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Lactancia materna  y desarrollo de mastitis infecciosa

Lactancia materna  y desarrollo de mastitis infecciosa

Cada vez más mujeres realizan lactancia materna exclusiva por lo menos los seis primeros meses de edad del infante. Un problema común es la aparición de mastitis, la cual produce el destete precoz en el lactante.

Se ha realizado una revisión bibliográfica en las bases de datos Pubmed y Cuiden con el objetivo de conocer la patogenia, sintomatología y tratamiento de la mastitis y sus efectos sobre el niño lactante.

AUTORES: Nieves Pina Fuertes (Matrona), Leyre Nagore González (Matrona), Lucia Monzón Muñoz (Matrona), Yaiza Nagore González (Enfermera), Patricia Marcos de Marco (Matrona).

RESUMEN

 

En este trabajo se describen los diferentes tipos de mastitis, dando gran importancia al diagnóstico, ya que es imprescindible para que reciban el tratamiento adecuado y así se evite la supresión de la lactancia materna.

Palabras clave: mastitis, lactancia materna, ingurgitación, estafilococo.

INTRODUCCIÓN

Actualmente, la lactancia materna está recuperando interés entre las madres como motivo de la alimentación de su hijo durante los primeros meses de vida. Son muchos los beneficios que se obtienen de la leche materna tanto a largo plazo como a corto plazo, siempre que se alimente al recién nacido durante la primera etapa de vida. La última recomendación de la OMS es lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de edad, realizando un destete de forma gradual de manera que la lactancia acompañada de otros alimentos se mantenga hasta los dos años. Sin embargo, este hecho en nuestra sociedad es difícil de cumplir debido al sistema laboral y  la falta de información.

La principal causa del destete precoz es la mastitis,  de las cuales la mayoría tienen etiología infecciosa. Ante la ausencia de un buen diagnóstico y un tratamiento inadecuado, las mujeres se enfrentan a abandonar la lactancia o seguir amamantando con los síntomas que produce la mastitis.

Es más frecuente en la segunda y tercera semana posparto, produciéndose entre el 75 y 95% de los casos en las primeras doce semanas.

La mastitis consiste en la inflamación de uno o varios lóbulos de la glándula mamaria acompañada o no de infección pudiendo ser unilateral, como bilateral.

OBJETIVOS

Conocer la patogenia, sintomatología, tratamiento y los efectos sobre el niño lactante.

MATERIAL Y METÓDOS

Se ha realizado una revisión bibliográfica del año 2012 al 2017 en las bases de datos de PubMed y Cuiden.

La población sobre la que se hace referencia son las mujeres durante las primeras 12 semanas posparto que estén amamantando.

RESULTADOS

Las mujeres con lactancia materna cada vez desarrollan más mastitis. La incidencia de esta enfermedad oscila entre el 3 y el 33% considerando todos los tipos de mastitis. Se deben a una disbiosis o alteración de la diversidad bacteriana de la glándula mamaria.

Hay diversos tipos de mastitis infecciosas durante la lactancia:

  • Agudas: son las menos frecuentes. Se caracteriza por dolor, enrojecimiento, tumefacción, induración, ingurgitación y síntomas sistémicos como fiebre. En ocasiones puede haber inflamación de los ganglios axilares.
  • Subagudas: representa la mayor parte de casos y son muchas veces no diagnosticadas. Son cuadros con inflamación local, ingurgitación pero sin la aparición de enrojecimiento. No hay síntomas sistémicos o son leves.
  • Subclínicas: se caracterizan por una falsa sensación de producción de leche, no son dolorosas.

Existen una serie de factores predisponentes para desarrollar este cuadro. La glándula mamaria representa un hábitat ideal y con nutrientes favorecedores para el crecimiento de bacterias. Hay factores que pueden alterar la composición natural de la microbiota mamaria, entre ellos se encuentra, el estrés, el tabaquismo y factores  relacionados con una alteración del mecanismo de la inmunidad innata. Así mismo, el uso de antibioterapia durante el último tercio del embarazo, parto y/o lactancia también contribuye al desarrollo de mastitis. Este último factor adquiere especial importancia en los países desarrollados, ya que el nivel de exposición a antibióticos durante la gestación, es muy elevado.

