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Virus de la gripe A. Prevención y control de infecciones en centros sanitarios

El virus de la gripe A. Prevención y control de infecciones en centros sanitarios

La gripe A/H1N1 es una enfermedad nueva con signos y síntomas similares a la gripe estacional. Desde los primeros casos de muertes por Gripe A, se generaron un conjunto de directrices dirigidas a la prevención en todos los estamentos sociales y organizacionales reflejándose en los centros hospitalarios del sistema sanitario para evitar su propagación.

El virus de la gripe A. Prevención y control de infecciones en centros sanitarios

Autores

  • José Mª Salas Rubio. D.U Enfermería. Experto en Educación Social y para la Salud. Técnico Superior de PRL en las tres especialidades.
  • Miguel Ángel Rodríguez Monge. D.U Enfermería. Distrito Sevilla de Atención Primaria. Servicio Andaluz de Salud. Experto Universitario en Gestión de la Calidad de Centros Sanitarios. U.E Miguel de Cervantes.
  • Mª Carmen Pérez Lobato. D.U Enfermería. Distrito Sevilla de Atención Primaria. Servicio Andaluz de Salud.

Palabras clave: prevención, Gripe A/H1N1, seguridad del paciente, Enfermería.

Resumen

La infección hospitalaria o nosocomial, constituye uno de los más graves problemas de salud pública, dado que sus altos índices de ocurrencia condicionan una elevación de la tasa de morbi-mortalidad y gasto oneroso del coste hospitalario, dificultando así la calidad del cuidar y la evolución del sistema de salud como todo.

El personal de Enfermería constituye el grupo de profesionales sanitarios que mayor contacto tiene con los pacientes. Además son los principales agentes para llevar a cabo los planes institucionales de prevención, manteniendo las medidas de precaución estándar, de contacto y de transmisión respiratoria por gotas. La protección de las mucosas nasofaríngea y conjuntiva y la higiene de manos son los dos elementos claves para el control de la infección y deben ser priorizados.

Introducción

La gripe es una enfermedad infecciosa aguda de las vías respiratorias causada por un virus. Entre sus características más importantes está su elevada capacidad de transmisión de una persona a otra. Se presenta generalmente en invierno y de una forma epidémica, es decir, que cada año nos enfrentamos a una temporada en la que puede producirse una gran actividad y circulación del virus de la gripe (predominantemente en los meses de noviembre a marzo).

La gripe es un importante problema de salud, tanto por la mortalidad que puede provocar directa o indirectamente, como por las complicaciones que puede ocasionar y los costes económicos y sociales que origina. La proporción de población afectada durante las epidemias anuales oscila entre el 5 y 15% en poblaciones grandes, y es superior al 50% en grupos de población cerrados como internados escolares o asilos.

El virus causante de la gripe tiene una elevada capacidad de sufrir variaciones en sus antígenos de superficie (proteínas que tienen especial relevancia en la capacidad de infección del virus y frente a las que los seres humanos producimos anticuerpos que nos protegen). Estas variaciones implican la aparición de nuevos virus gripales, frente a los que el ser humano no tiene protección. Actualmente existen vacunas antigripales con una alta efectividad y seguridad para controlar la gripe, pero debido a esta alta capacidad de los virus gripales de variar año tras año la vacuna debe actualizarse cada nueva temporada y administrarse anualmente.

La gripe A/H1N1 es una enfermedad nueva con signos y síntomas similares a la gripe estacional. El 11 de Junio de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó el nivel de alerta de la enfermedad a la fase 6, declarando la dispersión de dicha gripe a todos los continentes. Desde los organismos competentes (La OMS, el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas) han elaborado planes de atención a la pandemia.

La infección hospitalaria o nosocomial, constituye uno de los más graves problemas de salud pública, dado que sus altos índices de ocurrencia condicionan una elevación de la tasa de morbi-mortalidad y gasto oneroso del coste hospitalario, dificultando así la calidad del cuidar y la evolución del sistema de salud como todo.

Observaciones del ambiente hospitalario reafirman la no uniformidad de conductas y rutinas referentes a su realización, y que a pesar de todas las evidencias y comprobaciones de la importancia a la adhesión a esta medida, las manos de los profesionales de salud aún se constituyen como el mayor vínculo de diseminación de las infecciones hospitalarias.

El personal de Enfermería constituye el grupo de profesionales sanitarios que mayor contacto tiene con los pacientes. Siendo la correcta higiene de manos la primera y más efectiva de las intervenciones en materia de prevención.  La adopción de esta práctica posee importancia en el hecho de que gran porcentual de infecciones nosocomiales pueden ser evitadas, una vez que la mayoría de los microorganismos asociados a la microbiótica transitoria de las manos, o sea, aquella adquirida por el contacto con personas o materiales colonizados o infectados, podrían ser fácilmente eliminados a través de un adecuado lavado, dejando de ser condición básica para su diseminación.

Detección y población de riesgo.

Los síntomas en seres humanos incluyen: aumento de secreción nasal, tos, dolor de garganta, fiebre alta, malestar general, pérdida del apetito, dolor en las articulaciones, vómitos, diarrea y, en casos de mala evolución, desorientación, pérdida de la conciencia y, ocasionalmente, la muerte. La mayoría de los pacientes afectados forman parte de grupos en riesgo como personas extremadamente jóvenes o ancianas, enfermos crónicos y mujeres embarazadas, siendo un gran porcentaje de las muertes producto de complicaciones derivadas como neumonías.

Las personas que tienen un riesgo elevado de sufrir complicaciones debido a la infección por el nuevo virus de la influenza (H1N1) tienen las mismas características que las afectadas por la influenza o gripe estacional. A medida que se disponga de más datos clínicos y epidemiológicos, se podrían revisar estos grupos de riesgo.

  1. Niños menores de 5 años de edad. El riesgo de sufrir complicaciones graves debido a la influenza estacional es más alto en los niños menores de 2 años de edad.
  2. Adultos de 65 años de edad o más.
  3. Personas con las siguientes afecciones:

– Enfermedad pulmonar crónica