Inicio > Geriatría y Gerontología > Alimentación en el anciano y clasificación de la desnutrición según la gravedad de la alteración de los parámetros nutricionales

Alimentación en el anciano y clasificación de la desnutrición según la gravedad de la alteración de los parámetros nutricionales

Alimentación en el anciano y clasificación de la desnutrición según la gravedad de la alteración de los parámetros nutricionales

La desnutrición continúa siendo uno de los problemas clínicos más frecuentes y menos tenido en cuenta en la población geriátrica. Se debe prevenir y/o tratar precozmente para elevar la calidad de vida de estas edades, que lleguen en un estado útil, sin complicaciones hasta el final de sus días.

Autoras

María del Rocío Ruiz Calzado, DUE. Hospital Reina Sofía, Córdoba.

Amparo Camacho Reyes, DUE, Oncología pediátrica. Hospital Universitario La Paz, Madrid.

Rosa María Zamorano Antonio. DUE. Master oficial en Cuidados críticos. Servicio de Dermatología. Hospital Universitario de Torrejón. Madrid.

Resumen

El objetivo fue definir el proceso de envejecimiento analizando los factores que influyen en éste. Describir las diferentes formas de valorar el estado nutricional en base a los valores normales establecidos.

El grupo de 60 y más años continuará creciendo cada día con mayor rapidez; de ahí la importancia de atender a estas personas, sobre todo en cuanto a la alimentación que deben recibir para mantener su salud. La geriatría frente al modelo tradicional de atención plantea la llamada Valoración Geriátrica Integral, donde se estudia al anciano en varias dimensiones (física, social, funcional y psicológica), lo cual implica un equipo de trabajo interdisciplinario.

El médico especialista en Nutrición es parte de este equipo teniendo un papel diagnóstico, orientador y terapéutico para el sujeto y/o su cuidador. El estado nutricional no sólo es uno de los indicadores de salud fundamental, sino que tiene un papel muy importante en la prevención y pronóstico de muchas enfermedades, como, por ejemplo, en las relaciones entre sal e hipertensión arterial, lípidos y ateroesclerosis; cantidad ingerida de proteínas y úlceras de presión; la presencia de antioxidantes y el envejecimiento, enfermedad cardiovascular, deterioro cognitivo y cataratas; omega 3-6 y cáncer, entre otras variantes.

Palabras clave: alimentación, nutrición, recomendaciones nutricionales, calidad de vida.

Introducción

Existen factores que influyen en el estado nutricional del anciano como son los cambios en el modo de vida. Se pueden encontrar enfermedades en un anciano, muchas de las cuales pueden influir de varias maneras en el estado nutricional, debido además a la polifarmacia que reciben como tratamiento de las mismas.

La definición de envejecimiento más aceptada es la elaborada por el Comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “El envejecimiento es un proceso biológico, que da lugar a una serie de cambios fisiológicos, característicos de cada especie, que tienen como consecuencia una limitación de la capacidad de adaptación del organismo al ambiente. Se inicia con el nacimiento y tiene como resultado final la muerte de ese organismo”.

Algunas matizaciones o complementos a la citada definición:

– Es un proceso normal, en el sentido de que ocurre de forma natural

– Existen evidencias suficientes para afirmar que la velocidad del proceso de envejecimiento puede ser modificada por factores psicológicos, estilos de vida, etc.

– Este proceso no ocurre igual en todas las personas.

– No se produce de forma homogénea en todas las células y tejidos, algunos tejidos como le hepático y el intestinal envejecen de forma más que otros como el nervioso y el renal.

– El proceso de envejecimiento, en la gran mayoría de las personas no es el que lleva a la muerte. Son las llamadas enfermedades degenerativas, propias de la vejez, tales como las enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, etc. Las que acaban con la vida del individuo.

La edad de comienzo de esta etapa fisiológica no está claramente delimitada, aunque existe un establecimiento convencional de comienzo de la ancianidad entre los 65-70 años, esto es un límite teórico, no válido para todos los individuos.

La alimentación y la nutrición en el envejecimiento

Según el Estudio PLENUFAR 3, realizado en España en 2006, en el que se concluye que, aproximadamente un 25% de nuestros mayores de 65 años se encuentran en situación de desnutrición diagnosticada o en riesgo de padecerla.

La nutrición interactúa con el proceso de envejecimiento de varias formas:

– La mayoría de las funciones corporales declinan progresivamente a lo largo de la vida adulta.

– La frecuencia de enfermedades crónicas degenerativas se incrementa con la edad. Existe clara evidencia de factores dietéticos implicados en la etiología de estas enfermedades que, a su vez, pueden beneficiarse de una intervención nutricional.

– La mayoría de las personas comen menos a medida que la edad avanza y, en consecuencia, las ingestas de los nutrientes pueden resultar más bajas que las recomendadas.

