Alzheimer. Por que y como se produce
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  26/03/2012 | Neurologia , Articulos | |
Alzheimer. Por que y como se produce .2

Desde el tronco cerebral, el corredor celular nervioso que conecta con la central vegetativa hasta su parte más alta (el hipotálamo), no puede tampoco proporcionarle la corriente eléctrica que le es imprescindible para poder ejercer las vitales funciones electrobioquímicas que son primordiales para nuestro organismo. Empecemos por la hipófisis.

La hipófisis se conecta con el hipotálamo a través del tallo hipotalámico (infundíbulo) (Fig. 1). El parasimpático sacro llega a estas dos importantes glándulas incretoras con un potencial eléctrico cada vez más débil. Como consecuencia de ello, la actividad electrobioquímica va desapareciendo lenta y progresivamente, hasta producirse inevitablemente la muerte.

La central vegetativa se relaciona con el córtex (cerebro) por intermedio del tálamo. Éste ya no puede proporcionarle al cerebro los normales potenciales eléctricos; las áreas motoras del cerebro pierden su habitual actividad electroquímica, y el hipocampo (punto final del circuito eléctrico referenciado) deja también de ejercer su imprescindible actividad bioquímica. Del hipocampo salen fibras que dan lugar a un sistema conocido como fórnix (forma de arco), que se conecta con el hipocampo del otro hemisferio y especialmente con los tubérculos mamilares y los núcleos habenulares (1). Es un componente funcional muy importante del sistema límbico (1).

En el hipocampo, al igual que en las áreas motoras del cerebro, se produce una fatal perturbación bioquímica al faltarles la necesaria aportación eléctrica. En estas circunstancias, el área motora 4 de Brodman, el área motora parapidamidal, las áreas extrapiramidales y el área motora extrapiramidal de las fibras temporopónticas (fascículo de Turck-Meynert) no pueden ya aportar al hipocampo su habitual y muy imprescindible aportación eléctrica.

Este es el recorrido eléctrico que se produce desde el parasimpático sacro hasta la central vegetativa, y por extensión a través del tálamo repercute también en todo el cerebro. Y, al faltar los potenciales eléctricos por las circunstancias neuroanatómicas y la patología neurofisiológica que hemos descrito, es comprensible que se produzca tan terrible y temible mal. Por lo tanto, se puede concebir que el diencéfalo (hipotálamo y tálamo) represente la central vegetativa relacionada con el córtex por intermedio del tálamo, con el tronco encefálico y los elementos neuroendocrinos (neurohipófisis y glándula pineal) (1).

En la enfermedad de Alzheimer tienen una vital importancia el sistema nervioso y el endocrino. Al faltar la electricidad a la hipófisis (1,3), su actividad queda paralizada, y por tanto dejan de actuar un gran número de hormonas. Quedan afectadas las hormonas de la hipófisis posterior, que tienen una función antidiurética. Son sintetizadas en las células neuronales de los núcleos hipotalámicos (3) y se almacenan en las terminaciones de las células nerviosas de la neurohipófisis (3). Pero al quedar paralizada su actividad neuroendocrina por falta de electricidad, sus efectos se hacen sentir rápidamente en el sistema urinario. La hormona antidiurética (ADH), que es secretada por el núcleo supraóptico del hipotálamo (3), es almacenada en la hipófisis posterior (3) y liberada según la necesidad por los impulsores (osmos) receptores de dicho núcleo (3). Tienen un efecto específico sobre las células epiteliales de la porción distal del túbulo urinario (3).

Como vemos, todo cuanto acontece en el sistema nervioso repercute en el sistema hormonal y viceversa. En el Alzheimer, al quedar suprimida la corriente eléctrica, los procesos hormonales quedan paralizados, como acabamos de exponer. Al desaparecer la electricidad en el parasimpático sacro, es lógico que queden afectados la hipófisis y el tálamo, que es la parte más alta de los centros vegetativos. Sus efectos son fulminantes. Su grave repercusión se extiende ampliamente por todo el organismo.

Hemos tratado de demostrar por qué y cómo se produce tan cruel cuadro clínico valiéndonos sólo de la investigación clínica. Ésta adquiriría un diagnóstico definitivo amparándonos en la investigación de laboratorio. Una prueba definitiva y concluyente sería recurrir a la técnica de patch-clamp aplicada al parasimpático sacro (pelviano). Mediante esta prueba se podría demostrar el voltaje celular.

Otra prueba sería efectuar un estudio electrofisiológico sobre el parasimpático sacro para conocer la velocidad de la conducción. El Profesor, Dr. Puerta Fonolla (5) describe cuatro grupos sobre la velocidad de conducción de las fibras del sistema periférico. En el grupo III dice: “Las fibras de este grupo tienen un diámetro de 2 a 5 µm que conducen a una velocidad comprendida entre 5 y 30 metros por segundo”. A este grupo pertenecen las fibras preganglionares y los aferentes de los termo-receptores, nocirreceptores y mecano-receptores.

