Las pérdidas en el adulto mayor y su calidad de vida
Autor: MSc. Julia Rengifo | Publicado:  28/01/2010 | Geriatria y Gerontologia | |
Las perdidas en el adulto mayor y su calidad de vida .2

En los países en desarrollo, el número de personas de más de 61 años pasará a representar el 33 por ciento de la población, en contraste con el 20 por ciento actual. De acuerdo a estos indicadores, en los años venideros se producirá un incremento sostenido de la población mayor, como consecuencias del progreso de la medicina, los avances científicos y la tecnología.

 

Cabe destacar, que el envejecimiento de la población se determina por la edad mediana y la esperanza de vida que rodea a todo individuo que nace; y este proceso va en aumento cada vez mayor dentro de las distintas sociedades mundiales, en primer lugar por las tasas de fecundidad y en segundo lugar por las tasas de mortalidad.

 

Así mismo, es importante señalar que en América Latina, incluyendo el Caribe, esa población específica, y de acuerdo a la Población del Departamento de Asuntos Sociales y Económicos para la América Latina, perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU-DESA) (2006), pasará de 42,4 millones (7,9%) en el 2000; a 96,9 millones (12,8%) para el año 2025, notándose, de este modo, un incremento en el número de pobladores mayores de 60 años o más.

 

En Venezuela, para el año 2006, y de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) (2006), “existe una población estimada de 1.390.239 adultos mayores”. (p. 262-263). Mientras que en el estado Carabobo según datos ofrecidos por la Guía del Estado Carabobo (2006), tenemos una población estimada de 116.644 adultos mayores, y en el Municipio Miguel Peña se tiene una población aproximada de 28.300 adultos mayores. Es importante destacar que se conoce que entre las primeras cuatro causas de muerte de los adultos mayores se encuentran: enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, y enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores, según informe de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud, (DEMS) (2006).

 

Tenemos pues que este perfil de mortalidad visto anteriormente, refleja que en cuanto a la salud los adultos mayores se enfrentan a períodos crónicos que implican éstas enfermedades. Aún así, en el adulto mayor la salud se valora, tanto en ausencia o presencia de enfermedad, al respecto expresan Morrison y otros (2004), que el término salud se valora, por la “capacidad del individuo de vivir en la comunidad manteniendo un adecuado nivel de funcionalidad y autovalía que le permita relacionarse con sus pares de forma adecuada”. (p. 17)

 

En otro orden de ideas, Heikkinen (1997), refiere que la esperanza de vida sin discapacidad varía entre los distintos países y culturas. La salud de las personas de edad avanzada no debería, y no puede, examinarse simplemente desde el punto de vista de la frecuencia de enfermedades o de la ausencia de las mismas. Incluso cuando sí tienen enfermedades, muchas personas mayores se sienten perfectamente sanas porque estas enfermedades no tienen efectos negativos sobre su vida diaria. (p. 15)

 

Es por ello que durante la vejez puede resultar cuesta arriba mantener la percepción de salud favorable luego de una jubilación, o de hacer frente al mantenimiento de un hogar, aún con hijos (as) o nietos (as) dependientes, con una pensión, o cómo percibirse con salud al enfrentarse a las limitaciones físicas ó a enfermedades crónicas y a la dependencia económica.

 

Visto de esta forma, la calidad de vida es un concepto multidimensional que incluye una diversidad de factores, de entre los cuales el estilo de vida, morada, satisfacción con el trabajo, la situación económica, el acceso a los servicios públicos, las comunicaciones, la urbanización, la criminalidad, entre otros, que componen el contexto social y que influencian el desarrollo humano de una comunidad.

 

De ahí que, la calidad de vida, tanto enfermo como sano, es un enfoque primordial que ha de ser incluido en los programas de salud, en tanto que la calidad de vida es entendida por Melchiors y otros (2004), como “la suma de sensaciones subjetivas y personales de sentirse bien”, (p. 3); refiriendo también que la calidad de vida “es considerada como una opinión subjetiva del adulto mayor acerca de su condición física, psicológica y social”. (p. 3)

 

Por otra parte y ya entrando en el ámbito de la pérdida, independientemente de la edad, es una situación real o potencial en el cual un objeto o sujeto de la persona se hace inaccesible a cambiar de manera que no se percibe o pierde su valor. Para, Babb, P. (1998), la vejez es “una experiencia humana donde las pérdidas parecen tener un significado particular, ya que se hacen más evidentes, particularmente las físicas y las sociales”. (p. 30-31).

