Impacto social de la Ciencia. Un conocimiento pertinente en la formacion cientifica del medico
Autor: MSc. Eduardo de Jesús Pomares Bory | Publicado:  24/05/2012 | Formacion en Ciencias de la Salud , Articulos | |
Impacto social de la Ciencia. Un conocimiento pertinente en la formacion cientifica del medico .2

La explicación socio-ambiental de los problemas de salud, obliga a que la formación de los estudiantes capacite para al procesamiento de información general procedente de diversas fuentes del saber, imperativo para comprender la esencia del fenómeno sobre el que debe intervenir. De esta forma, la educación tradicionalista, abocada hacia el conocimiento establecido y divorciada de las interrogantes inherentes a su sentido respecto a las circunstancias objetivas que determinan el ser humano y su entorno, se convierte en una traba para una educación acorde a las necesidades sociales.

Las progresivas transformaciones curriculares que se han venido produciendo en la Educación Superior en Ciencias de la Salud persiguen aproximarse a las posiciones pedagógicas de avanzada, con lo que se busca una formación integral de la personalidad, en la que el conocimiento científico-técnico se enriquece con el valor humanista asignado a la profesión.

Los cambios curriculares constituirían letra muerta si, conjuntamente con su introducción paulatina no se promueve un cambio encaminado a crear situaciones de aprendizaje que viabilicen la integración de conocimientos, de manera que se adquiera una concepción dialéctica de la vida humana.

Estar a la mira de la activación sistémica del pensamiento es un imperativo durante la formación profesional, cuando se pretende impulsar el desarrollo social sostenible en las circunstancias actuales.

Esta imagen queda explícita en la idea expresada por Balderas [20] al señalar: “el objetivo principal de la sociedad del conocimiento es pues, enfrentar las situaciones complejas del mundo para poder guiar a la sociedad a una forma más justa y más humana, en la que se integren información, tecnología, tiempo y humanidad, y en el que desde luego, el hombre siga siendo el dominante y no un mero reflejo digital”.

Es preciso recalcar que, si bien la información es portadora de conocimientos, su simple posesión no capacita para que, de una manera fundamentada, se tomen decisiones sensatas con vista a afrontar los problemas. Esto último debe derivar de la búsqueda de una sustentación teórico-metodológica que contemple soluciones socialmente responsables. No puede olvidarse que, el reconocimiento de la ciencia y tecnología como indicativos de progreso, debería estar modulado por la valoración crítica de su impacto socio-ambiental.

En conformidad con esta idea, el pensamiento sistémico se puede catalogar como una herramienta de trabajo indispensable para un desempeño profesional orientado por el camino del desarrollo social sostenible. Es por tanto un imperativo que la educación asegure que los estudiantes adquieran gradualmente esta cualidad como un rasgo distintivo de su personalidad.

La intervención educativa realizada a través de la orientación del aprendizaje, descartada ya la simple función informativa, debe entonces establecer situaciones cognitivas en las que profesores y estudiantes se vean obligados a develar la esencia práctica existente en el entramado de información objeto de estudio, haciéndose énfasis en el valor humano que adquiere el conocimiento construido a partir de su posible impacto. Asumir la responsabilidad de participar en la formación integral del capital social en las Ciencias de la Salud tiene que estar aparejado con el reconocimiento de la necesaria ampliación de las fuentes de información para la construcción de conocimientos globales, hecho que obliga a diseñar estrategias metodológicas que contribuyan al desarrollo de un modo de pensar sistémico, apoyando la consolidación de competencias profesionales sustentadas en principios científico-tecnológicos con un fuerte significado socio-humanista.

El dueto ciencia-tecnología no necesariamente condiciona la verdad y el progreso, siendo sus consecuencias una unidad de estudio para poder llegar a esta evidencia.

Al clasificarse la didáctica como tecnología procedente de la aplicación práctica de la pedagogía, es preciso precisar cómo puede tener una verdadera participación en el perfeccionamiento educativo, a partir del tributo que aporte a la formación de profesionales socialmente comprometidos, siendo una obligación para ello, la combinación de la aptitud-actitud en la reflexión de los problemas a los que enfrenta. Respaldar el desarrollo de un pensamiento sistémico durante el proceso de aprendizaje establece que el conocimiento global, apreciado como unidad, exige el análisis de las interacciones e interdependencias que se crean entre las diferentes fuentes de información que confluyen en el objeto de estudio.