Estas dos pruebas (voltaje y velocidad eléctrica) nos demostrarían si estamos o no en el camino de la verdad.

Comentario

Con relación a la enfermedad de Alzheimer, la editorial científica PortalesMédicos.com nos ha publicado tres trabajos titulados “Alzheimer. Etiopatogenia”, “Alzheimer y Cáncer” y “Alzheimer. Nuevas aportaciones”. Nunca hemos olvidado la complejidad y las múltiples dificultades que acumula dicha enfermedad.

Siguiendo nuestra misma ruta investigadora, creemos aportar un nuevo perfil, matizándolo de la mejor forma que nos ha sido posible. Nos inquietaba nuestra inconformidad sobre los trabajos que hemos dado a conocer. Era necesario, imprescindible, matizar con mayor precisión, ajustándonos siempre al estudio de la neuroanatomía y neurofisiología con repercusión en la enfermedad de Alzheimer.

Mucho se ha escrito sobre la hormona ACh (acetilcolina). Pues bien: Desde los trabajos de Machmansohn (3) se sabe que “la formación de la ACh (acetilcolina) es un proceso intracelular íntimamente ligado al impulso nervioso”. Aquí, como vemos, empieza a establecerse la “cadena neuroquímica” de las que nos ocuparemos en este comentario. Pero creemos necesario inicial el estudio con las partes orgánicas que intervienen en dicha enfermedad. Empecemos con la hipófisis y el hipotálamo. Y lo haremos de una forma somera y concisa.

Hipófisis

La hipófisis está conectada al hipotálamo con el que forma un complejo anatómico y funcional (1). Ambas partes orgánicas tienen funciones diferentes, pero muy relacionadas entre sí. Veamos: La adenohipófisis comanda la actividad de otras glándulas endocrinas, como la glándula tiroidea y las glándulas genitales masculinas y femeninas, etcétera. La neurohipófisis comanda también la secreción urinaria. Vemos aquí cómo en dicha enfermedad queda afectada la vía urinaria. Al no recibir la hipófisis electricidad, cesa su actividad química, y al no existir la corriente eléctrica no puede actuar tampoco la acetilcolina, que normalmente suele tener una acción excitante, y que acompaña siempre al sistema nervioso.

Hipotálamo

El hipotálamo está constituido por un conjunto de núcleos del que nos hemos ocupado ampliamente en este estudio.

Los centros hipotalámicos tienen una especial repercusión en el Alzheimer. Se puede concebir, por lo tanto, que el diencéfalo vegetativo representa la central vegetativa relacionada con el córtex por intermedio del tálamo, con el tronco encefálico (protuberancia anular, puente de Varolio y bulbo raquídeo), los elementos endocrinos y el cuerpo pineal (epífisis) (Figuras 2 y 3).

Como podrá apreciarse, existe una correlación de efectos entre el sistema nervioso central (SNC) y el neurovegetativo. Ello significa que “el sistema nervioso vegetativo no debe llamarse autónomo, que como se ve, su autonomía no existe” (1).

Esta evidente realidad neuroanatómica y funcional nos proporciona una nueva visión que nos invita a creer que la etiopatogenia del Alzheimer radica en una conexión existente entre los órganos genitales y el parasimpático sacro con el encéfalo y más concretamente con la hipófisis y el hipotálamo.

El hipotálamo está constituido por numerosos centros denominados infundíbulotuberinos, y a través de sus núcleos laterales se conecta con un “polvo” de células vegetativas (motoras) (1). Con lo que se demuestra la relación o conexión que existe entre el sistema nervioso central (SNC) y el neurovegetativo.

Y siguiendo con este planteamiento, a continuación vamos a exponer un breve comentario neurofisiológico sobre el hipocampo, que constituye otro importante punto muy a tener en cuenta en la enfermedad de Alzheimer.

El hipocampo es una eminencia que se extiende desde el agujero intraventricular hasta el extremo anterior del asta inferior del ventrículo lateral (1). De las células del hipocampo salen fibras que dan lugar a un sistema conocido como fórnix, que se conecta con el hipocampo del otro hemisferio (1).

Hemos hecho esta breve descripción anatómica para demostrar la relación que tiene el hipocampo con la patología producida en los centros vegetativos del sistema nervioso central (SNC).

El hipocampo es un componente funcional importante del sistema límbico, que debe su actividad a la energía eléctrica que le proporcionan las áreas motoras del cerebro, especialmente del área motora 4 de Brodman. Pero estas áreas motoras, al no recibir los impulsos eléctricos procedentes de la central vegetativa a través del tálamo, el hipocampo no puede ejercer sus importantes funciones por falta de electricidad.


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