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La vivencia del drogodependiente y la relación con su familia

La vivencia del drogodependiente y la relación con su familia

Una adicción a una droga conlleva graves consecuencias para la persona, se produce un deseo incontrolable de tomar la sustancia, haciendo que el individuo no pueda dejar de consumirlo. La sustancia en sí ya es dañina para la salud, no obstante, cuando se produce la adicción se produce una restricción importante de la libertad interior para decidir que comporta mecanismos que interfieren en el funcionamiento normal del individuo en su vida diaria.

La vivencia del drogodependiente y la relación con su familia

Autores: 1 Verónica Lorente Mangas, 2 Estefanía Moreno Ordóñez, 3 Elena Soler Benavente.

(1) Verónica Lorente Mangas. Graduada en Enfermería por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Enfermera en el Hospital Universitario Joan XXIII.

(2) Estefanía Moreno Ordóñez. Graduada en Enfermería por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Enfermera en el Hospital Universitario Joan XXIII.

(3) Elena Soler Benavente. Graduada en Enfermería por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Enfermera en el Hospital Universitario Joan XXIII.

Palabras clave: Dependencia, Desintoxicación, Droga, Rehabilitación, Familia

RESUMEN:

Frente a un problema de consumo abusivo de drogas o dependencia, es importante actuar de forma integral en todos aquellos aspectos que tienen que ver con la vida personal, familiar y social del individuo. El tratamiento de desintoxicación sólo supone una parte del tratamiento, por este motivo los equipos de los centros especializados de atención de las drogodependencias están formados por distintos profesionales que trabajan juntos analizan y intervienen en una parte del problema, Como enfermeros sabemos la importancia que tiene una visión holística, y que no solo trabajamos con los pacientes, sino que trabajamos junto a su familia.

En la siguiente investigación se diferencia el consumo habitual con la adicción a una substancia, se identifica el funcionamiento familiar en estos casos, se habla del estigma social del drogodependiente y por último del tratamiento de la adicción.

INTRODUCCIÓN

El consumo de drogas supone un problema social y sanitario mundial. Las últimas encuestas realizadas por la Generalitat de Catalunya, muestran que en los últimos 10 años ha aumentado el consumo de dichas sustancias, especialmente en los jóvenes y adolescentes. Las más consumidas son el alcohol, tabaco, cannabis y cocaína. Enfermería juega un papel muy importante en cuanto a las drogodependencias tanto en la prevención como en la rehabilitación.

Debido al problema que supone el consumo de estas sustancias dañinas y el incremento de su consumo, queremos conocer cuál es la vivencia de los drogodependientes. Según la OMS, “Las familias y las redes sociales fuertes y capaces de prestar apoyo tienen efectos positivos en la salud de todos los miembros de la familia” (OMS, 2004).

Este grupo es el más cercano de cada individuo, en él no solo se producen toda una serie de aprendizajes fundamentales para el funcionamiento equilibrado y maduro de sus miembros, sino que tiene la capacidad de dar apoyo y seguridad a sus componentes, por lo que resulta un gran apoyo en una situación de enfermedad. En el caso de una drogodependencia, la familia puede transmitir todo lo contrario, convirtiéndose en un elemento que no inspira confianza y en la que cada uno de sus miembros se mantiene alejado del resto, produciéndose un aislamiento.

OBJETIVOS

Después de realizar la revisión bibliográfica, según la información que hemos encontrado en relación a nuestro tema de investigación, nos planteamos los siguientes.

En primer lugar, nuestro objetivo general es: Investigar sobre el funcionamiento familiar en el caso de tener un hijo consumidor de drogas

En segundo lugar, como objetivos específicos:

  • Diferenciar entre consumo habitual y drogodependencia
  • Conocer si existe el estigma social del drogodependiente y cómo influye en el sujeto
  • Describir las fases del tratamiento de la adicción

METODOLOGÍA

Se ha realizado una revisión bibliográfica en diferentes bases de datos de ciencias de la salud como son: Biblioteca Cochrane, Scielo, Pub Med, etc.

Tras la búsqueda se realiza la correspondiente selección y lectura crítica de la evidencia científica encontrada.

RESULTADOS

  1. ¿Qué entendemos por adicción?

Nuestra investigación se centra en personas con una drogodependencia, es decir, que tienen adicción a una droga. Indagando sobre el significado de adicción nos hemos encontrado con distintas definiciones. El concepto más tradicional, enfatiza en la dependencia física como componente principal. Las definiciones más recientes han ampliado el concepto para influir cualquier hábito difícil de frenar. Concretando aún más, la adicción a las drogas o drogadicción es resultante del consumo abusivo de drogas. No obstante podemos confundir el consumo con un fuerte hábito, y esto no implica que exista adicción (Cortés M T, 2002). Así, para considerarlo adicción hay que tener en cuenta dos aspectos.

El primero, la anulación o restricción de la libertad interior para decidir, interfiriendo en el funcionamiento normal del individuo en la vida diaria. El segundo, la alteración nociva en las condiciones de vida para el sujeto consumidor o para otras personas.

A pesar de que el término adicción se aplica a una amplia variedad de comportamientos que tienden a describirse impulsivos o excesivos, entenderemos como adicción aquellas actividades que tienen graves consecuencias para la persona y que restringen la libertad del sujeto para decidir, en este caso tratándose de una drogadicción, es decir, causada por el consumo de una droga, la cual produce un deseo incontrolable y el individuo no puede dejar de consumirlo.