Los principales agentes etiológicos son el estafilococo, estreptococos y corynebacterias.

El estafilococo (Staphylococcus) son las bacterias más frecuentes en producir la mastitis. Entre ellos, S. Aureus, causante en la mayor parte de los casos, de las mastitis agudas y el S. Epidermidis para las subagudas.

El segundo grupo de bacterias, estreptococo (Streptococcus),  se encuentran en un 10-35% de los cuadros de mastitis, tanto solos, como acompañados de los estafilococos. Son los responsables de las mastitis subagudas o subclínicas, siendo con más frecuencia la de especies del grupo viridans.

Las corynebacterias causan mastitis subagudas y con tendencia a la recurrencia y cronificación. Estas bacterias forman parte de la microbiota normal de la piel y de las mucosas humanas por lo que hace difícil distinguir entre colonización e infección cuando se aíslan.

Las mastitis subagudas son las más frecuentes y las que más destetes precoces producen. El síntoma principal es un dolor más o menos intenso en forma de pinchazos, con calambres y sensación de quemazón. No se dan síntomas sistémicos ni enrojecimiento por lo que se confunde el diagnostico muy a menudo, conduciendo así, al destete del lactante.

Cuando los conductos galactóforos se obturan por completo debido a las capas de bacterias, se aumentan los síntomas locales (endurecimiento y dolor) y como consecuencia provoca una disminución de la secreción de leche. Este hecho, produce en el niño un alargamiento de las tomas haciéndolas más frecuentes y un cambio en su comportamiento, de manera que contribuye a que la glándula mamaria se siga inflamando. Sin embargo, cabe destacar que en pocos casos la producción y composición de la leche es inadecuada.

Para el diagnostico se utiliza la exploración física en la que se observan los síntomas clínicos de mastitis. Sin embargo, conviene  realizar un análisis microbiológico de la leche de ambos pechos en todos los casos. Siendo imprescindible realizar una recogida y conservación adecuada de las muestras para interpretar correctamente los resultados.

El tratamiento  debería instaurarse una vez conocido el análisis microbiológico de la leche. Como primera opción serian probióticos ya que ejercen efectos beneficiosos sobre el hospedador. En los casos en que no fuera eficaz se optaría por un antibiótico asociado a un antiinflamatorio no esteroideo, siendo de elección el ciprofloxacino.

Normalmente en la práctica clínica, el tratamiento se instaura de forma empírica produciendo fallos en el mismo, ya que muchas bacterias implicadas en la mastitis son resistentes a esos antibióticos.

Si no se realiza un tratamiento adecuado, las mastitis pueden evolucionar a cuadros recurrentes y en el caso de las subagudas, pueden incluso cronificarse. Una complicación debido a un tratamiento tardío o inadecuado serían los abcesos mamarios. La incidencia de esta complicación se sitúa entre el 3 y el 11%.

La mayoría de las mujeres cuando desarrollan una mastitis se plantean si continuar con la lactancia ya que creen que puede afectar a su hijo. Conviene hacer hincapié en que continuar lactando evita la obstrucción de los conductos galactóforos y se ha demostrado que ni los tratamientos que reciba la madre, ni el aumento de las bacterias en la leche materna, son argumentos válidos para el destete.

CONCLUSIÓN

Las mastitis constituyen la principal causa del destete precoz, por ello sorprende la escasez de estudios sobre el tema. Según la bibliografía consultada establecer criterios para el diagnóstico y conocer las características de los agentes implicados, permitiría nuevas estrategias para la prevención y tratamiento de este problema. Otras líneas de investigación a seguir, serian estudiar los factores protectores que se pueden encontrar en la leche humana, así como utilizar otras alternativas en lugar de antibióticos durante el embarazo, parto y/o lactancia, dando prioridad a ciertas cepas de lactobacilos que podrían ayudar a mantener la microbiota mamaria y prevenir la mastitis.

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