Instrucción y educación son dos conceptos que, aunque íntimamente relacionados entre sí, difieren en cuanto a la profundidad de su alcance. La instrucción capacita para llevar a cabo actividades específicas -saber y saber hacer-.

Por su parte, la educación se propone actuar más allá, sobre las actitudes en relación con las actividades a realizar -querer hacer-. El contexto socio-histórico presente exige la introducción de cambios pedagógicos que permitan pasar de una educación universitaria centrada básicamente en el conocimiento científico a otra que propicie la formación integral de los educandos, lo que trae aparejada una nueva visión metodológica en función de los objetivos a lograrse en la formación profesional [21].

La Educación Superior en el siglo XXI tiene el reclamo de responder, de manera contextualizada, al cuestionamiento sobre la relación que se establece entre los conocimientos científicos curriculares asimilados por los futuros profesionales y la forma en que éstos se manifiestan a partir de sus maneras de pensar y actuar [22].

La formación cívica cobra cada día más importancia como parámetro indicativo de eficacia educativa. Un aspecto importante a considerarse en este sentido es que la motivación de los estudiantes por el estudio de los contenidos objeto del aprendizaje debe sustentarse en la necesidad sentida de capacitarse para poder hacer un razonamiento censor de aquellos aspectos sociales negativos vinculados a la ciencia y la tecnología dentro de su futura esfera laboral [23].

Desde un posicionamiento histórico cultural en pedagogía, se reconoce el desarrollo personal a partir de la interacción que se establece entre la individualidad bio-psico-social y el grupo en que se inserta el educando, dentro de las condiciones determinadas por el entorno en que se desenvuelve. Es en esta influencia recíproca, contextualmente condicionada, el ser humano se educa a sí mismo, es decir asume su representación de la cultura, como consecuencia de las vivencias sentidas como derivación de la conjugación cognitiva-afectiva que se desprende en el abordaje de su realidad [24]. La educación científica de los futuros profesionales de la Salud exige ir más allá de los conocimientos teóricos y prácticos derivados de la ciencia. Su abordaje obliga a examinar el análisis crítico de su influencia dentro en las acciones promotoras de un desarrollo social, con carácter humano y sustentable.

Partiendo de la perspectiva pedagógica expuesta, se puede asumir que las vivencias cobran importancia como parámetros para la determinación de la zona de desarrollo próximo sobre la cual se debe trabajar con vista a asumir una intervención educativa con enfoque humanista. De esta forma, la educación humanista -atenta a la formación de valores- precisa tomar en cuenta la creación de condiciones de aprendizaje que conlleven a la reflexión crítica de los contenidos, sin pasar por alto las implicaciones sociales que pueden derivar de la ciencia y la tecnología.

Es importante destacar el valor educativo de la reflexión crítica, lo cual queda expuesto en el razonamiento de González-Rey [25] al expresar el valor de la subjetividad como expresión de la acción individual dentro del sistema en que se inserta. En concordancia con este razonamiento Fariñas [26] ha expuesto que el sentimiento individual de quien aprende es una parte integrante del proceso de desarrollo personal.

Un asunto de preocupación actual en relación con las perspectivas del desarrollo científico tecnológico lo constituye la visión ética y humanista de esta forma específica de actividad social, ofreciendo así un recurso que propicie la interacción de los estudiantes con la realidad objetiva en torno a la cual se forman como futuros profesionales de la salud, dándose así la posibilidad de el desarrollo de una vivencia concerniente a su educación. La planificación de tareas docentes que propicien el análisis crítico de los estudiantes respecto a publicaciones que discutan sobre el impacto social de la ciencia y la tecnología puede constituir un medio de fomentar las vivencias asociadas al aprendizaje de conocimientos científicos contextualizados y, por tanto, desde una perspectiva humanista. Una educación con este enfoque precisa tomar en cuenta la creación de condiciones de aprendizaje que conlleven a la reflexión crítica de los conocimientos científicos, sin pasar por alto las implicaciones sociales que pueden derivar de su utilización.

CONCLUSIONES.

El análisis crítico del impacto social de los conocimientos científicos vinculados a los contenidos temáticos de los programas curricularmente establecidos, puede ser utilizado para desarrollar el pensamiento sistémico de los estudiantes, contribuyendo a crear un razonamiento científico socialmente responsable. De esta forma se puede instituir, de forma explícita y concreta, una vía para la intervención educativa que, desde esta área curricular, contribuya a la formación cívica de los estudiantes de la Carrera de Medicina.


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