 

Este intento plantea el problema de la depresión como vivencia existencial y como una verdadera crisis de la adolescencia.

 

La manipulación de la idea de la muerte en el joven suele ser frecuente, pero debe hacerse la diferencia entre el adolescente que piensa en el suicidio como una llamada de auxilio, como una manera de comunicar su descontento a los demás, y el que ve el suicidio como una idea romántica y aquél que realmente lo lleva a cabo.

 

Si cerca de nosotros se encuentra algún adolescente cuyo comportamiento indique que intentará suicidarse, atendamos sus señales, pues podemos darle el apoyo necesario para superar su problema y evitar que lo consume.

 

El suicidio de los adolescentes es un tema que suele callarse y evadirse, pues impacta y cuestiona el sistema familiar y social en que vivimos; sin embargo, es importante conocer y reflexionar en las causas que llevan a un joven a su autodestrucción, así como saber cuál es el significado de este acto y cómo puede prevenirse.

 

La adolescencia, como etapa de desarrollo de todo individuo, es una etapa dolorosa en que el joven pasa por cambios difíciles que le producen ansiedad y depresión. Por esto, la tentativa del suicidio es una de las conductas más significativas del adolescente. Por el contexto depresivo que la envuelve, la tentativa de suicidio plantea el problema de la depresión como vivencia existencial y como una verdadera crisis durante la adolescencia. La manipulación de la idea de muerte en el joven suele ser frecuente; sin embargo, hay que distinguir entre el adolescente que piensa en el suicidio, inclusive como una idea «romántica», y aquel que realmente lo lleva a cabo. (Herrera, 2000)

 

Durante esta etapa, el adolescente se siente muy inseguro en razón de su desarrollo corporal y, en ocasiones, puede llegar a sentir «que su cuerpo es algo aparte de él». De hecho, siente la necesidad de dominar su cuerpo que se encuentra en constante cambio; pero como no puede vivir su cuerpo como un objeto casi externo y extraño, siente que en el momento del intento suicida su cuerpo no es el que realmente recibe la agresión ni que canaliza hacia él sus tendencias agresivas y destructivas. Por otro lado, durante la adolescencia, el individuo abandona gran parte de sus ideas e imágenes infantiles, tan importantes para él durante todo su desarrollo anterior. De esta manera, el intento suicida puede ser la representación de su trabajo de duelo. De acuerdo con Dulanto, 2000, durante la adolescencia se elaboran tres duelos básicos: a) El duelo por el cuerpo infantil; b) El duelo por la identidad y el rol infantil y c), el duelo por los padres infantiles, es decir, el duelo por la imagen con que percibía a sus padres durante la infancia. En una situación ideal, la elaboración de estos duelos permitirá que el adolescente continúe con su desarrollo.

 

El suicidio de los adolescentes puede tener varios significados, aparte de los mencionados. Éstos son aplicables a todas las edades de la vida, pero debe advertirse que, en función de la madurez del individuo, hay significados que se aplican preferentemente a ciertos períodos de la vida.

 

1.     La huída, es decir, el intento de escapar de una solución dolorosa o estresante mediante el atentado en contra de su vida, ya que ésta se percibe como insoportable;

2.     El duelo, cuando se atenta contra la vida propia después de la pérdida de un elemento importante de la persona.

3.     El castigo, cuando el intento suicida se dirige a espiar una falta real o imaginaria. Aquí el joven se siente responsable por un acto negativo y desea autocastigarse para mitigar la culpa;

4.     El crimen, cuando el joven atenta contra su vida, pero también desea llevar a otro a la muerte;

5.     La venganza, es decir, cuando se atenta contra la vida para provocar el remordimiento de otra persona o para infligirle la desaprobación de la comunidad;

6.     La llamada de atención y el chantaje, cuando mediante el intento suicida se intenta ejercer presión sobre otro;

7.     El sacrificio, donde se actúa contra la vida para adquirir un valor o un estado considerado superior, como lo es morir por una causa, y,

8.     El juego, común en los adolescentes, cuando se atenta contra la vida para probarse a sí mismo o a los demás que se es valiente y parte del grupo.

 

Martínez, 1998, por su parte, menciona que no puede considerarse la conducta suicida del joven como un acto plenamente dirigido por el deseo de morir; dice que el intento suicida involucra un debate interno, una lucha entre el deseo de morir y el de seguir vivo. El adolescente que intenta suicidarse lucha internamente entre ambos deseos. Este dato es importante para las personas que desean ayudar a los adolescentes, pues se sabe que en su interior sí existe un deseo de seguir viviendo.


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