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Dimorfismo Cerebral en Humanos. Áreas Relacionadas con la Conducta Sexual

Dimorfismo Cerebral en Humanos. Áreas Relacionadas con la Conducta Sexual

Durante el periodo prenatal las hormonas sexuales organizan la estructura de nuestros cuerpos y nos asignan un sexo, varón o mujer [1]. Una vez desarrolladas las gónadas, se desencadena una serie de eventos que determinan el género del individuo, dirigidos por las hormonas,…

Juan Manuel Cerpa-Garrido (1), Francisco José Gómez-Cruzado (1), Teresa Llamas-Rodríguez (1)

(¹) Licenciado en Psicología

Resumen: Se presenta una revisión sobre áreas y estructuras dimórficas en el cerebro humano posiblemente relacionadas con la conducta sexual. Se definen y explican la funcionalidad de dichas áreas y los resultados hallados en los diferentes estudios realizados.

Palabras clave: Dimorfismo cerebral, hipotálamo, área preóptica, núcleo ventromedial del hipotálamo, núcleo supraquiasmático.

AbstracT: A revision about dimorphic areas and structures in the human brain possibly related with the sexual behaviour is presented. The functionality of these areas and the results obtained in different studies are defined and explained.

Keywords: Sexual dimorphism, hypothalamus, preoptic area, ventromedial nucleus of the hypothalamus, suprachasmatic nucleus.

Introducción:

Durante el periodo prenatal las hormonas sexuales organizan la estructura de nuestros cuerpos y nos asignan un sexo, varón o mujer [1]. Una vez desarrolladas las gónadas, se desencadena una serie de eventos que determinan el género del individuo, dirigidos por las hormonas, que afectan al desarrollo sexual de dos maneras: durante el desarrollo prenatal, con efectos organizacionales, que influyen en el desarrollo de los órganos sexuales y el cerebro de una persona de manera permanente. El segundo papel de las hormonas sexuales es el efecto activacional [2].

En las primeras etapas del desarrollo prenatal, los órganos sexuales internos son bisexuales, todos los embriones contienen los precursores de los órganos sexuales masculinos y femeninos. Durante el tercer mes de gestación se desarrolla sólo uno de éstos precursores, el otro se desvanece. El precursor de los órganos sexuales femeninos internos (que se desarrolla en las fimbrias, las trompas de Falopio, el útero y los dos tercios internos de la vagina) se conoce como sistema de Müller. El precursor de los órganos sexuales masculinos internos (que se desarrolla en el epidídimo, vasos deferentes, vesículas seminales y próstata), se conoce como sistema de Wolff. El género de los órganos sexuales internos de un feto se determina por la presencia o ausencia de las hormonas segregadas por los testículos, que segregan dos tipos de hormonas: una péptica llamada hormona inhibitoria del sistema de Müller, que impide que éste se desarrolle; y esteroides llamados andrógenos (particularmente testosterona y dehidrotestoterona), que estimula el desarrollo del sistema de Wolff [2]. De igual modo, la androgenización prenatal afecta al desarrollo del cerebro humano, provocando el dimorfismo en diferentes regiones cerebrales, que dará origen a divergencias comportamentales en multitud de aspectos.

Posteriormente en la pubertad las hormonas sexuales vuelven a tener un papel esencial mediando la aparición de características secundarias asociadas al sexo y proveyéndonos con la capacidad de reproducción [1].

“Dimorfismo sexual” se refiere principalmente a diferencias en el tamaño del núcleo cerebral o circuito bajo estudio [1]. Estas diferencias en tamaño pueden deberse a diferencias en el volumen o área que el núcleo ocupe o a diferencias en el número de células (densidad) del núcleo. La mayoría de las regiones del cerebro sexualmente dimórficas pertenecen al sistema límbico [3], también conocido como el “cerebro primitivo”, puesto que emerge desde muy temprano en la escala evolutiva [1]. No es sorprendente que la mayoría de los circuitos dimórficos del cerebro sean parte o estén íntimamente relacionados con el hipotálamo, que entre otras funciones regula las hormonas y representa una interfase anatómica y funcional entre el sistema nervioso y el sistema endocrino. El hipotálamo es conocido como el centro ejecutivo de funciones homeostáticas del cuerpo, en adición al control de hormonas, regula patrones de hambre, sed, sueño, temperatura del cuerpo y conducta sexual. El hipotálamo puede subdividirse en 4 regiones y en más de 25 núcleos de acuerdo a criterios anatómicos y funcionales [1].

