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Factores protectores y de riesgo de las lesiones no intencionales en adolescentes de bachillerato

Factores protectores y de riesgo de las lesiones no intencionales en adolescentes de bachillerato

El presente trabajo tiene relevancia al establecer cuáles son los factores protectores y de riesgo de las lesiones no intencionales en adolescentes puesto que representa un problema de salud a nivel mundial, local y son causa importante de sufrimiento para las personas lesionadas, sus familias y la sociedad.

Factores protectores y de riesgo de las lesiones no intencionales en adolescentes de bachillerato

Autor: Dr. Roberto Carlos Coronel Flores.

Doctor en Medicina General y Cirugía. Posgradista de Medicina Familiar y Comunitaria, Estudiante del Postgrado de Medicina Familiar, Área de la Salud Humana. Universidad Nacional De Loja-Ecuador.

Resumen

El problema es aún más grave cuando se tiene en cuenta que pueden constituir la primera causa de muerte en las edades más jóvenes, En el grupo de adolescentes (10 a 19 años), las lesiones no intencionales representan 79% del total de la mortalidad a estas edades, poniendo a consideración que este tema no ha sido estudiado en esta región y mucho menos desde el enfoque de la medicina familiar por lo que se abrirá un espacio de conocimiento y debate, en diferentes ámbitos sociales, culturales, y biológico.

La población estudiada y sus familias serán las principales beneficiadas del presente trabajo debido al carácter holístico de nuestra especialidad la misma que busca fomentar la promoción y la prevención, de enfermedad, dirigido especialmente a este grupo de edad, en forma dialogada y didáctica, como forma de incrementar sus conocimientos y percepción del riesgo sobre estas lesiones y desarrollen su propia responsabilidad como promotores en la prevención, además es necesario que la familia como factor protector apoye al crecimiento y la maduración del adolescente, que confirme su proceso de individualización y que sea capaz de resolver los conflictos a través de un sistema flexible.

Es preciso que la familia comparta las dificultades inherentes al desarrollo del adolescente y pueda guiarlo, aconsejarlo y colaborar con él en la búsqueda de soluciones apropiadas y adopción de conductas no riesgosas.

Palabras clave: adolescentes, lesiones no intencionales, factores de riesgo, familia.

Introducción

Actualmente, y a nivel mundial, uno de los principales problemas de salud son las lesiones no intencionales (comúnmente conocidas como accidentes), que como fenómeno social ocurrieron desde la aparición del ser humano en la tierra: primero, en la lucha frente a la naturaleza; posteriormente, en los procesos relacionados con la aparición de pueblos y ciudades.

El ser humano está expuesto a riesgos desde que es concebido y nace, etapa en la que depende del cuidado de los adultos que lo rodean. Más tarde y gradualmente, con el crecimiento y desarrollo fisiológicos, debe ir adquiriendo la experiencia necesaria para enfrentar estos riesgos por sí mismo. Es de destacar que a pesar de que estas lesiones están extendidas por todo el mundo, no han sido estudiadas suficientemente en su evolución histórica. Se puede decir que en el contexto europeo y cristiano, los eventos inesperados en la vida de una persona fueron interpretados originalmente como signos de la voluntad de Dios, acompañados del fatalismo de creer que las lesiones no eran prevenibles, ya que existía un gran designio de eventos que ocurrirían aunque se trataran de evitar. Este fatalismo resultaba un error, pues lo que se consideraba como un accidente no era algo que no pudiera ser previsto, sino algo que no había sido previsto. Con el tiempo, estos acontecimientos adquirieron una dimensión marcadamente social y se les consideró como algo natural, de tal forma que constituían riesgos a los que se estaba expuesto por el solo hecho de vivir y trabajar.

En un análisis de su evolución en Inglaterra, se encuentra que estos eventos eran considerados como algo ocurrido al azar, de rutina y raramente resultaban de preocupación pública, excepto cuando, debido a la envergadura de un desastre, se requería de la acción colectiva. Solo fueron legitimados en el siglo XIX, a la par que el desarrollo industrial. Se ha planteado que hacia 1846, de acuerdo con registros de la época, en Inglaterra las muertes violentas por esta causa eran dos veces más frecuentes que en otros países de Europa (por lo que se tomará este país como ejemplo en su evolución histórica) y solo debido a su gravedad, algunos tipos de estas lesiones llamaban la atención pública, tales como los ocurridos a niños que trabajaban en minas y fábricas.

Entre 1870 y 1880, la situación varió y surgió una amplia conciencia sobre estas lesiones junto con el interés general por su prevención. Eventos ocurridos en calles y ferrocarriles, en particular, resultaron incluso de interés periodístico, se le concedió prioridad a la atención de primeros auxilios, que incluyeron manuales y publicaciones sobre este tema para ampliar los conocimientos, y surgieron hospitales destinados específicamente a los lesionados. Debido a este gran movimiento social y al interés público en torno a ello, se planteó que “el momento de los accidentes” había llegado. Como todo evento de la historia, hubo un amplio espectro de intereses y fuerzas en torno a ello.

Desde hace 60 años, la prevención de lesiones está considerada ámbito de la investigación académica y del conocimiento científico. Los límites disciplinarios y la misión filosófica que define nuestro campo hoy en día difieren de los de hace una década y sugieren lo que podría ser dentro de diez años. El proceso de concepción de las lesiones no intencionales no como un asunto individual, sino como un problema de salud pública prevenible ha sido prolongado y ha ganado credibilidad progresivamente durante los últimos años en el mundo, con soluciones efectivas para reducir la magnitud y gravedad de las lesiones en los diferentes ámbitos: tránsito, doméstico, lugares públicos, centros laborales e instituciones educacionales.

La adolescencia es reconocida cada vez más como una etapa fundamental del curso de la vida. A las transformaciones de orden físico, psicológico, cognitivo y emocional, que trae consigo se suman las relacionadas con las formas de socialización. Adquiere mayor relevancia el grupo de pares, como espacio para expresar e intercambiar conocimientos, ideas, experiencias, placer. Se necesita de manera creciente independencia y aceptación, pero también referentes y respaldo adultos, tanto a nivel familiar, como escolar y comunitario.

Cada adolescente vive su camino hacia la adultez con más o menos angustia, mejor o peor desenlace, en dependencia de múltiples factores individuales y sociales pero, sobre todo, de la capacidad de los adultos que tienen incidencia en su vida (padres, profesores y otros) para entender que la confrontación con lo sabido y lo aprendido, la búsqueda de verdades propias y la exploración de mundo, entre otros aspectos, son inherentes a la adolescencia normal, indispensables para consolidar su identidad y que puedan hacer las mejores elecciones para su vida en todos los