– Con la edad, los aportes alimentarios tienen un rendimiento metabólico menor y el apetito tiende a disminuir. Es indispensable administrar al organismo los nutrientes necesarios, sobre todo si el individuo se mantiene activo. Aproximadamente un 40% de nuestros mayores de 70 años está consumiendo dietas con un contenido energético de de menos 1500kcal/día, lo que les la supervivencia pero hace muy difícil que se puedan vehiculizar los nutrientes necesarios, principalmente micronutrientes, como sería el caso de la Vitamina D, el ácido fólico, el zinc entre otros.

– Cuanto más vive la gente, mayor es la posibilidad de perder piezas dentales y menor la de reemplazarlas con prótesis de forma satisfactoria. Esta incapacidad para una masticación adecuada conduce a modificaciones en la alimentación, sustituyendo los alimentos crudos por alimentos más blandos o muy cocinados, dando lugar a una repercusión en la calidad de nutrientes ingerida.

– El estado anímico puede dar lugar a 2 situaciones, una induciendo a un hiperconsumo de alimentos, y otra a la anorexia y rechazo de los alimentos.

– Las interacciones nutrientes-fármacos pueden modificar los efectos de éstos. Hay fármacos que deprimen el apetito, otro interactúan disminuyendo la absorción o alterando el metabolismo de algunos nutrientes.

– Disminución de los sentidos del gusto de y olfato debido al proceso de envejecimiento, pero no hay que olvidar que puede ser secundario a un déficit de micronutrientes (vitamina A, B6, ácido fólico) o al consumo de fármacos (diuréticos)

– La disminución de actividad física es uno de los factores que más afectan al estado nutritivo de las personas mayores. Una disminución de la actividad física provoca, en muchas ocasiones, disminución de consumo de energía.

– Los factores socioeconómicos influyen en el estado de nutritivo de las personas de edad, existiendo una tendencia a consumir comidas fáciles de cocinar o ya preparadas entre individuos que viven solos. La pérdida de poder adquisitivo conlleva el no poder hacer frente a la compra de alimentos necesarios para una nutrición adecuada.

– Se debe distinguir entre el anciano sano y el anciano enfermo. En el individuo enfermo, el aumento de los requerimientos nutricionales no se suele acompañar del aumento de la alimentación, lo que provoca una disminución de las reservas corporales y una mayor fragilidad del organismo.

Factores que afectan a la ingesta, absorción y metabolismo de los alimentos (Ver tabla 1)

Cambios fisiológicos en el subsistema digestivo durante el envejecimiento que influyen en el estado nutricional  

Boca: Disminuyen el olfato y el gusto, existe menor potencia masticadora, hay atrofia de papilas gustativas, pérdida de piezas dentarias, boca seca con dificultad para la masticación, formación del bolo y deglución.

Esófago: Los ancianos presentan menor tono del esfínter esofágico superior. Además retraso de la relajación tras deglución e incrementos en la presión de contracción faríngea.

Estómago: A pesar de que no existe atrofia gástrica fisiológica y que la secreción gástrica es normal, puede haber alteración del medio ácido. También aumenta el tiempo de vaciamiento para líquidos, no para sólidos.

Intestino delgado: Probable disminución de la absorción de calcio, disminución en la concentración de receptores para Vitamina D. En cuanto a la motilidad gastrointestinal existe retraso del tránsito intestinal.

Órganos Sensoriales: En estas edades se presenta deterioro de la visión y la audición. También hay atrofia de receptores olfatorios e interferencia de relaciones sociales durante la ingesta.

Función Respiratoria: Disminución de la capacidad respiratoria, con limitación de actividades con disminución del gasto calórico.

Función Renal: Disminución en la capacidad de concentración urinaria. Requiere mayor cantidad de agua para evitar uremia.

Sistema Nervioso: Relación de déficit de vitaminas con manifestaciones neurológicas.

Valoración del estado nutricional

Para valorar el estado nutricional deben combinarse datos extraídos de la anamnesis del paciente, exploración física y determinados parámetros analíticos.

1- Anamnesis

Realizar una historia clínica minuciosa, recogiendo socioeconómicos, hábitos tóxicos, medicación, enfermedades concomitantes, peso, cambio de peso en el tiempo. Debe incluir:

– Recuerdo de 24 horas de la valoración de la ingesta dietética individual

– Cuestionario de frecuencia de consumo referido a una lista de alimentos previamente establecida.

– Acompañar de una serie preguntas sobre hábitos alimenticios, número de comidas diarias, preferencia o rechazos de alimentos, ingesta de líquidos, forma de preparar los alimentos, forma de comer.

2- Exploración física

– Cabello: seco, fino, se cae.

– Ojos: apagados, sin brillo, pálidos o enrojecidos, membranas secas.

– Labios: rojos y edematosos. Ausencia de piezas dentarias, caries. Encías sangrantes, glositis.

– Piel: seca, escamosa, hematomas.

– Estado físico: pérdida de masa muscular, edemas maleolares

– Sistema nervioso: irritabilidad, confusión, parestesias, pérdida de reflejos.

– Otros síntomas: frecuencia cardíaca superior a 100 lpm (latidos por minuto), hepatoesplenomegalia.