El ser humano se mantiene en constante y permanente relación con el mundo que lo rodea, relaciones que se plantea desde el mismo núcleo familiar y los diferentes ámbitos sociales; desde niño sale al encuentro de su vida escolar, aprende a reconocerse y a valorarse a sí mismo, desarrolla sus potencialidades y se aproxima a su propia realización. En la medida en que va cubriendo su necesidad de relacionarse, va conformando su propio tejido relacional.