A continuación se describirán los siguientes núcleos dimórficos: el área preóptica, el núcleo ventromedial, el núcleo supraquiasmático, la amígdala y la stria terminalis.

1. Área Preóptica (APO): Fue el primero en describirse como sexualmente dimórfico y continúa siendo uno de los ejemplos más claros de dimorfismo tanto en animales de laboratorio como en humanos [4, 5]. Se sitúa rostral con respecto al hipotálamo, es la región del prosencéfalo más importante para la conducta sexual masculina. La estimulación eléctrica de esta región provoca una conducta copulativa masculina [6]. El nombre de la región varía dependiendo de la especie.

En ratas, el área se le conoce como la porción medial del área preóptica y en humanos como el núcleo intersticial del hipotálamo anterior-1 [7]. Se ha descrito del núcleo intersticial del hipotálamo anterior-2 hasta el 4 como regiones dimórficas. LeVay [8] confirmó dimorfismo sexual en el núcleo intersticial del hipotálamo anterior-3 con relación a la preferencia sexual, siendo mayor en hombres heterosexuales comparado con hombres homosexuales y mujeres [8]; se debate la validez de estos resultados ya que algunas muestras de tejidos nerviosos provinieron de pacientes con SIDA, no estando igualmente representados el número de éstos en los diferentes grupos experimentales.

En el caso del núcleo intersticial del hipotálamo anterior-1 se ha determinado que en los hombres existen dos veces más células que en las mujeres, comprobándose que el número de células es igual al nacer en ambos sexos y que dicho número aumenta exponencialmente hasta los 4-5 años de edad [1]. La cantidad de células permanece constante hasta la pubertad, pero en el caso de las niñas un gran porcentaje de dichas células mueren [9]. En experimento con ratas se ha comprobado que si se destruye el área preóptica los machos no expresan conducta sexual en presencia de una hembra receptiva [10, 11, 12]. En las hembras el área preóptica es considerado como un circuito inhibidor de receptividad sexual [13]. En macacos machos el área preóptica está asociada con la iniciación del acto sexual, erección del pene y el periodo refractario después del acto sexual; en hembras está asociado con la iniciación del acto sexual [14].

2. Núcleo Ventromedial del hipotálamo (NVH): Es un facilitador de conducta sexual en las hembras [15, 16]. El caso del dimorfismo sexual del núcleo ventromedial del hipotálamo es interesante porque no se debe a diferencias en tamaño o densidad del núcleo sino a la complejidad estructural de las neuronas, siendo la densidad sináptica mayor en machos que en hembras [17]. El dimorfismo del núcleo ventromedial del hipotálamo está controlado por las hormonas sexuales y en las hembras es regulado a lo largo de los ciclos hormonales. En el caso de primates hembras, la actividad neurofisiológica del núcleo ventromedial del hipotálamo está sincronizada con el acto sexual [14].

3. Núcleo supraquiasmático (NSQ): Regula los ritmos cíclicos o ritmos circadianos del cuerpo, genera y coordina ritmos hormonales, fisiológicos y conductuales con una periodicidad de cerca de 24 horas [18]. El núcleo supraquiasmático es esférico en hombres y oblongado en mujeres [5]. Swaab y Hoffman [19] encontraron que tanto el volumen como el número de neuronas es el doble en el núcleo supraquiasmático de homosexuales en comparación con heterosexuales, teniendo los primeros el doble de neuronas inmunorreactivas a vasopresina en comparación con heterosexuales. En roedores de la pradera se ha demostrado que la vasopresina media conductas asociadas a la reproducción: agresividad, territorialidad, monogamia y conducta paternal: las cuales en machos son aumentadas por la vasopresina [20]. Se ha observado que ratas tratadas con anti-estrógenos expresan conducta “bisexual” temprano en el ciclo nocturno y conducta heterosexual a finales del ciclo nocturno [21]. El dimorfismo del núcleo supraquiasmático se observa entre los 4 y 12 años de edad en humanos [5].

