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Factores familiares y su relación con factores de riesgo modificables para hipertensión arterial

Factores familiares y su relación con factores de riesgo modificables para hipertensión arterial

La salud familiar constituye una preocupación para todos quienes trabajan con la familia. La salud de la familia está ligada al funcionamiento efectivo de la misma, la dinámica interna y el cumplimiento de funciones para el desarrollo de los integrantes. La relación entre la salud individual y la salud familiar se considera que es de doble vía, es decir, que la influencia es recíproca.

Factores familiares y su relación con factores de riesgo modificables para hipertensión arterial

Autores: 1 Md. Jorge Luis Poma Minga, 2 Dr. Roberto de Jesús Reyes Rosabal, 3 Md. Flor Geovanna Aguilar Mendieta.

1 Médico general, posgradista de medicina familiar y comunitaria de la universidad nacional de Loja.

2 Doctor en medicina, especialista de primer grado en medicina general integral, tutor del posgrado de medicina familiar y comunitaria de la universidad nacional de Loja.

3 Médico general, posgradista de medicina familiar y comunitaria de la universidad nacional de Loja.

Resumen

La salud individual se desarrolla en el contexto de una familia con la formación de hábitos, estilos de vida, sistemas de valores, normas, actitudes y comportamientos hacia la salud. La familia que no puede afrontar sus crisis puede originar en uno o varios miembros un estado de desequilibrio o enfermedad. La obesidad, edad, sexo, estrés entre otros han sido identificados como los principales factores de riesgo para hipertensión arterial, los cambios en los estilos de vida pueden contribuir a disminuir los niveles de presión arterial.

Palabras clave: factores familiares, factores de riesgo, hipertensión arterial.

Introducción

La hipertensión arterial es un proceso de gran prevalencia en todos los países tanto desarrollados como no y que afecta a casi el 40 % de los adultos, constituye la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo a través de sus complicaciones cardiovasculares. En la génesis de esta elevada prevalencia e incidencia múltiples autores señalan al cambio en el estilo de vida como generador al menos parcial de esta evolución tan negativa (Ordúñez, Pérez, & Hospedales, 2010).

El estilo de vida no solo influye en la aparición y desarrollo de la HTA sino también en el control de la misma (Roca & Coll, 2010).

Los problemas de salud familiar ejercen su influencia sobre la salud individual, determinándola a través de las prácticas saludables o patógenas seguidas por el grupo familiar. Un modo de vida familiar saludable promueve la salud de los miembros, mientras que un modo de vida familiar no saludable puede llegar a enfermar a los integrantes de la familia (González, 2000).

Desarrollo

La salud familiar constituye una preocupación para todos quienes trabajan con la familia. Ortiz (citado por González, 2000) define la salud familiar como la salud del conjunto de los miembros en términos de funcionamiento efectivo de la misma, en la dinámica interna, el cumplimiento de funciones para el desarrollo de los integrantes, la capacidad de enfrentar los cambios del medio social y del propio grupo, propiciando el crecimiento y desarrollo según las exigencias de cada etapa de la vida.

La relación entre la salud individual y la salud familiar se considera que es de doble vía, es decir, que la influencia es recíproca. La salud individual se desarrolla en el contexto de una familia con la formación de hábitos, estilos de vida, sistemas de valores, normas, actitudes y comportamientos hacia la salud (González, 2000).

El paso de una etapa a otra del ciclo vital familiar supone crisis y a este tipo de crisis se les ha denominado crisis normativas del desarrollo o transitorias y las derivadas de acontecimientos accidentales se les ha denominado paranormativas accidentales o no transitorias, cabe señalar que no toda familia en crisis es una familia disfuncional y que  las crisis sobrellevadas de manera adecuada suponen conquistas y son motores impulsores de cambio (J. Rodríguez, López, Tamayo, & Rodríguez, 2015).

La familia que no puede afrontar sus crisis y usa mecanismos patológicos de interacción intra y extra familiar puede originar en uno o varios miembros un estado de desequilibrio o enfermedad (Álvarez-Sintes, 2008).

Se define como riesgo a la probabilidad de enfermar o morir de por una determinada afección o accidente; los factores de riesgo son el conjunto de fenómenos de los cuales depende esta probabilidad, es por esto que en las estrategias de prevención de las enfermedades se debe priorizar la lucha contra los principales factores de riesgo. La obesidad, edad, sexo, estrés entre otros han sido identificados como los principales factores de riesgo para hipertensión arterial  (Álvarez-Sintes, 2008).

En condiciones de obesidad, existe una mayor producción de sustancias oxidantes altamente reactivas lo que establece una condición denominada estrés oxidativo el mismo que contribuye al desarrollo de procesos inflamatorios y daño endotelial mediante tres mecanismos: 1) activación de la cinasa inflamatoria JNK, que a su vez activa al NF-kB, con lo que se potencia el proceso inflamatorio; 2) oxidación, inactivación y disminución de los niveles de Óxido Nítrico; 3) oxidación de las LDL pequeñas y densas, lo que resulta en moléculas LDL oxidadas, potencialmente aterogénicas (Contreras & García, 2011).

Aunque el mecanismo de la asociación entre IMC y PA no se ha establecido, se sabe que la obesidad aumenta tanto la resistencia a la insulina como la hiperinsulinemia, cambios que pueden llevar a un incremento de la termogénesis, mediado simpáticamente para restablecer el balance energético. Este aumento de la actividad simpática estimula al corazón, los vasos sanguíneos y el riñón, contribuyendo a la HTA (Bautista et al., 2002)

El estudio de Gómez Monzón 2006 (citado por Albert, 2012) indica una relación estrecha entre las variables sobrepeso y obesidad con la hipertensión arterial, el 33.8% de los pacientes estudiados con sobrepeso y el 66.3% de los pacientes obesos fueron hipertensos. El 62.8% del total de los pacientes con sobrepeso y el 82.8% de los obesos presentaron niveles de tensión arterial clasificados como no óptimos (Albert, 2012).

El estudio de Campos Ismael & et al, indica que la prevalencia de hipertensión arterial fue 1.3 veces más alta en adultos con obesidad (Campos et al., 2013).

Diversos estudios muestran la asociación entre el peso corporal y los niveles de tensión arterial. Por cada aumento de un kg/m2 en el IMC existe un aumento de 0.76 mmHg en la presión sistólica y de 0.69 mmHg en la presión diastólica (Bautista et al., 2002; Contreras & García, 2011; Escribano et al., 2011).

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