A lo largo del proceso la adicción acaba suponiendo una dificultad o incapacidad para afrontar y autorregular las propias emociones. Además, ya no se busca la sustancia como refuerzo positivo, para estar bien, experimentar sensaciones positivas, sino como refuerzo negativo, para dejar de estar mal. Es en este momento cuando puede afirmarse que la persona está enganchada al comportamiento adictivo.

  1. El estigma psicológico y social del drogodependiente

En primer lugar, definiremos la palabra estigma como una señal de infamia, de deshonra, de bajeza moral. Se estigmatiza a alguien cuando se le quiere infamar, y se hace a través de etiquetas que muestran rechazo a la persona (López Quintero, A.L, 2008). Según un estudio sobre la exclusión social de la drogadicción (Rubio Arribas, Fco.J, 2001), el ser percibido como consumidor de drogas marca muy negativamente la vida tanto social como laboral del individuo, produciéndose una construcción social de referencia bajo el estigma de drogadicto o toxicómano.

La sociedad excluye a unos colectivos de toda participación social y lo hace en el ámbito de las ideologías excluyentes, bajo miles de atributos negativos que justifican su marginación, entendiendo por esto último la decisión social de prescindir de aquellos individuos que se encuentran en los límites o fuera de ellos. Para la sociedad, el drogadicto no existe, ha sido eliminado de los canales sociales e ignorado. Su lugar social es la agregación en territorios diferenciados y “apartados” como son los centros terapéuticos (para superar la adicción y recuperar las habilidades psicosociales) y los centros sanitarios (para curar sus dolencias como la tuberculosis o el Sida).

La relación de la sociedad con estos colectivos está pautada por la discriminación, es decir, por el trato diferenciado y la participación social (cuando se lo permiten) en condiciones desventajosas.

El adicto vive la vida a través de la sustancia y adquiere sin saberlo el rol de drogodependiente, perdiendo su lugar en la sociedad, siendo minusvalorados socialmente. El propio consumo le genera un deterioro del entorno social y laboral con una posible pérdida del empleo, creándose un estilo de vida psicosocial acorde con su nueva situación y su nuevo rol de drogodependiente. De esta forma le resultará imposible plantearse otro proyecto de vida al margen de la sustancia. A esto ha contribuido su creciente baja autoestima, su bajo autocontrol, la carencia de pensamientos críticos hacia la adicción, valores y atributos positivistas e interiorizados alrededor del consumo, que le hacen caer en la marginalidad y en la delincuencia como el vehículo para poder acceder al mercado del consumo. Este es otro motivo de exclusión social, ya que muchas veces, debido a su comportamiento violento, se les teme.

Para lograr la reinserción social, el primer paso es la ruptura con el consumo. La reinserción social es la meta de todos aquellos que han decidido dejar las drogas, creándose un nuevo estilo de vida libre de drogas, con nuevos valores psicosociales, significados y objetivos, adquiriendo autoestima, autovaloración y autocontrol (Rubio Arribas, Fco. J, 2001).

El siguiente paso sería su integración laboral. Ésta fortalece sentimientos de independencia, autonomía, eleva la autoestima y un cierto reconocimiento social. Esta pasaría necesariamente por un periodo de formación, en el que no sólo deberá adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar una actividad laboral, sino las habilidades sociales perdidas.

  1. La familia del drogodependiente

En nuestra investigación la familia juega un papel muy importante, ya que nos interesa conocer las relaciones que se establecen entre sus miembros cuando uno de los componentes tiene un problema de adicción. Indagando sobre el grupo familiar hemos encontrado diversas encuestas muestran que es el núcleo central sobre el que se estructuran las relaciones sociales, siendo el pilar básico que garantiza el bienestar de sus miembros. Este hecho es más significativo y patente para los miembros más jóvenes de la sociedad. Como dice Iglesias de Ussel (Vielva I, Pantoja L, Abeijón J A, 2001), la familia es la institución básica de la vida de los jóvenes y esto lo es más en estos momentos, en los que la crisis del empleo y la expansión del sistema educativo prolonga los años de formación y refuerza la convivencia de los jóvenes con sus familias de origen, hasta edades inimaginables en otras sociedades europeas.

La familia desempeña un papel central en el desarrollo de las personas y parece demostrado que determinadas características y mecanismos familiares disuaden o promueven el consumo o abuso de drogas por parte de los adolescentes.

Según un estudio realizado por el Instituto Deusto de Drogodependencias (Vielva I, Pantoja L, Abeijón J A, 2001) en el que se intentó analizar y conocer el funcionamiento de familias en las cuales un hijo adolescente consume drogas en comparación con aquellas otras familias en las que no existe dicho consumo se obtuvieron los siguientes resultados que consideramos relevantes para nuestro proyecto. En primera instancia hablan sobre el hecho de que las familias consumidoras se diferencian de las no consumidoras en que hay una menor implicación de los miembros de la familia, menor comunicación entre ellos y por regla general son más cerrados, en general podemos decir que hay menor sentimiento de unidad familiar. También se habla sobre el funcionamiento familiar siendo el de las familias con un hijo consumidor peor. El orgullo de formar parte de esa familia es menor y comparten menos actividades y tiempo juntos.

En relación a la comunicación las familias consumidores presentan menor apertura (menor transmisión de hechos o emociones, menor sentimiento de comprensión y de satisfacción con la relación), más dificultades en la comunicación (un estilo más negativo de interacción, mayor intercambio de ofensas, insultos o trato de silencio) y mayor selectividad y desconfianza (mayor cautela o recelo con lo transmitido). La relación del consumidor con el padre suele ser peor que con la madre, son más frecuentes los insultos, las ofensas…