4. Amígdala: La amígdala medial es 85% mayor en volumen en los hombres que en las mujeres. Es considerada como el centro de las emociones y regulador de reacciones de agresividad, miedo y ansiedad. Se ha demostrado que en humanos está asociada con aprendizaje emocional [22] y conducta social. Tanto humanos como monos con el síndrome Klüver- Bucy expresan hipersexualidad, lo cual incluye interés sexual por objetos inanimados, este síndrome está asociado con la pérdida de función de la amígdala [18]. La porción anterior de la amígdala corticomedial aumenta la receptividad en ratas hembras, mientras que la porción posterior del núcleo lateral reduce la receptividad.

5. Stria Terminalis (ST): Es la conexión eferente principal de la amígdala. La stria terminalis es un tracto y se puede dividir en varias regiones [23].

La porción base de la stria terminalis es 97% más grande en volumen en machos que en hembras [24]; en ratas la lesión de dicha zona altera la secuencia de copulación en machos ya que aumentan la cantidad de penetraciones antes de lograr la eyaculación y en casos severos no logran la eyaculación, a pesar que otros aspectos del repertorio sexual aparecen inalterados [25]. Zhou y colaboradores [26] encontraron la porción base de la stria terminalis típicas de mujeres en transexuales que cambiaron su sexo de hombre a mujer.

Discusión:

Mediante el análisis fisiológico de las neuronas que forman parte de las regiones sexualmente dimórficas del cerebro, se han hallado algunas diferencias anatómicas, funcionales y estructurales que pueden tener una repercusión en la conducta sexual del individuo (sexo, preferencia sexual, identidad de género). Hemos de aclarar que se parten de modelos hipotéticos en el ser humano, elaborados con datos anatómicos y conductuales, y que los datos experimentales se han realizado con modelos animales y con enfermos de SIDA (que constituye una variable extraña) no siendo una muestra representativa, por lo que no se considera fuente totalmente válida.

Basándonos en los datos que se obtuvieron en los distintos experimentos realizados en animales como ratas o chimpancés, se puede observar como las distintas partes del cerebro nombradas en dichos experimentos, siendo alteradas producen cambios conductuales. El simple hecho de aceptar la idea de que la conducta sexual del ser humano sea debida a diferencias en algunas regiones cerebrales, significaría que dicha conducta sexual vendría determinada desde el nacimiento y no sería aprendida en la infancia como indican otros estudios.

En torno a la homosexualidad, Ward [27] postula que la exposición al estrés del feto en ratas, provoca la liberación de hormonas del estrés y suprime la producción de andrógenos en fetos masculinos, dando lugar a ratas machos (nacidas de hembras estresadas) con menor probabilidad que el grupo control de desplegar una conducta sexual masculina, aumentado por el contrario la probabilidad de aparición de conductas sexuales femeninas al aplicárseles inyecciones de estradiol y progesterona. Posteriormente otros estudios mostraron que la exposición prenatal al estrés provocaba una reducción del tamaño del área preóptica (por lo general mayor en hombres que en mujeres), que según Anderson y cols. [28] es menor en hombres homosexuales. A pesar de estos datos los resultados hallados en ratones, en torno a la exposición al estrés, no son extrapolables a modelos humanos.

Otro factor parece tener relevancia en torno a la orientación sexual se trata de la herencia, dónde Bailey y Pillard [29], mediante estudios con gemelos, hallaron que el nivel de concordancia (ambos gemelos homosexuales) era de 52% en gemelos idénticos y de sólo 22% en gemelos fraternos. Posteriormente [30] hallaron evidencia de que la herencia desempeña también un papel en la homosexualidad femenina hallando tasas de concordancia en gemelas idénticas del 48% y de 16% en fraternas.
Las investigaciones realizadas en animales dieron impulso a una nueva vía de estudios con un camino lleno de hipótesis que podrán ser refutadas o confirmadas en futuros trabajos.

Referencias bibliográficas.

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