La etica ecologica en el antropocentrismo de la ecologizacion del individuo
Autor: Camilia Souki Morocoima  | Publicado:  12/02/2010 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
La etica ecologica en el antropocentrismo de la ecologizacion del individuo .2

Lo social no emana de un orden supra humano, sea teológico o fundado en la razón, procede de las relaciones entre individuos o actores sociales que ocupan posiciones distintas en los grupos, instituciones o sistemas en los que se enmarcan, y que compiten por el poder de definición de la realidad social. En esta presentación se vislumbra una serie de reflexiones relacionadas con comportamientos de transformaciones de representaciones sociales, a la gestión de la reconstrucción critica de saberes, ataques contra la condición de la ecología de la vida de la naturaleza.

 

Contenido

 

Kupfer E. (1956). Escribió un diario secreto en trocitos de papel, que iba robando del almacén donde trabajaba como administrativo, y los iba enterrando, hasta escribir un gran legado para la humanidad; que tituló: Los animales, mis hermanos, obra que luego se conoce como Derechos De Los Animales a las ideas postuladas por corrientes de pensamiento y al movimiento que sostienen que la naturaleza animal es un sujeto de Derecho, cuya novedad reside en que esta categoría sólo ha pertenecido a personas naturales y jurídicas, es decir al ser humano.

 

Los humanos siempre han reconocido a ciertos animales una consideración especial (ej. domesticación), que varía mucho según el entorno cultural o el lugar, desde apoyar que se pueda utilizar a los animales según plazca o sirva al hombre, pasando por el trato ético o el bienestar animal, hasta considerar que los animales merecen derechos tradicionalmente reconocidos sólo en los humanos.

 

No debe confundirse con el derecho de animales como doctrina jurídica, marco jurídico de algunos países donde el objeto de Derecho es la libertad de conducta de los animales en su ambiente natural y el trato que reciben en un hábitat humano.

 

Mosterín, Jesús (2006) La Filosofía De La Ciencia, en éste invaluable aporte investiga la naturaleza del conocimiento científico y la práctica científica. Se ocupa de saber, entre otras cosas, cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y de saber si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las "entidades ocultas" (o sea, no observables) y los procesos de la naturaleza. Son filosóficas las diversas proposiciones básicas que permiten construir la ciencia. Por ejemplo:

 

      La realidad existe de manera independiente de la mente humana (tesis ontológica de realismo).

      La naturaleza es regular, al menos en alguna medida (tesis ontológica de legalidad).

      El ser humano es capaz de comprender la naturaleza (tesis gnoseológica de inteligibilidad).

 

Si bien estos supuestos metafísicos no son cuestionados por el realismo científico y muchos investigadores los dan por sentados, hay científicos de diversas disciplinas que han planteado serias sospechas respecto del segundo de ellos[] y numerosos filósofos que han puesto en tela de juicio alguno de ellos o los tres. De hecho, las principales con respecto a la validez de estos supuestos metafísicos son parte de la base para distinguir las diferentes corrientes epistemológicas históricas y actuales. De tal modo, aunque en términos generales el empirismo lógico defiende el segundo principio, opone reparos al tercero y asume una posición fenomenista, es decir, admite que el hombre puede comprender la naturaleza siempre que por naturaleza se entienda "los fenómenos" (el producto de la experiencia humana) y no la propia realidad.

 

La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar; es una necesidad esencial. El reloj no cesa de correr. El mundo ya se encuentra en el tramo final hacia 2015, plazo establecido para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, adoptados en la Cumbre de 2000. Activistas presionan a los gobiernos y a la comunidad internacional para acelerar acciones que permitan alcanzar esas metas. Los desafíos son innumerables. Los compromisos asumidos por los gobiernos de todo el mundo incluyen reducciones de la pobreza, el hambre, las infecciones de VIH, el paludismo, la contaminación integral-generalizada y la mortalidad infantil y materna; ésta última evidencia su rigor por las ideas y prácticas que desvalorizan a la mujer en la vida social y cultura, lo que hace reiterativa y permanente la invitación a la reflexión y profundización de nuevas interrogantes y procurar respuestas alentadoras; proponer la observación de la revisión de un despertar de un sentido crítico de las ideas y prácticas hegemónicas con respecto al lugar de las mujeres en la sociedad, reconstrucción y/o construcción y transformación de las desigualdades sociales derivadas de los sistemas de género.