 

Es por ello que pérdidas físicas y sociales pueden ser, tomando en cuenta a Morrison y otros (2004), manifestaciones que limitan la calidad de vida de los adultos mayores por disminuir la autonomía y afectar sus actividades de auto-cuidado. (p. 17). Es así como pérdidas físicas, pérdidas sociales y calidad de vida guardan una estrecha relación en la estimación de la condición de salud del adulto mayor.

 

Desde el contexto descrito, cabe destacar que en la comunidad José Gregorio Hernández, Parroquia Miguel Peña. Municipio Valencia, Estado Carabobo, funciona “La Casa del Abuelo”, la cual está adscrita al CEMIUC, (Centro de Medicina Integral de la Universidad de Carabobo), contando con una población de 465 adultos mayores inscritos y de este grupo asisten 90 adultos mayores de lunes a sábado. Los mismos son llevados por sus familiares, en trasporte público, o acuden solos por la cercanía de sus hogares; observándose que algunos adultos mayores presentan limitaciones en sus movimientos para su independencia y otros usan medios de apoyo para su movilización, lo que repercute en su aspecto físico y funcional, así mismo; se evidenció disminución en la capacidad visual y auditiva, lo cual afecta al adulto mayor en su convivencia habitual, conllevando al mismo a aislarse del resto del grupo.

 

De allí pues que en esta comunidad, durante las prácticas clínicas de los estudiantes de la Maestría en Enfermería Gerontológica y Geriátrica a través del contacto personal con los adultos mayores, se observó que éstos  refieren pérdidas familiares y sociales evidenciadas por facies de tristeza, voz melancólica y algunos se mantienen silenciosos y con la mirada fija, lo cual puede ser expresión de soledad y ser un indicador de las pérdidas sociales y familiares sufridas y por ende disminución en su calidad de vida en esta etapa de la vida.

 

Por otra parte, expresan que se sienten solos por ausencia  de la pareja, hijos, amigos, el hecho de mayor impacto emocional que puedan sufrir los adultos mayores, el sentimiento de soledad, es un componente del estado de pena, la fatiga aunque se considera una sensación física, se incluye como parte de los sentimientos en las reacciones de duelo del adulto mayor, porque frecuentemente se observa acompañada de un sentido de apatía o de estar sin rumbo.

 

Entre otras pérdidas sociales observadas son los cambios en la estructura familiar tales como: muerte del cónyuge, la separación de los hijos del hogar, ya sea para establecer su propia familia, para estudiar o para independizarse económicamente, teniendo el adulto mayor que volver a organizar su vida y hacer ajustes ante este cambio, lo cual representa una situación crítica para ellos. Durante esta etapa se evidencia en algunos padres ancianos, sentimientos de tristeza y un sentido de pérdida vinculado con el crecimiento de sus hijos y la eventual salida de estos del hogar, mientras que otros expresan un nuevo sentido de libertad y buscan invertir su tiempo para cosas que antes no habían tenido tiempo de hacer.

 

En este sentido, también se pudo evidenciar como el retiro, o pérdida del trabajo, marca el final de lo que se concibe como una relación estrecha entre la clase de empleo que la persona mantiene y el estilo de vida que disfruta. En una comunidad que mide a las personas en términos de lo que hace para ganarse la vida, esta pérdida podría representar un descenso en su posición social, es por esto que sin la oportunidad de trabajar, algunas personas podrían sentir vacías, inútiles, y sin propósitos en la vida, la jubilación empobrece a la mayoría de los adultos mayores, si ocurre que la persona está desprovista de un sistema de pensión. Aún contando con las pensiones, su ingreso no será el mismo.

 

Así mismo, estas pérdidas sociales se caracterizan por los efectos siguientes: una afiliación o duelo, soledad, pérdida de compañía, cambios en el estilo de vida. Los adultos mayores que viven estas pérdidas, confrontan una variedad de problemas personales, actitudinales y familiares como alteraciones en las relaciones con su entorno, en el sueño y descanso, en el concepto de si mismo; también acelerar el proceso degenerativo de la orientación y la memoria produciéndose cambios devastadores, lo cual puede estar afectando la calidad de vida de este grupo de adultos mayores.

 

Es por ello que indagar la calidad de vida de una sociedad, significa analizar las experiencias subjetivas de los individuos que la integran y la percepción que tienen de su existencia dentro de ella. Exige en consecuencia, conocer cómo viven los sujetos, cuáles son sus condiciones objetivas de existencia y que expectativas de transformación de estas condiciones tienen, y evaluar el grado de satisfacción que consiguen.


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