 

El papel de la mujer en la sociedad ha conquistado relativamente  el espacio exterior, el espacio interior abarca los aspectos sentimentales o morales y espirituales; el más difícil de conquistar. El machismo es una enfermedad institucionalizada encargada de la selección y separación entre las distintas cualificaciones necesarias para la economía capitalista y es fundamentalmente un medio de socialización en los valores de la sociedad implícitos, coyunturales; la estronia de las estructuras de la filosofía educativa. Sin embargo, es fundamental considerar, que la mujer en un año y bajo ciertas circunstancias puede concebir una vez; mientras que en ese período el hombre puede desbordar un “cementerio de semen” y podría lograr por lo menos trescientas sesenta y cinco concepciones al año, si se le toma como depositario de células de reproducción. Así como es insustituible el beso de arrullo del amamantamiento.

 

Al referir la constitución de una sociedad planetaria capaz de subsistir en paz perpetua decía Kant: "Esperar que un producto de creación política tal como aquí lo pensamos se realice algún día, por remoto que sea, constituye un placentero sueño; pero el pensamiento de una aproximación a él con la convicción de que puede existir en tanto está regido por leyes morales, no sólo es compromiso del ciudadano, sino también del gobernante".

 

Es evidente que la realidad del consumismo capitalista proporciona un cierto contenido pertinente a lo que parece designarse con las palabras necesidades artificiales. (El mismo Marx hizo uso de expresiones parecidas al tratar de la dinámica de producción-distribución-consumo vigente en la sociedad capitalista). Mas, cuando se pretende profundizar en el análisis, la diferencia establecida se revela problemática bajo dos aspectos muy relevantes, de especial atención: a) porque la legitimidad de ciertas necesidades a veces se interpreta, en oposición a lo artificial, como siendo natural, y, b) porque esa diferencia supone un fundamento ético a partir del cual pueda afirmar su pertinencia. El entendimiento entre los seres humanos y el desarrollo de la tecnología ecológicamente sustentable, son los mecanismos que en cada momento histórico habrán de marcar los límites de lo que cabe admitir como necesidad legítima a ser atendida por y en la vida comunitaria.

 

La introducción de la perspectiva ecológica en las más diversas áreas del conocimiento en el ámbito de las ciencias sociales, de las Ciencias Naturales y Humanas es ya una realidad fehaciente. Ello ha sido motivado, tanto por la evidencia científica acerca del estado del planeta, como por la misma urgencia de los problemas. Los últimos veinte años, sin embargo, han conocido una ya abundante producción de reflexiones filosóficas en torno al medio ambiente planetario y en especial, a la consideración moral del mundo no humano y de la relación de las persona con sí misma. La responsabilidad de la *ciudadanía* frente a la naturaleza ha constituido una agresión hacia  las generaciones, presentes y futuras. Se mantiene, pues, un antropocentrismo fuerte, del que no puede salir más que una ética ambiental, medioambiental; una ética ecológica. Se ha mantenido una ética absolutamente egocéntrica y biologicista, y una ética antropocéntrica, pero con cierta sensibilidad medioambiental.

 

El ser humano se diluye, pues, en un biologismo igualitario entre millones de organismos; lo cual, ha provocado la crítica de que el fallo básico de esta posición es que figurándose que el bien está inscrito en el ser de las cosas, olvida que toda valoración, incluida la de la naturaleza, es un hecho social y que, por consiguiente; toda ética normativa es en cierto modo dependiente de la consideración que cada país o región tenga de los problemas ambientales. En la posición antropocéntrica es posible encontrar también diferencias importantes, que no son más que la expresión del grado de apertura a los ya abundantes Informes Mundiales sobre la situación del planeta y a las recomendaciones, cada vez más concretas, que tales informes contienen.


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